El boxeo como disciplina deportiva se aferra en los sueños que persiguen muchos jóvenes de alcanzar alguna vez el Olimpo de los campeones.
Un camino sinuoso, lleno de obstáculos producto de una sociedad que demanda cosas nuevas y oportunidades distintas para aquellos que a través del deporte buscan un rumbo de gloria profesional.
En Corrientes, el deporte de los puños da manotazos, casi desesperados, para llegar a la costa. El último domingo, en un reducto que alberga desde hace años a la actividad pugilística como templo de enseñanza presentó una velada de box amateur.
Los chicos que van forjando su carrera con la ilusión de llegar al campo rentado, al profesionalismo, algo que en la región parece una verdadera utopía.
Cada vez son menos los boxeadores de Corrientes o de la región Litoral que pueden aparecer con el cartel de promesa en esta ruda disciplina. Sin embargo, los gimnasios se resisten a esa tendencia y quieren reflotar los años dorados de la actividad en esta parte del país.
En ese contexto, no son pocos los que empiezan a golpear una bolsa, un punching, a saltar la soga y apuestan a que el boxeo los colocará en un sitial de marquesina y grandes luces; y como alguna vez dijo un ex campeón del mundo «todos los que empiezan a boxear sueñan con un futuro de campeón».
También se dice y es como una biblia en el boxeo que la mayoría de los pugilistas son de condición humilde y esa endeble formación muchas veces es el gran rival que hay que vencer en la vida.
El domingo, en el club Talleres se realizaron peleas, la gente como siempre acompañó y vibró por la manera en que los boxeadores dejaron todo en el ring, aunque aparezca la necesidad de contar con buenos formadores, técnicos que sepan transmitir lo que el alumno debe realizar arriba de un ring. Ese es el paso que se debe dar en esta disciplina.
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