Por María José Alcaraz Meza
«Todas pasamos por algún tipo de conexión con un tratamiento de cáncer», contó Eugenia Resoagli a EL LIBERTADOR, quien a partir de su experiencia como paciente oncológica comenzó a dar forma en su mente a una idea que hoy es la fundación Juntas (@juntasfundacion).
«Yo creo que la enfermedad viene para algo. A veces la gente se pregunta por qué a mí, yo creo que hay que preguntarse para qué», reflexionó.
Para qué
«Fuimos viendo que nos faltaba información, saber a dónde recurrir y a qué recurrir. Por ejemplo, yo no sabía que había psico-oncólogas», señaló.
Esta red tiene como propósito acompañar a otras mujeres que afrontan un diagnóstico de cáncer y atraviesan su tratamiento, para que no lo hagan solas y con miedo, sino contenidas.
«El disparador fue esa falta de un lugar al cual acudir con información de todo tipo. Creo que hay todo en Corrientes, pero esparcido. Es unificar esa información y poder vincular lo que ya existe», reflexionó.
«Es acortar caminos», apuntó Belén Cedrolla, otra de las impulsoras de esta red de mujeres. «Uno googlea todo, Instagram está a la orden del día. Hay de todo, en todos lados, te obnubilás y no sabes para dónde ir», añadió para luego destacar la importancia del trabajo articulado con otras instituciones y fundaciones.
«Armar una ruta, tejer una red, para contención emocional y también decir: estos son los pasos a seguir, estos son los profesionales que nos apoyan. Acortar ese camino y ese miedo que acompaña a la enfermedad», comentó Ángeles Alcaraz Meza, que como enfermera y familiar de pacientes con este diagnóstico asiste con capacitaciones sobre la temática.
Más que palabras
Al ser consultadas sobre qué palabra utilizarían para describir el cáncer, Belén contestó que resiliencia, Eugenia habló de aprendizaje y Ángeles de amor. «La única forma de salir adelante es con amor», afirmó.
Y al pedirles otras para describir su vida después del cáncer, Eugenia manifestó sentirse bendecida. Para ella, fue una experiencia de crecimiento y aprendizaje, que hoy quiere compartir con otras mujeres.
Para Belén, son valentía, gratitud y resiliencia, sobre todo valentía. «Haberme desprendido por un año de mi hijo, no verlo porque vino la pandemia y estaba a mil kilómetros. Para mí, requirió de un acto de amor muy grande. Entonces aprendí a ser valiente por él, porque estamos los dos solos, él y yo en la vida», expresó.
Para Ángeles, aprendizaje, fortaleza y también valentía. «Yo creo que todas las experiencias de la vida te llevan a aprender. Cada vez que algo te saca de tu zona de confort, vos aprendés. Y es por una razón, como decimos. Nos prepara para otras cosas en nuestra vida», recalcó.
Mucho amor
«El cáncer me regaló mucho amor de un montón de gente, de amigos y desconocidos, que por ahí uno no se da cuenta o no valora. La contención de la familia, de las amigas y de la gente del trabajo, de todos lados», evocó Eugenia.
«O a veces podés no encontrar el apoyo de las personas que pensás que deberían estar en ese momento, pero Dios y la vida te regalan otros lugares donde apoyarte», enfatizó Ángeles.
Esta red que se fue tejiendo de amor recibido, esperado e inesperado, dio forma a Juntas.
Belén hizo énfasis en la mayor enseñanza que deja el cáncer: «Pidan ayuda. Juntas vino para acompañarlas y que las mujeres sepan que no están solas, que su lazo es nuestra lucha».
«Uno cree que puede con todo, que como soy yo quien lo atraviesa, que soy yo quien pasa la quimio y la que se hace radioterapia, yo no más entiendo. Yo no más sufro. Y no es así», reflexionó.
Al compartir su experiencia como pacientes con Eugenia, se abrió para ellas ese panorama en el que había muchas mujeres atravesando por cosas similares.
«Yo creo que cuando nos une una causa, no hay distancias. Hay tantos medios de comunicación que nos permiten estar a cientos de kilómetros y, aun así, seguir unidos», opinó.
«Estamos acá para acompañarlas y tejer esta red, juntas. Cada nueva experiencia que se sume, nos enriquece a nosotras», concluyó Belén.
«¿Cómo? ¿La ‘quimio’ no es todo esto?»
En diciembre de 2019, durante un control médico rutinario, a Belén Cedrolla le detectaron un pequeño nódulo en su seno. Tras una biopsia, se confirmó el diagnóstico: cáncer de mama en estadio 4.
La noticia fue impactante, especialmente como madre de un adolescente de 14 años. Se contactó con el padre, del que está separada, para que se lo llevara a vivir con él. «Una madre que se desprende de su hijo, porque yo no sabía cómo me iba a tratar la enfermedad, y no quería que él vea esa parte fea», contó Belén a EL LIBERTADOR.
Durante la entrevista, recordó el miedo y la ansiedad que experimentó antes de su primera sesión de quimioterapia. Temblaba tanto en la silla que el médico se acercó a preguntarle qué le pasaba. «Tengo que vomitar», le dijo. Al negarle que eso fuera a pasar como efecto del tratamiento, Belén se preguntó: «Pero, ¿cómo? ¿No es la ‘quimio’ todo esto?». El profesional la calmó asegurándole que, hoy en día, eso está controlado.
«Si alguien me hubiese explicado eso, no hubiese entrado con tanto miedo, al punto que no sabía si era la medicación la que me estaba haciendo temblar o qué, si era mi cabeza», compartió.
«Dije: Listo, ¿qué hay que hacer?»
Eugenia Resoagli se enteró que tenía cáncer de mama a un año de que su sobrino fuera diagnosticado con leucemia, lo que recordó como «un golpe muy fuerte para toda la familia». Esta experiencia previa, muy dura, la ayudó a poder afrontar su enfermedad con una mayor entereza.
«Yo sabía que al cáncer de mama se tiene muchas chances de sobrevivir, hay que atravesarlo», afirmó.
«No sé si es porque tuve esa otra experiencia más fuerte previa, la verdad es que dije: ‘Listo, ¿qué hay que hacer?’. Hice cirugía, otra cirugía, mastectomía, quimioterapia, todos los tratamientos», relató.
Sobre el impacto que tuvo en sus hijos, contó que su hijo menor se angustió ante la posibilidad de que perdiera cabello. «No quiero que te quedes pelada como Santi», le había dicho, en alusión a su sobrino que tuvo leucemia.
Entonces le hizo una propuesta: con la máquina para el pelo podría hacer el corte que quisiera. «¿Te puedo hacer el de Cristiano Ronaldo?», preguntó. «El que vos quieras», le contestó.
«Cuando se me empezó a caer el pelo, filmamos el momento que me cortaban el pelo y nos reíamos», recordó, emocionada.
«¿Será que la voy a volver a ver o no?»
«A mí no me tocó transitar la enfermedad, pero sí la viví muy de cerca, porque mi mamá tuvo cáncer de útero», comenzó Ángeles Alcaraz Meza.
«Estuvo cinco años bajo tratamiento. Se hizo de todo: cirugía, quimioterapia, radioterapia, braquiterapia. Hace más de diez años que -podemos decir- está sana. Hasta los mismos médicos le dicen que es un milagro, teniendo en cuenta las dimensiones del tumor», recordó.
De esta manera, destacó que otro de los objetivos de la fundación es el acompañamiento a la familia. «A mí me pasó que siendo adolescente le diagnosticaron a mi mamá de cáncer y en un estadio grave. ¿Será que la voy a volver a ver o no?», se preguntó. Esto definió su vocación como profesional de la salud y se formó como enfermera.
«A mi cuñada también la diagnosticaron de cáncer y falleció. Dejó a un bebé de un año y ocho meses. ¿Cómo vos le explicás a ese chico que su mamá no va a volver? Hoy en día ya es un adolescente feliz, que tiene su vida y sus amigos, su familia que siempre lo contuvo, pero a veces descuidamos a esa familia que también la está pasando mal», caviló.
.