MILEI RECURRE AL JIU JITSU EN SU BATALLA CULTURAL. El jiu jitsu es un arte marcial japonés caracterizado por la utilización de los movimientos e impulsos del propio adversario para controlarlo y doblegarlo, mucho más que por los golpes directos. Se lo conoce como el arte de la suavidad. No es lo que Milei aparenta. Sin embargo, el propio Jefe del Estado está convencido de que podrá volcar a su favor, incluso de cara a las elecciones legislativas de 2025, cada acción de sus oponentes que trabe sus iniciativas y que será así cómo va a desenmascararlos ante la opinión pública. Se siente cómodo presentándose como víctima de quienes no quieren dejarlo gobernar. Está persuadido de que su éxito en el corto plazo dependerá de que pueda cumplir sus objetivos en materia económica. Y considera que, para terminar con el déficit fiscal, llevar la emisión monetaria a cero, bajar la inflación y salir del cepo cambiario no requerirá contar con el aval del Poder Legislativo. No es menor la reconfiguración del mapa de fuerzas políticas, a partir de su intención de provocar una nueva polarización entre los partidarios del cambio y aquellos que se enfrentan a él. Logró aislar a Martín Lousteau del resto del radicalismo y que cordobeses con misioneros se realineen. El rechazo del mega decreto desregulador era esperado y fue rápidamente asimilado por el primer mandatario. Lejos de exhibir preocupación por este nuevo traspié legislativo, desde la Casa Rosada se busca transmitir que el Presidente podrá capitalizar políticamente cada maniobra de los sectores de la oposición que no quieren el cambio.
Rápido de reflejos, el oficialismo asimiló el rechazo de una mayoría circunstancial en la Cámara alta y puso en marcha un plan alternativo que, en lo político, busca dejar el costo político por los legisladores que no acompañan las medidas que permitirían avanzar más rápidamente en la baja de la inflación y el control de la inseguridad. En el plano económico apunta a ratificar el objetivo irrenunciable del déficit cero, lo cual hace que los mercados sean indiferentes a lo que ocurre en el Congreso de la Nación y reivindiquen la firme decisión del Presidente de mantener el rumbo, incluso con los reparos que se ponen en ambos recintos parlamentarios. El desplante de Lousteau lejos está de implicar la fractura de la UCR, que apuesta a consolidar un frente común que sea una barrera de contención a la ofensiva que lidera el kirchnerismo, con Cristina activada que busca sumar a opositores no sólo para doblarle el brazo a Milei, sino particularmente para recuperar centralidad en un PJ carente de conducción y liderazgo en su hora más difícil. De cara a 2027, el peronismo podría dar la sorpresa si iniciara un proceso de renovación que le permitiera ofrecer opciones electorales alejadas de los «mariscales de la derrota». Se espera el paso al costado de una primera línea para comenzar a interpretar una nueva melodía acorde a lo que la sociedad reclama.
A una noticia la tapa otra noticia. Ocurrió en las últimas horas, cuando el debate por el DNU, el posterior rechazo del Senado y el nuevo capítulo que abrió el Presidente a partir de este revés. Dejó en un segundo plano «el tema Rosario», todo un tema en sí mismo que no es, sino el fin «de una serie de omisiones» de parte del Estado que resignó una de sus funciones esenciales que es brindar seguridad a la población. Cuesta entender por qué no se hizo antes lo que ahora comienza a implementarse, como lo es el control de las cárceles para evitar que, desde allí, continúen comandando las organizaciones del tráfico de drogas. La decisión de gobernador Pullaro merece destacarse. Se puso al frente de la lucha con todo lo que ello implica. Importa recordar que, su elección se debió -precisamente- al reconocimiento que los santafesinos hicieron de su paso por el Ministerio de Seguridad. Un hecho no menor que revela la importancia que la población otorga a los dos temas centrales de la agenda social, esto es: la inseguridad y la inflación, cuestiones que el Presidente captó y apunta su línea de acción, con una revalorización de la gestión de los ministros Patricia Bullrich y Luis Caputo. Pullaro fue «al fondo de las cosas». Identificó y aisló a los presos de mayor peligrosidad. Les aplicó un reglamento de extrema fuerza, similar al que rige con Bukele, en El Salvador. Parte, antes que nada, de privarlos del acceso a la comunicación, vía celular y de establecer un régimen de visitas acotado, bajo normas de seguridad que antes no existían; o sea, permitir el diálogo sólo a través de un blindex. Fueron estas medidas, precisamente, las que originaron la serie de crímenes que se verificó en los últimos días, precedidos de mensajes mafiosos dirigidos al Gobernador santafesino, en un intento póstumo de abrir una negociación con el poder político para flexibilizar las medidas del encierro, negociación a la que el Gobierno se negó de manera terminante. La respuesta de Pullaro no se hizo esperar. «La van a pasar cada vez peor si no se allanan a las condiciones impuestas», dijo. Cabe recordar que el mandatario, semanas atrás, dispuso que su familia dejara el territorio provincial, con un destino no conocido para preservar su integridad y poder dedicarse 24 por 7 a los temas de gestión, entre los cuales el de Rosario sobresale, pero no es el único. También está el de los números, las financias y la relación con el poder central. Pullaro ha sido uno de que, junto con el de Córdoba, obligó al Nación a ceder en el tema de las retenciones, algo particularmente importante para dos distritos en los que el campo tiene una importancia electoral decisiva.
UN CASO PARADIGMÁTICO
No parece un hecho menor y es una señal muy fuerte, a los diputados y senadores, la circunstancia que las organizaciones mafiosas -que por años han controlado la Chicago argentina, dividiéndose el negocio de la droga- hoy hayan depuesto la lucha que habitualmente libraban entre sí, las más de las veces de manera sangrienta, por el predominio de un negocio varias veces millonario. Lo que la gente ve es que la mafia actúa con inteligencia, anteponiendo las prioridades y sus propios intereses, juntando fuerzas para enfrentar lo que consideran un enemigo común, el Estado. En contraposición y paradójicamente, los políticos de los distintos espacios no anteponen las necesidades de sus representados, que es la de lograr respuestas en beneficio de la gente, sin que medie el cálculo político sectorial. Continúan tensando la cuerda con 46 millones de argentinos en el medio que sufren las consecuencias. La crisis terminal a los dos principales partidos, UCR y el PJ, ha favorecido la irrupción de un candidato ajeno a la política, que ha sabido capitalizar, en beneficio propio, merced al vacío y a los errores de la política, una realidad que supo no solo interpretar, sino además comunicar con un lenguaje muchas veces grosero, pero que llega al corazón de la gente, ávida de soluciones y cansada de quienes, desde distinto signo político, han fracasado en las últimas décadas.
EL RECHAZO DEL SENADO DEL DNU 70/23
Fue 42 a 25, con 4 abstenciones y 1 ausente. Un resultado que dejó mucha tela para cortar y que implicó realineamientos que dejaron «una lectura de cara al futuro». Precisamente, una de las consecuencias de estos 100 días de gobierno del Milei ha sido la feroz recomposición que logró del escenario político nacional, algo con proyección a las elecciones de medio tiempo y a un 2027 que, aunque lejano, comienza a escribirse. Donde las respuestas que puedan dar el radicalismo y el peronismo van a ser definitorias en la medida en que, ambos partidos, encaren un proceso de recomposición interna para lo cual necesitan algo más que «una lavada de cara». En la última votación en el Senado, tres hechos merecen destacarse. Por un lado, el voto de Lousteau. Por otro, el realineamiento de la Senadora nacional por Córdoba y lo propio los dos senadores que responden al hombre fuerte de Misiones, Carlos Rovira.
EL CASO LOUSTEAU
El Presidente del Comité Nacional de la UCR quedó descolocado al votar, en absoluta soledad, la continuidad del trámite de consideración del DNU cuando medió la moción para pasar a cuarto intermedio. Está claro que, quien es parte de un bloque de trece senadores y encabeza la conducción del partido no puede votar en sentido contrario a la voluntad de la mayoría, tanto más cuanto ese voto perjudica a las gobernaciones de su mismo signo político. Lousteau recibió el apoyo del ex titular partidario y ex gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien quedó absolutamente descolocado con el comunicado firmado por los mandatarios radicales entre los cuales estaba el propio jujeño, su delfín, que comienza a despegarse urgido por la realidad financiera de su Provincia, que no le permite quedar de punta con el poder central. De hecho, es jurisdicción norteña, por estas horas, está en la máxima consideración del Gobierno nacional, que valora la toma de distancia del ex mandatario provincial. Lo cierto fue que ambos, Lousteau y Morales quedaron «en posición deslucida» frente a su partido, en el que siempre fueron sospechados «de acuerdos non sanctos» con la anterior gestión nacional. Este paso en falso de Lousteau fue un regalo inesperado para Gustavo Valdés, quien es su máximo contendiente interno. Aunque no llegó a la votación en la elección de la nueva conducción ucerreísta, logró una posición de fuerza como para quedarse con el 40 por ciento de los cargos de la mesa partidaria, o sea, con 6 de los 15 que forman parte de la cúpula que preside Lousteau, hoy un presidente deslegitimado por lo que implicó el voto en la Cámara alta. En los hechos, resulta sorprendente que un partido con historia y tradición, apegado a las formas orgánicas, haya apelado a un «outsider» de la política como lo es Lousteau, Facundo Manes o Carolina Losada, que pueden ser figuras taquilleras en lo electoral, pero para conducir un partido se necesita otros atributos, tanto más en la UCR de estos tiempos, que requiere -como el propio justicialismo- a alguien con aptitud conductiva, capaz de reposicionarlo en el escenario nacional en el que, en los años de Mauricio Macri, fue furgón de cola. Para una inmensa cantidad de radicales, la presidencia de Lousteau, un recién llegado al partido, que tuvo su paso por el gobierno kirchnerista y el estigma público de la resolución 125, es algo difícil de digerir. Hay que tener en cuenta, como en su momento fue De la Rúa y otros que supieron hacer uso de la vidriera nacional que es la Capital Federal, con prensa como la propia Cristina, cuando fue legisladora, Lilita Carrió o Carlos Ruckauf (por sólo citar algunos) que hubo figuras que pudieron instalarse en el conocimiento público. En el caso de la ex Vicepresidente de Alberto Fernández, primero fue Diputada nacional, en el periodo 97-99; y luego, Senadora desde 2001 a 2007. Fue quien introdujo el apellido Kirchner ante la gente. Cuando las circunstancias ubicaron a Néstor en la candidatura presidencial era, para el común, el esposo de la Senadora Kirchner, que ya había logrado el cartel con irrupciones siempre disruptivas hasta para el propio PJ, que llegó a expulsarla del bloque de senadores por no ser orgánica ni acatar las decisiones del partido.
LOS CORDOBESES
La senadora por Córdoba, Alejandra María Vigo es esposa del ex gobernador, Juan Schiaretti, y aunque el cordobesismo venía en una actitud crítica para con el oficialismo, a la hora de la verdad, se replegó y terminó votando con la conjunción libertaria del PRO, la UCR y de los misioneros, considerando que, hacerlo en el universo K, sería más de lo que sus comprovincianos aceptarían.
LA VICEPRESIDENTE, BIEN PLANTADA
En el Gobierno, la actitud de Victoria Villarruel cayó algo más que mal. Aun así, la Presidente del Senado se mantuvo «en sus trece», más allá de que ratificó que su compromiso es con la Argentina y con Javier Milei. Dejó en claro que su responsabilidad de Vicepresidente la obligaba a reconocer los límites propios de la institucionalidad. No está dispuesta a bloquear esa institucionalidad de la Cámara, aun cuando al primer mandatario le disguste. Con esta firme postura se ganó el respeto de los senadores en su conjunto, que comprobaron que no está «para tocar la campanita» ni para ser mandadera de la Casa Rosada, lo que no implica una actitud de insubordinación, sino de apego a las formas, reglamentos y tradiciones del cuerpo. En este caso, el Presidente, por primera vez, debió recular. No es alguien que esté a tiro de decreto y, de la misma forma que ordenó un severo comunicado de prensa del área presidencial, luego instruyó a su vocero a que dijera que fue malinterpretado el contenido de la misiva que, en su literalidad, no dejaba margen para el error. Simplemente, Milei, que no come vidrios -aunque parezca- estimó que la relación con su Vice, que venía deteriorada, no podía ser quebrada sin poner en riesgo la institucionalidad. A partir de ahora, quedaron públicamente delimitadas las responsabilidades de uno y otro. Milei en el Poder Ejecutivo, y Villarruel en el Senado.
LOS TIEMPOS DE LLARYORA
El Gobernador de Córdoba fue de los primeros mandatarios que asumió posiciones fuertes ante el poder central. En el tema de las retenciones hizo causa común con el de Santa Fe y logró que el Gobierno nacional sacara el tema del paquete fiscal. Luego, fue marcando sucesivas diferencias en otros aspectos, en parte, porque tiene «espaldas para sostenerse», algo de lo que la mayoría de las provincias carece, más allá de que tiene también sus límites, entre ellos el endeudamiento en dólares y la caja de previsión. Aun así, en la movida de Llaryora debe verse su inocultable deseo de ser una opción de cara a 2027. Más allá de que no necesariamente lo sea con la sigla del PJ, que hoy «es una cáscara vacía» que demanda, a criterio de los cordobeses, una reconfiguración interna previa para sacar al kirchnerismo de su centralidad, que tiene costos electorales. En esto, como en otras cosas, Llaryora y Schiaretti comparten objetivos. El ex Gobernador mediterráneo apunta al Senado de la Nación y no le disgusta que el actual mandatario se juegue por la Presidencia. Ambos saben que el peronismo cordobés ha generado, en estos 25 años de gobierno ininterrumpido, un semillero de figuras jóvenes para asumir el desafío de continuar el proyecto que inicio José Manuel de la Sota. Es más, este conjunto de dirigentes, entre los que se destacan tres figuras de mayor peso, empujan para instalar al cordobesismo como opción a escala país. Las acciones de Córdoba han subido de manera exponencial en la última campaña del ballotage donde, merced a los debates presidenciales, que tuvieron un rating impresionante, superior a la de la final Argentina-Francia, Juan Schiaretti mostró el modelo de la Provincia ante el país, como ejemplo en varios aspectos de la gestión de gobierno. A partir de entonces, se la mira de manera distinta. Se ha logrado lo que un caudillo histórico, como fue José de la Sota, nunca logró, «perforar la natural indiferencia» del cuerpo electoral argentino. Subido a esta corriente, por estos tiempos, Llaryora y su equipo tejen con los demás gobernadores de distinto signo político. Hasta imaginan un frente electoral transversal acorde a la naturaleza de los tiempos. Sabe que, en Córdoba, comparte gran parte de los mismos votantes con Milei. De ahí la necesidad de «manejar los tiempos» en lo que es una elección general. Por ahora, avanza en la relación con el resto de los mandatarios provinciales, algo que también intenta Axel Kiciloff, aunque al bonaerense le resulta más difícil.
RECALCULANDO
En esto del manejo de los tiempos, el Gobernador de Córdoba, en conjunto con Schiaretti anteponen, en primera instancia, seguir considerando «como prioridad» la necesidad de mantener al kirchnerismo como «la contracara de la grieta». Hoy, no les viene mal estar junto con los que son «un dique de contención» a los K y, en los hechos, están en un 90 por ciento con el plan en marcha, como otros sectores políticos están de acuerdo en que sean los libertarios, en esta instancia, los que hagan el trabajo sucio. En el tiempo que se viene, Llaryora, o más precisamente los diputados cordobeses, como tantos otros que pudieron votar en contra la Ley de Bases hace unas semanas, ahora, con el DNU «pisarán la pelota». De partida hay que esperar que abran un espacio de negociación con el Gobierno, en búsqueda de acordar con la vista puesta en el llamado Pacto de Mayo que el Presidente lo condicionó a la previa sanción, tanto del DNU como de la nueva versión de la Ley Ómnibus.
¿Y MILEI?
El Presidente, una vez más, mostró que tiene iniciativa, coraje y decisión. Que no es «escopeta de un solo tiro» y que no está dispuesto a amilanarse. Por lógica, hubiera esperado que el DNU se aprobara, aunque está claro que, habilitada la instancia del tratamiento por la Vicepresidente, los números que no favorecían. Ello se comprobó al momento de la votación, aunque el resultado le permitió algo que lo apasiona, que es anotar en un cuaderno Rivadavia, la calificación y clasificación de los legisladores y gobernadores. Es como si llevara un boletín de calificaciones, en función al cual actúa. A los radicales, que votaron con el Gobierno, los aplaudió. Mientras que a Lousteau lo maltrató de la peor forma. Hace tiempo lo tiene cruzado y lo considera irrecuperable. Intuitivo y perseverante, a Milei no le costó sacar de debajo de la manga un «plan B», dejando sobre el escritorio un «plan C». Está dispuesto a gobernar sin apoyo legislativo si fuera necesario, aunque preferiría tenerlo. Quizás, para ello, le estén faltando algunos operadores «todo terreno» con facultades de decisión y cintura para acercar posiciones, máxime considerando que la distancia que lo separa con los legisladores que podrían acompañar no es grande. Por lo pronto, se conforma con ganar tiempo y lograr que el DNU no llegue a Diputados, algo que, al día de hoy, pareciera garantizado. Mientras hace catarsis en las redes, saca ventaja del flanco que dejan los legisladores, tanto en el tema Rosario, en el que no le dieron los poderes pedidos por la Ministra de Seguridad, lo cual les enrostra. Entiende que ante una emergencia y la necesidad de oponerle al narcotráfico todos los resortes del Estado, sin atarle las manos al Presidente, la negativa de los legisladores perjudicó a los argentinos. Saca ventaja también, y hasta vuelve a sobreactuar con el DNU puesto, que el rechazo del Senado no lo voltea. Falta la instancia de la Cámara baja, donde todo está por verse, en la que todo indica que lleva las de ganar si logra controlar las formas, algo siempre importante en política.
LA IMAGEN EN LA OPINIÓN PÚBLICA
Más allá del efecto que las medidas causan en los sectores más vulnerables de la sociedad, clase media, baja e indigentes, y en el de los jubilados, algo hay que sobresale y es que, en términos de imagen, el Presidente mantiene una alta consideración social. Tres son las figuras que invariablemente salen mejor paradas. Milei, la Vicepresidente y la Ministra de Seguridad. A veces, las mujeres sobrepasan al primer mandatario. Y a veces se da lo contrario, pero las tres expresiones del oficialismo se mantienen claramente en un lugar de privilegio. Todo indicaría que en la sociedad sigue pegando el discurso de Milei, que vuelca a la política la responsabilidad de no tener resultados más rápidos. Esas mismas encuestas indican que la opinión mayoritaria es que hay que ayudar a Presidente. Al menos, hasta ahora, la política comunicacional, de redes y televisión le ha dado grandes resultados. Aun así, no es un secreto que la paciencia tiene un límite. Habrá que ver si llega al punto de inflexión antes de que el descontento pueda comenzar a expresarse.
EL DEBATE SOBRE LA MOVILIDAD JUBILATORIA
Todos los sectores están de acuerdo con que la ecuación de la movilidad jubilatoria debe modificarse. La ley que se sancionó durante el último gobierno terminó por perjudicar al sector pasivo. Esta gestión aumentó a 75.000 pesos el bono para darle a los jubilados mayor capacidad de compra. Aun así, todos concuerdan en que es insuficiente. Fue el propio oficialismo quien incluyó en la Ley de Bases que rebotó en Diputados una nueva fórmula, mejor que la de Alberto. Como tema está planteado por el Gobierno, aunque en la forma de definir los términos de la nueva ecuación hay diferencias en los porcentajes aplicables para corregir el desfasaje que produjo el fenómeno inflacionario.
EL GOBIERNO VINCULA LA APROBACIÓN DE LA NUEVA LEY A OTRA QUE PERMITA CUBRIR LOS DESEMBOLSOS
Para el oficialismo no se trata sólo de corregir la ley. Considera atado a ello la necesidad de que, en forma simultánea, se aprueben dos leyes que permitan financiar el costo del esfuerzo que implica la recomposición al sector pasivo. Apunta, con ello, a una ley que concluya con lo que llama la «caja negra» de los fideicomisos que financian la política, algo a lo que los legisladores de distintas vertientes parecen oponerse y que importaría algunos miles de millones de dólares. Otra, una ley que se pretende sacar en paralelo que es la actualización laboral. Con ello podría llevarse el universo de votantes de los actuales 6 millones que son, hace más de una década, a casi el doble o, al menos, a diez millones el total de aportantes, lo que implicaría 4 millones de nuevos aportantes que permitiría que la caja se autosostenga sin el aporte de dinero de rentas generales. En las últimas horas, dos prominentes hombres de la CGT, mientras negaban la posibilidad de un nuevo paro, dejaron explicitada la posibilidad de abrir el debate de la reforma laboral que hace a la posibilidad de que se abran fuentes de trabajo. Hoy, no hay nuevos empresarios ni emprendedores por el temor a lo que llaman la industria del juicio. Las normas en vigencia impiden que se aumente la toma de empleados por el riesgo que ello comporta. Es un privilegio para los que ya están en el circuito formal como para los sindicalistas, pero conspira contra la posibilidad de aumentar el universo de aportantes al sistema.