La máxima autoridad de la Iglesia Católica criticó la invasión rusa en un mensaje con fuertes tonos, al tiempo que sostuvo que «la Santa sede está dispuesta a hacer de todo» por alcanzar la paz.
«En Ucrania corren ríos de sangre y lágrimas. No se trata solo de una operación militar, sino de guerra, que disemina muerte, destrucción y miseria», definió el Santo Padre, en el marco del Ángelus del domingo desde el Vaticano.
Y lamentó de cara a sus fieles en la plaza de San Pedro: «Las víctimas son cada vez más numerosas, así como las personas que huyen, especialmente madres y niños».
Asimismo, reclamó: «En ese país martirizado crece la necesidad de asistencia humanitaria. Reitero mi llamado para que se aseguren los corredores humanitarios, que se garantice la ayuda a las zonas asediadas para ofrecer vital socorro a nuestros hermanos y hermanas».
Durante su mensaje dominical, el Sumo Pontífice hizo referencia al conflicto como «la guerra», aunque evitó nombrar a Rusia.
También, agradeció a la solidaridad en esta situación, en especial «a todos los que están acogiendo refugiados».
«Imploro que cesen los ataques armados y prevalezca la negociación y el buen sentido. Que se vuelva a respetar el derecho internacional», pidió de cara a sus seguidores.
A su vez, el Papa destacó la labor de los periodistas que cubren el conflicto y que «ponen en riesgo su propia vida» pero que ayudan a mostrar «la crueldad de una guerra».
En ese marco, reiteró lo planteado por el secretario del Vaticano, Pietro Parolin, al sostener que «la Santa Sede está dispuesta a hacer de todo, a meterse en servicio por esta paz», facilitando los caminos al diálogo.
Por último, el Sumo Pontífice señaló que dos cardenales, el polaco Konrad Krajewski y el checo Michael Czerny, viajaron a Ucrania con el objetivo de «no solo» hacer notar «la presencia del Papa», sino de toda la Iglesia. .
«La guerra es una locura, frenen por favor, miren la crueldad», concluyó Bergoglio.
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