Javier Milei se retiró emocionado de la Basílica de San Pedro, donde asistió a la ceremonia de canonización de Mama Antula, que encabezó el Papa Francisco, con el que mantuvo dos encuentros breves por fuera del protocolo: el último, al cabo de la misa, terminó con un cálido abrazo.
«Fue muy fuerte, un gesto tremendo. No lo puedo creer, se salió de protocolo y me vino a saludar. Es imposible que no me emocione», relató, según pudo reconstruir el diario Clarín de fuentes inobjetables, sobre un todavía conmovido Milei cuando se retiraba del Vaticano junto a la comitiva oficial.
Milei y el Papa se habían saludado antes de la ceremonia. Al arribar a la Basílica, fue invitado por las autoridades a acercarse a un lugar reservado en el que mantuvo un breve pero cálido saludo con su anfitrión.
Quienes presenciaron de cerca ambos encuentros aseguran que hubo «muy buena sintonía» y cuentan que hasta hubo un momento de distensión especial y risas cuando el Papa le agradeció «por venir» a Roma y presenciar la ceremonia.
El Sumo Pontífice también saludó a Guillermo Francos, Jorge Macri y al resto de la comitiva argentina que viajó al Vaticano.
Además, con tono jocoso, Francisco le hizo referencia al prolijo look que eligió el Presidente para ir, luego de una gira en la que se mostró informal. En rigor, estos dos encuentros no estaban programados. En el entorno presidencial se conformaban con un saludo de ocasión, a la espera de la audiencia privada que mantendrán este lunes, en la que tendrán tiempo para dialogar en profundidad sobre la situación en la Argentina y a escala global. «Va a ser muy fructífero», creen desde el Gobierno.
Atrás quedó el entredicho que se generó por aquella polémica declaración que realizó Milei en 2020, cuando todavía se paseaba por los canales de televisión como economista y ni siquiera pensaba en ser candidato, y calificó al Papa como «el máximo representante del maligno en la Tierra». Durante el debate por el balotaje, el líder libertario aprovechó que Sergio Massa le recordó el episodio y dio sus disculpas: «Ya he pedido perdón por eso, y lo volvería a hacer, porque no tengo problema cuando me equivoco, y no tengo problema en repetir que estoy arrepentido por eso».
Importa recordar que el Sumo Pontífice nunca se avino a una reunión con el ex candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, contrariamente a los gestos afectuosos que tuvo con Wado de Pedro en una reunión no publicitada de hora y media meses atrás.
Milei siguió la canonización de Mama Antula desde la primera fila de la nave central de la Basílica de San Pedro, que estuvo colmada y antes de la ceremonia, aceptó sacarse numerosas selfies con los fieles.
Durante la misa, el Presidente siguió los rituales y se le vieron gestos de emoción, al igual que a buena parte de la comitiva argentina, que completaron los ministros Guillermo Francos (Interior), quien fue alumno de Francisco en el cuarto año del colegio de El Salvador, y Sandra Pettovello (Capital Humano).
Hubo, además, presencia aliada y opositora, como la del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, con su esposa, la periodista María Belén Ludueña; y el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, -donde nació Mama Antula- y la senadora Claudia Ledesma Abdala.
En una ceremonia en la que no abundaron alusiones políticas, entre los ruegos leídos por uno de los asistentes del Papa, hubo uno con fuerte contenido que pareció rozar la actual situación de tensión entre el Gobierno y la oposición en la Argentina -pero que en realidad siempre se peticiona en las misas-. «Oremos por los jefes de las naciones», comenzó la lectura del ritual de la llamada Oración Universal de los Fieles. Y planteó: «Que Dios, amante de la paz, inspire a nuestros gobernantes la sabiduría del diálogo y la voluntad de contribuir al bien común, superando lo que divide y buscando lo que une».
La «paz» que venía a buscar Javier Milei después de los agravios y los epítetos que en los últimos años le dedicó al máximo Jefe de la Iglesia Católica llegó este domingo, 24 horas antes de la audiencia oficial. Ocurrió cuando se dio el tan esperado saludo entre los dos en la Basílica de San Pedro, antes y al final de la ceremonia, que se esperaba formal, pero que superó todas las expectativas. Entonces Milei y el Papa se fundieron en un abrazo impactante, que lo dijo todo. Y tuvieron un breve intercambio, marcado por sonrisas, una conexión evidente entre los dos y el clásico humor porteño de Jorge Bergoglio, arma que suele utilizar para superar incomprensiones y tensiones y comenzar nuevos procesos.
«¿Te cortaste el pelo?», fue lo primero que le dijo el Papa, sonriente, al ver por primera vez al mandatario famoso por su cabellera, mientras se estrechaban las manos, tal como pudo verse en imágenes publicadas por el medio católico norteamericano Ewtn (Eternal World Television Network), en las que pueden oírse partes del diálogo de ese momento.
Evidentemente emocionado y quizás descolocado por esa pregunta, Milei le contestó al Papa: «Me emprolijé». Y le preguntó: «¿Le puedo dar un beso?». Francisco, de 87 años, le contestó enseguida, sin dudar: «¡Sí, hijo, sí!». En ese momento Milei se abalanzó sobre él, que estaba sentado en su silla de ruedas y lo abrazó con fuerza, como si se tratara de un hijo pródigo.
«Es un gusto verte y gracias por venir, vos que sos medio (judío), que Dios te bendiga», le dijo a continuación Francisco, cariñoso como un abuelo, siempre sonriente y en tono totalmente distendido e informal, demostrándose listo para iniciar un diálogo constructivo, como dijo recientemente en una entrevista, en la que por segunda vez le bajó el tono al pasado de insultos, diciendo que es normal que se digan ciertas cosas en campaña.
CON KARINA
Y MONDINO
A su turno, Karina Milei, la hermana del primer mandatario, secretaria General de la Presidencia, vestida de riguroso negro, también pidió permiso para darle un beso al Pontífice, que por supuesto accedió. «Gracias por recibirnos», le dijo la alta funcionaria. «Gracias por apoyarlo a él», le contestó Francisco, mirándola a los ojos seriamente, demostrando estar muy al tanto del crucial papel que juega ella, «el jefe», como la apodó su propio hermano.
Cuando la canciller, Diana Mondino, también pasó a saludar con un beso, el Papa pareció decirle, también con gestos, y como le acotó Milei, que estaba detrás, que había que «tener mucha muñeca, dada la aspereza del otro lado». Pero no se entendió si eso fue dicho en el marco de un contexto de política internacional -y el viaje recientemente hecho a Israel-, o de coyuntura interna. «Dios es más grande», comentó entonces Francisco, levantando los brazos, con la sonrisa siempre intacta y despidiéndose con su clásico «recen por mí, que yo rezo por ustedes». Y diciendo «hasta mañana», por la audiencia oficial prevista para hoy en el Palacio Apostólico.
DECIR, SIN «DECIR»
Lo cierto es que ese «bodylanguage» (lenguaje corporal), el abrazo y el beso en el que se fundieron los dos -considerados hasta ahora en cierto modo adversarios, enemigos o polos opuestos- fue una imagen que valió mucho más que mil palabras. Y una señal de que, quizás, el demorado viaje a la Argentina, una asignatura pendiente, está más cerca que nunca. Porque, aunque fue muy breve ese saludo, fue emotivo. Se dijeron sin decir muchas cosas y hubo conexión, cercanía, disposición a una nueva fase.
El «miracolo» (milagro) de algún modo pareció provocarlo Mama Antula, la primera santa argentina laica, porque no fue monja pese a su vestimenta, que con su canonización dio pie a la visita de Milei.
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