Los casi dos años de bajante extraordinaria del río Paraná ya constituyen el periodo más prolongado en situación de estiaje de la serie histórica registrada para este río, según exponen desde la Universidad Nacional del Nordeste (Unne). Las perspectivas no son alentadoras para los próximos meses, lo cual podría agudizar problemas en navegación, tomas de agua y calidad del agua.
El promedio histórico de altura del río Paraná para un mes de junio (serie 1966-2020) en la zona del puerto de Corrientes es de 3,85 metros y de 3,88 metros en el puerto de Barranqueras, de referencias en la zona.
Sin embargo, actualmente se ubica en 0,35 metros en Corrientes y 0,46 metros en Barranqueras en un contexto de casi dos años de bajante extraordinaria.
Según alertas del Instituto Nacional del Agua (INA), se trata de la peor bajante desde 1944, cuando se registrara el año más bajo desde 1884 en que se relevan datos, y no se descarta superar ese registro histórico debido a pronósticos que indican la continuidad de una tendencia descendente en los próximos meses.
La altura más baja de 1944 fue de -0,82m en Corrientes y -0,80m en Barranqueras.
Pero a los valores de niveles de agua ubicados entre los más bajos de la historia se le debe sumar otra cuestión: es el periodo de mayor duración que evidencia la actual bajante extraordinaria del río Paraná.
Así lo indican desde el Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la Unne, en relación a que los casi dos años que lleva la bajante actual es la más prolongada de la serie histórica en que se tiene registro.
“No se observa un periodo de estiaje tan duradero del río Paraná, a lo que debe sumarse que las perspectivas no prevén una recuperación en el trimestre entrante” expresó Carlos Depettris, investigador y profesor titular de Hidrología de la Facultad de Ingeniería (FI-Unne).
Señaló que, salvo algunos días en febrero de 2021 en que se llegó a más de 4,70 metros por acuerdo de gestión de aguas de las represas ubicadas aguas arriba, se atraviesa un periodo largo de bajante, de casi dos años, periodo en el cual la mayoría del tiempo el río tuvo alturas muy bajas para el promedio de periodos de estiaje.
Para comparar, recordó que un año de bajante extrema en la sección Corrientes del río Paraná ha sido, sin dudas, 1944, en el registro de la serie 1905-2020, porque más allá de las alturas hidrométricas, esa bajante tuvo un período de caudales medios mensuales de 8 meses por debajo de los 10000 m³/s (junio 1944 a enero 1945 inclusive), con incluso 2 meses en que los caudales fueron inferiores a 5000 m³/s (septiembre-octubre).
“Hay que recordar que el caudal medio del río Paraná en Corrientes, para el período 1904-2018, es de 17500 m³/s, lo que da la pauta de qué significan esos valores extremos de bajante” sostuvo.
Comentó que la información proporcionada por la Entidad Binacional Yacyretá indica que los caudales medios mensuales erogados por la represa en los recientes meses de mayo y junio tienen valores parecidos a los de aquel año al sumarles los aportes del río Paraguay, pues ambos conforman el caudal en Corrientes.
Por lo tanto, la situación actual está tomando características similares a la de aquel año 1944, sin que aún se llegue a igualar semejante bajante, pero debe considerarse que falta atravesar buena parte del invierno y el inicio de la primavera, que son meses de valores normalmente bajos.
NUEVO CONTEXTO DE PARANÁ
El especialista agregó que, respecto a la bajante extraordinaria de 1944, una característica de la actual bajante, prolongada y con aguas muy bajas, es que se registra en un nuevo contexto del río Paraná que desde la década de 1970 incrementó su caudal promedio anual un 25%.
Hasta el año 1970 el caudal promedio del río era 15.300 m3/s en la zona, y en los últimos 50 años se elevó a 19.000 m3/s, por aumento de las precipitaciones (6%), por cambio de uso de suelo (especialmente en los Estados agrícolas de Brasil), y la construcción de casi 60 represas en Brasil.
Para Depettris, las desalentadoras perspectivas meteorológicas respecto a la Cuenca del río Paraná, en Brasil y Argentina, podrían agudizar la afectación de los distintos usos del recurso hídrico, por lo cual se debería actuar en consecuencia desde los organismos competentes, mediante acciones a nivel de cuenca y no sólo de jurisdicciones.
Uno de los problemas principales ocurre con las tomas de agua, las que quedan al descubierto como en Puerto Iguazú y otras localidades de la región, situación que podría extenderse a otras ciudades de agravarse el cuadro de descenso del río.
También se generan problemas de calidad del agua por un mayor transporte de sedimentos, lo que incrementa los costos de tratamiento y potabilización del agua para consumo, algo que está afectando a la provincia del Chaco.
Otra afectación por la bajante se relaciona con la navegación, que ya atraviesa serias dificultades, y que de seguir bajando el nivel del Paraná podría implicar nuevas complicaciones.
También se registra una alta vulnerabilidad del recurso íctico, como el impacto producido por la desconexión entre las zonas de desove de los peces y el cauce principal del río.
RELACIÓN CON EL CAMBIO CLIMÁTICO
“La persistencia de dos años de bajante extraordinaria no es una cuestión menor, debemos empezar también a mirar estos eventos extraordinarios no sólo como consecuencia de la variabilidad climática histórica, sino desde la visión de los procesos involucrados en el cambio climático” expresó el investigador de la Unne.
Sostuvo que es difícil afirmar en términos generales que los factores climáticos han sufrido cambios en la región, sin embargo, se ha generado evidencia científica que muestra cambios, por ejemplo, en los patrones de precipitación de la Cuenca del Plata desde la década de los años ´70, “que deberían llevar a pensar la gestión del recurso en relación a los nuevos escenarios del clima”.