El Museo del Pueblo Peregrino, haciendo gala de su nombre, en los diez años desde la constitución de su comisión, se fue trasladando por distintos puntos de la ciudad con aperturas esporádicas, como una colección itinerante de reliquias e historias locales.
Pero no fue así por afán, sino por la imposibilidad de conseguir un respaldo estatal para tener un emplazamiento fijo.
Una de las referentes de la comisión, Alena Kruzolek en diálogo con EL LIBERTADOR explicó que los objetos del museo estaban guardados en un deposito desde hace cinco años, «porque no conseguíamos dónde alquilar y quién nos financie el alquiler».
IMPULSO JOVEN
El interés de dos jóvenes, Nahuel Ramírez y Hernán Rodríguez, sobre las fechas imprecisas de la historia del pueblo, llevó al grupo a abrir la puerta de ese depósito.
«Cuando vimos que se estaban deteriorando, sobre todo los muebles, decidimos sacar todo de ahí», relató Kruzolek. «Ahí comenzó todo, gracias a esa inquietud que tuvieron los muchachos», declaró.
GUARDIANES
La comisión del Museo del Pueblo Peregrino se constituyó como una organización sin fines de lucro, y actualmente continúan Alena Kruzolek, Dino Fernández y Vilma Sandoval, como parte de ese grupo originario que gestó la idea de un espacio de revalorización del patrimonio histórico y cultural, en un pueblo que por décadas desconoció incluso su fecha fundacional. Con ellos aunaron esfuerzos Claudio Romero y Marcelo Miszka.
«Hicimos el contrato a mi nombre por dos años, así que por ese tiempo seguro tendremos el museo acá. Seguimos buscando lugar, uno definitivo, y vamos a intentar gestionar con el Gobierno provincial, porque con la Municipalidad ahora todavía no lo conseguimos», comentó.
VALOR HISTÓRICO
«El otro día vinieron de visita un grupo de la Ciudad de Corrientes y quedaron impresionados por el valor histórico de las cosas. A nosotros nos llama la atención lo que tiene que ver con los recuerdos de nuestras familias, y ellos se fijan en detalles como el año. Por ejemplo, hay un diploma de una sanluiseña que se recibió de maestra en 1898», describió. El edificio actual cuenta con dos salas, espacio insuficiente para los objetos que aún se conservan guardados.
«Como no hay manual para la escuela de San Luis del Palmar, hay que mostrar, no decir», subrayó. «Porque yo puedo tener una opinión de las cosas, entonces muestro un documento y acá hay muchos. Como la fecha fundacional: hay documentos, no es que no hay. Nos dejamos estar al no tener un manual escrito, nos olvidamos o no queremos buscar. Es más cómodo decir que no hay nada», contó.
PROTAGONISTAS
El museo se encuentra abierto todos los días, a partir de las 18, con entrada gratuita. Está ubicado por calle 9 de Julio, entre 25 de Mayo y Sarmiento. El mural de rostros emblemáticos obra del muralista Marcos Aldavez, es uno de los principales atractivos.
Aviador Argüello, Mbaya Soto, doña Segunda, Chiqui Ruiz y doña Maruca, son los nombres de estos sanluiseños que viven, inmortales, en el relato de los vecinos.
Se impone así este espacio a la identidad colectiva, de rasgo principalmente peregrino, y sin embargo, fiel en su anhelo de hallar su lugar, luego de tanto andar.
La historia también
está hecha de música
Cada reliquia expuesta en el museo cuenta una historia, como el acordeón de Bernando González, con el que acompañaba a otros músicos en los festejos que se realizaban en Empedrado Limpio, 4ª Sección del Departamento San Luis del Palmar, para agradecer las cosechas y los buenos tiempos. Tocaban siete pericones, ni uno más, ni uno menos.
Pero silenció su instrumento cuando la muerte de su madre lo sumió en duelo, uno del que nunca se pudo recuperar. El acordeón quedó como herencia muda de su hija, nadie más lo tocó. Fue donado por la mujer y hoy se encuentra a la vista, con aquellos pericones entre sus pliegues, como ecos musiqueros de memoria y nostalgia.
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