A través del Decreto 482/2021, publicado este lunes en el Boletín Oficial, el Gobierno nacional declaró el estado de emergencia hídrica por los próximos 180 días en las provincias de Corrientes (noreste), Formosa (norte), Chaco (norte), Santa Fe (centro-este), Entre Ríos (este), Misiones (noreste) y Buenos Aires (este).
“La Cuenca del Paraná es un sistema complejo –represas, humedales, planicies aluviales, lagunas, delta– y de mucha extensión territorial. La normalización de su régimen hidrológico llevará tiempo y dependerá de la regularización de las lluvias”, explicó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (Cirn) del INTA.
Y explicó que “no solo deben recuperarse los niveles hídricos de todos los reservorios naturales y de las represas en cuenca alta, sino también el nivel de reserva de agua en el perfil del suelo de cinco estados del Brasil en situación de sequía histórica”.
De acuerdo con el director del Cirn, “se esperan lluvias moderadas durante los primeros días de agosto en la Cuenca del río Iguazú, pero las lluvias en la Cuenca alta, se activarían luego del periodo invernal a partir de septiembre”. Y agregó que “dependemos de la magnitud y la frecuencia de las mismas durante la primavera para visualizar el escenario futuro más probable”. Sin embargo, alertó que “es muy probable que convivamos con la situación de emergencia que genera la bajante durante los próximos meses de este año”.
IMPACTO PRODUCTIVO Y AMBIENTAL
Técnicos del Inta trabajan en un abordaje integral, en articulación con el sector público y privado. “Los tres ejes de trabajo se orientan a identificar y determinar los impactos, determinar la temporalidad, el momento en que más se agudice acorde a cada ciclo productivo y establecer las recomendaciones técnicas del INTA”, explicó Mercuri.
“En los próximos días muchos de los puertos a lo largo del trayecto del río mostrarán alturas de valores cero o varios centímetros por debajo del cero”, alertó el Director, y añadió que “a los graves problemas de logística a lo largo del todo el río y tránsito de pobladores por el mismo, así como el problema del acceso al agua en cantidad y calidad por las poblaciones aledañas se suma todo lo productivo propio de los territorios a lo largo de la cuenca”.
Desde el Inta señalan que algunos de los principales impactos productivos que se puede mencionar es sobre la ganadería de islas, bajos y de áreas de ribera afectadas por la baja disponibilidad y calidad del forraje, así como por la falta de agua para bebida, los problemas en la captación de agua por las arroceras, dado que también los ríos tributarios del norte de Entre Ríos, Corrientes y los bajos del norte de Santa Fe están sin suficiente agua, la bajante de napas freáticas en áreas litorales o mayor concentración salina en las mismas.
También la bajante afecta a la apicultura dado el impacto en la floración de especies nativas o por la aparición de especies invasoras, la pesca comercial y la artesanal, y demoras para el traslado de madera en zonas del Delta y al menos otros 10 impactos hoy claramente observados en los sistemas de producción de cada una de las regiones que atraviesa el río.
Aclararon que los impactos no son solo productivos. Se puede destacar el incremento del riesgo de incendios de pastizales dadas las condiciones ambientales que favorecen su propagación, la afectación de la biodiversidad tanto de la flora como la fauna y la dinámica de los humedales abastecidos por el río. Los ciclos de la fauna ictícola que fueron alterados nuevamente, la degradación de bosques nativos insulares y albardones, aparición de especies invasoras y una amplia gama de servicios ambientales ecosistémicos que brinda el río a lo largo de su trayecto.
Fuente: Inta.