Por Gustavo Adolfo Ojeda
Especial para EL LIBERTADOR
Rosa Chamorro Shosh, nació bajo el cielo santaluceño, escribe desde temprana edad, asistente del taller literario de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade), es amante de las Bellas Artes.
Realizó estudios de arte e idioma en el Instituto Josefina Contte de la Capital correntina, actualmente trabaja en su taller Nur, pintando, grabando, aprendiendo, enseñando y soñando, al decir de sus propias palabras. Pronto, su arte será plasmado en las blancas paredes del Centro Cultural la Casa Azul, en la ciudad de Corrientes.
La poesía es parecida al mar: profunda, infinita, deleitable; es espejo líquido que refleja el mundo en toda su inconmensurabilidad. Así son los poemas de Chamarro Shosh, que concentran la idea de eternidad en un conjunto de páginas imperdibles.
Actualmente, se encuentra en la organización de la presentación de la «Antología para seguir soñando», del taller literario Nur, dictada por el presidente de la Sade, el profesor Avelino Núñez.
El escritor, de origen mburucuyano, señala, entre otros conceptos en el prólogo del libro de la escritora santaluceña: «Pensar en la eternidad no es menos doloroso que una hernia mental. Conjeturo que el ser humano no está preparado para concebir dicha idea de inconmensurabilidad sino como un anillo que tiene comienzo y fin en sí mismo, o como un urábora, es decir, como una serpiente devorándose a si misma. Y no podemos pensarla sino como una pausa, una suspensión del tiempo, un silencio de estrellas en estado de invariabilidad que petrifica, incluso la muerte.
Según la poética de Rosa Chamorro (Shosh), Dios se mantendría independiente al espacio y al tiempo… Y es aquí el punto neurálgico de la poesía, esa conmoción que no termina y ese gozo que se extiende hasta desaparecer de nuestro entendimiento. Eternidad es el flujo y reflujo de nuestra propia interpretación de las cosas trascendentes.
Es esta una obra rica por donde se la mire. Su autora ha sabido plasmar eso que las bellas letras tienen como principio básico. Quizá es esta una obra lírica que la eternidad de Dios debía al tiempo del hombre, para soñar, amar, disfrutarla y luego morir».
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