El Defensor del Pueblo de la Tercera Edad, Eugenio Luis Semino, observó entrevistado por EL LIBERTADOR, que el pronunciado incremento de precios en el sector de la salud refleja la incidencia de las prepagas y la industria del medicamento en el sector público y el privado.
Remarcó que en el trasfondo se encuentra una compleja red de intereses, cuya cartelización ha exacerbado la inflación en detrimento del sistema de salud en su conjunto.
Así transcurrió parte del diálogo.
El aumento de las prepagas está en el ojo del Gobierno. ¿Por qué el sector mantiene aumentos que superan el 160 por ciento en un contexto de caída, aunque leve, en la inflación?
-Creo que hay dos sectores que están en un mismo espacio, y no tienen competencia, y tienen una posición absolutamente dominante en el mercado: Pasa con las prepagas y la llamada industria del medicamento, dos elementos centrales en un sistema de salud, un sistema de salud que tanto en el sector público como en el privado tenía problemas estructurales notorios desde momentos previos a la pandemia y que en la postpandemia ha estallado como sistema. La salud se convierte en resultado azaroso, es decir, la atención, la resolución de un problema de enfermedad si se llegó a tiempo, si se atiende a tiempo, si el lugar tiene recurso técnico para diagnosticar, si el médico tiene tiempo para escuchar, si el quirófano está disponible, y o el insumo está a disposición, son cosas que hace ya tiempo no pasan. Este es el primer tema, no hay atención de la salud en tiempo y forma.
Se trata de un problema amplio y profundo. ¿Hay otros factores incidentes?
-Tenemos que incorporar que se está perdiendo el recurso irrecuperable de la salud, que no es la infraestructura, que está relacionado con lo económico. Se está perdiendo el recurso humano. Tal vez de esto no se habla, pero esto es lo que no se recupera o no se soluciona rápidamente. Quienes estamos en el sistema lo vemos, en muchas especialidades, en Rosario, Buenos Aires, Córdoba. Lo menciono porque son segmentos de gran aglomeramiento demográfico y centros de formación de referencia. Y hay residencias en especialidades vacantes, hay muchos jóvenes recibidos que emigran. Esto lo veo en mi actividad docente. Yo soy de un club muy chiquito que es Chicago, y el sueño de todo chico era llegar a primera. Ahora hablas con los chicos de la cuarta y el sueño es irse a jugar a un equipo de otro país. Con los médicos y otros profesionales está pasando lo mismo, y no tiene que ver esto con falta de vocación o formación. En realidad, lo que falta es la posibilidad de ver qué proyecto de vida se puede generar a través de la profesión. Por eso, lo resalto, como te decía, se sobrecargó muchísimo, se estresó muchísimo más, se agotó el personal de la salud, la enfermedad el médico, el auxiliar, y en términos a lo que es mi actividad, en gerontología y geriatría. El paciente agudo, hay algo que ni se habla, que es el paciente crónico. Los que tenemos un exceso de juventudes acumuladas, tenemos patologías crónicas por las que necesitamos cuidados permanentes. Esto está totalmente desatendido como lo está otro tema. Un medicamento que no tiene patente, de fines del siglo, la aspirina; hoy una una caja de aspirinetas sale 4 mil pesos.
¿Qué papel interpretan las obras sociales en este tema?
-Si conjugamos esto y sumamos la falta de atención en tiempo y forma, por parte del PAMI, por ejemplo, y de las obras sociales, y de las obras sociales con prepagas, en el sistema solidario y en el sistema prepago, se generan todas estas situaciones. En medicamento, para tener un número, estadísticas, las jubilaciones y pensiones durante el 2023 reajustaron alrededor de 140 por ciento, cuando la inflación en medicamento fue el 300 por ciento. Y en lo que va de este año, el aumento de medicamentos está en el 130 por ciento. Y vamos entonces a relacionar obras sociales con prepagas, porque en muchos casos para el jubilado, la atención del PAMI o la obra social no hay especialistas que atiendan inmediatamente, aún en cardiología, y especialidades que necesitan celeridad, esto demora hasta tres meses, por lo cual algunos jubilados tienen prepagas ayudados por terceros, es decir, tenían una red social que les jugaba como rueda de auxilio en una atención que no les daba su sistema. Y las prepagas aumentaron el 168 por ciento. Con lo cual, lo que sostenía ese recurso adicional para el jubilado ya no existe, porque sus allegados sufren esta crisis.
«Estamos en un callejón»
En foros judiciales se han comenzado a recibir tal cantidad de amparos que los magistrados se arriesgan a decir que este tema, el de prepagas, se asemeja al corralito.
-Es que no da la estructura judicial para dar respuesta a tantos juicios en forma inmediata. Y es porque el amparo en el mundo es una medida excepcionalísima, en términos administrativos, que deberían resolver la situación de quien necesita una situación rápida. Acá, el amparo, en vez de ser excepcional, se convirtió en una medida ordinaria. Hay muchísimos amparos, setecientos amparos. Y no estamos hablando de los miles de afectados por este tema. Y tampoco son todos los jueces los que aceptan una cautelar. Hay jueces que no aceptan la cautelar, que es lo que importa para que se interrumpa el aumento. Por otra parte, las cautelares concedidas son por tiempo limitado; hasta que resuelva el fondo de la cuestión. Por lo cual estamos en un callejón.
«La salud está en manos de las prepagas»
¿A cuánta gente, estima, puede estar afectando este problema?
-Desde hace varias décadas, las prepagas tienen un poder mucho más allá del porcentaje de población que atienden directamente, porque son las que referencian las obras sociales, la gran mayoría de obras sociales, las más grandes, no generan directamente para el sistema de salud con lo propio, gerencian una prestadora, con lo cual, lo que hace la obra social es administrar el recurso que entra todos los meses y pagar a la prepaga, y la prepaga es la que hace al sistema de salud. Por eso, es tanto el poder, y por eso dicen que la salud está cartelizada. Hay dos grandes obras sociales, que son Osde y Swiss Medical, que deciden los aumentos, y el resto aumentos en consonancia con eso. Por lo cual, sin lugar a dudas se viola la ley de competencia.
¿Qué hay más allá de todo esto? ¿Un sistema mal resuelto, corrupción?
-Para mí esto viene de la llamada industria de medicamentos. La cartelización de las prepagas, con ese amplio espectro de referencia. Yo tengo una obra social, y en esa obra social toda mi atención es en una prepaga. No es que tal o cual gremio lo administra. Con los medicamentos pasa lo mismo o peor. El precio de los medicamentos, durante el año pasado aumentó 300 por ciento y estaba regulado el precio. Pero hay tres cámaras de medicamentos, la nacional, la de laboratorios internacionales, y la de cooperativas. Estas tres cámaras tienen los mismos porcentajes de aumentos en el año de los específicos de farmacias. Hay diferencias de un siete, ocho, diez por ciento. Esto está básicamente acordado en una mesa de tres patas. La cartelización surge en los noventa, con un contrato de PAMI que tiene el noventa por ciento de la contratación por medicamentos.