Aníbal Tosetti (Especial)
Para EL LIBERTADOR
La magíster Fernanda Piragine Niveyro, miembro activo de la Cooperadora del hospital Vidal y apoderada de la Fundacorr recordó a sus padres y reflexionó sobre la religión, la familia y los jóvenes.
¿Cuál es hoy su principal actividad?
-Desde hace más de 25 años gerencio una inmobiliaria familiar, F&E Propiedades, que actualmente es mi medio de vida. Soy corredora inmobiliaria y además magíster en Informática y Computación. Hace dos años culminé mi gestión en la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y Agrimensura de la Unne cuando me jubilé. Fui directora del Departamento de Informática de dicha Facultad durante cuatro años y también dicté durante 38 años en la misma dos asignaturas: Métodos Numéricos y Computacionales, y Algoritmos y Estructura de Datos en las carreras de Licenciatura en Sistemas e Ingeniería Eléctrica. Esto me permite actualmente asesorar en escuelas secundarias y articular la relación entre el Nivel Medio y la Universidad para que a los chicos les sea más fácil el ingreso a la universidad en carreras técnicas. Lo hago especialmente en el Colegio Secundario Fernando Piragine Niveyro, del cual soy madrina.
Tengo conocimiento de que usted, desde hace años, integra distintos grupos religiosos y solidarios. Cuéntenos acerca de los mismos.
-Lo hago recordando siempre el lema de mi madre: «Ayudar sin dudar». Es por ello que soy miembro activo de la Cooperadora del hospital Vidal, también prosecretaria y apoderada de la Fundacorr, asociación sin fines de lucro que maneja los recursos financieros del Instituto de Cardiología de Corrientes. Dentro de las actividades solidarias que realiza la Cámara Inmobiliaria de Corrientes, de la que también soy parte, ayudamos al mantenimiento del merendero Pancita Feliz del barrio Bañado Norte, que no recibe ayuda del Estado. Soy actualmente la tesorera y encargada de compras junto con otros miembros y de la entrega de los productos alimenticios. También estoy en permanente contacto con el Colegio Secundario Fernando Piragine Niveyro, del cual soy madrina junto con mi hermana, atendiendo las necesidades de tan querido establecimiento educativo que lleva el nombre de mi padre. Especialmente aprovecho mis conocimientos técnicos de Informática y Computación y mi experiencia como docente universitaria.
¿Los grupos de oración hoy crecen o declinan?
-No puedo hablar en general porque no he investigado bien el tema. Formo parte del grupo de oración llamado Rosario Correntino, dirigido por una gran convocante, María Concepción Perrens. A pesar de ello, muchas dejaron de ir y yo, debido a mis actividades, tampoco voy siempre. Pero nunca dejo de rezar el Rosario temprano, en la mañana.
Inculcar solidaridad
¿Los jóvenes de hoy son mayoritariamente agnósticos, a qué se debería?
-Es así, pienso que nos pasó a muchos: volvimos a la Iglesia cuando nos encontramos en la necesidad de prendernos a la fe. Lo importante es inculcar a nuestros hijos con ejemplos concretos la importancia de creer que Dios existe, que es un Ser superior que nos creó, que sacrificó a su hijo para salvarnos y que se puede recurrir a Él en el momento que lo necesiten. Lo demás vendrá por añadidura. Soy de las que piensan que Dios premia las buenas acciones, el estar siempre al pendiente de quien necesita, no solamente con cosas materiales pues hay gente muy necesitada de compañía, de contención, de cariño, y allí hay que estar. Me consta que muchos jóvenes lo hacen naturalmente y eso sin duda llega a los ojos de Dios, aunque ellos a esa edad se los vea aparentemente alejados del templo pero no de lo que Él nos pide que cultivemos: la humildad, la generosidad, la caridad, la esperanza, la fe.
¿La asistencia de fieles a la Iglesia ha mermado?
-Creería que no, veo mucha gente en las iglesias.
¿Qué faltaría para que haya más solidaridad, especialmente por parte de gente joven?
-Creo que falta más compromiso por parte de los padres así como también de las autoridades educativas, para inculcar a sus hijos el sentido de la solidaridad y de la abnegación. Predicar con el ejemplo es la forma más fácil de llegar a nuestros hijos. Es lo que me pasó a mí y lo veo en mi familia y en muchas otras: al verme en permanente estado de colaboración, todos, hasta mi nietito de dos años, están dispuestos a ayudar ante un pedido mío. Recuerdo que yo era igual con mi mamá. Cuando trabajaba y además criaba mis hijos, no tenía mucho tiempo para ayudarla pero sí le compraba todos sus beneficios, le hacía las notas para agilizar sus trabajos de secretaria de la cooperadora del Hogar de Ancianos o le acompañaba a buscar señoras humildes para hacerse el PAP en forma gratuita, ya que ella era Presidenta del Alcec y en su sede tenían el aparato para efectuarlo. Épocas en que los medios de comunicación eran escasos y había que hacer campañas de concientización a pulmón.
¿Considera que hoy la familia está en crisis?
-Creo que en este momento la familia está en crisis por la intolerancia y la falta de respeto de los que la conforman. Ya no se apuesta a mantenerla unida para siempre. Muchas veces se hace lo que se quiere y no lo que se debe y eso permite que el lugar donde comienza la vida y el amor, que nunca debería terminar, llegue a una situación de crisis.
¿El lema que guía su vida, qué expresa?
-En mi vida, mi mayor obra y la más importante son mis hijos, y trabajamos mucho con mi esposo para lograr lo mejor de ellos: que sean buenos profesionales y mejores personas, y creo que lo hemos logrado. Por eso mi lema es: La vida de nuestros hijos no es suerte, es estar, aconsejar y siempre acompañar en todos los actos de sus vidas y cuando nos necesiten. Desde chiquitos les decía a mis hijos dos cosas, no sé exactamente si son lemas pero para mí son importantes: Trata a todas las personas como te gustaría que te traten a tí. Si alguien les pide alguna cosa, piensen que es Jesús quien les está pidiendo ayuda y no se la nieguen a menos que exista algún argumento valedero.