Desde EL LIBERTADOR se anticipó que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales había levantado el perfil en las últimas jornadas, haciendo las veces de satélite de Gustavo Valdés, ya que el correntino se transformó en la figura que mayor expectativa genera a escala regional y nacional junto con el bonaerense Facundo Manes.
20-CONTRATAPA-7Entre estos dos no hay puja. Juegan roles distintos para abrir camino y espacios de poder para la UCR. El plan A es Manes presidente; el plan B, Valdés vicepresidente. En este contexto, la pelea por el Comité Nacional de la UCR entre Martín Lousteau y Gerardo Morales comenzó a abrir espacio para una salida superadora en la que jugaría fuerte el siempre influyente Enrique «Coti» Nosiglia, acostumbrado a patear con las dos piernas, amagar a la derecha y tirar a la izquierda. Y en las últimas horas, el jujeño buscó recuperar protagonismo al ver que la cosa viene por otro lado. Se auto postuló como candidato a Presidente de la Nación por la UCR para 2023.
Lo dijo a radio Fénix, de La Rioja. «Tengo la convicción de ser candidato por el radicalismo, la idea es fortalecer Juntos por el Cambio», expresó. «Pero también tenemos que construir a partir del debate. Espero que tengamos varios candidatos y podamos tener elecciones internas para dirimir quien será nuestro candidato», añadió con buen tino para no quedar como quien pretende instalarse ex profeso y unilateralmente.
Se debe recordar que el sábado último, llamó la atención su aparición en el itinerario de Valdés por suelo santafesino. El jujeño acompañó al Gobernador correntino en Las Toscas, Villa Ocampo y Reconquista. No le perdió el paso, como queriendo dejar en claro que también se considera una figura de relevancia nacional. El crecimiento del ituzaingueño entusiasma a algunos y molesta a otros.
No se puede olvidar que un día antes, Valdés incursionó con Manes por Misiones. Una movida que dejó una lectura política. Esta instalación en la opinión pública, tanto del correntino como del bonaerense generó celos en la mesa chica del «viejo radicalismo», donde Morales, Sanz, Cornejo, entre otros no quieren perder la voz de mando. Y varios de estos además tampoco quieren perder el destaque público. Estos, se vienen manejando con un discurso intransigente respecto al PRO, pidiendo al macrismo ceder ambiciones y reclamando el turno de ser parte en la definición de las ofertas electorales para 2023. Y así lo ratificó Morales en la entrevista riojana. Advirtió que la UCR «no volverá a ser furgón de cola», reclamando una «autocrítica y debate» en la alianza Juntos por el Cambio, asegurando que «hay gente del PRO que no quiere mirar eso».
En esto se diferencia Valdés, quien mantiene un vínculo estrecho con todas las vertientes del PRO. Hizo de anfitrión de Macri y de Patricia Bullrich. Y cuando estuvo por Buenos Aires, dialogó con Horacio Rodríguez Larreta, desde cuyo entorno se confirmó a EL LIBERTADOR una posible fórmula presidencial de la que el correntino sería parte. Aunque, se sabe, antes Valdés jugaría a fondo para ver hasta dónde crece en las encuestas Manes. Lo que está claro es que, si el plan A no cuaja, el ituzaingueño habrá hecho méritos para representar al radicalismo como número dos del candidato amarillo, más allá de que la elección de 2023 lejos se encuentra de estar definida frente a un peronismo que podría despertarse de la siesta de estos dos años próximos a cumplirse.
AL BORDE DE LA DESESPERACIÓN. Morales se anota para suceder a Alberto. El jujeño «supervisó» la recorrida de Valdés por Santa Fe. El correntino cerró la semana pasada con el traje de figura nacional puesto. Morales hizo su aparición para dejar en claro que también está para 2023. Lamentablemente, tiene un antecedente lapidario. En 2007, la UCR tuvo una experiencia traumática. Logró el segundo término de la fórmula presidencial, secundando a Roberto «pavo real» Lavagna. Ambos sumaron el 16%, del cual el ex Ministro se atribuyó el mayor aporte. Cuatro años antes, la UCR con el ahora K Leopoldo Moreau había sacado el 2%. El fenómeno Manes podría reposicionar al centenario partido frente a la sociedad y al PRO, que relegó al radicalismo a un rol secundario.