La renuncia de Martín Guzmán dejó en evidencia que nunca hay que subestimar a nadie. Por meses se habló de un técnico con poca cintura política y el propio Presidente -que lo defendió una y otra vez- nunca dejó de hablar y de tentar a otros potenciales candidatos a sucederlo, inclusive al ya de vuelta ex ministro Roberto Lavagna, hoy más cerca del arpa que de la guitarra y sin uñas como para hacerse cargo de una coyuntura difícil que exige estar en conexión con un mundo que ha cambiado en sus actores y en sus circunstancias en estas dos últimas décadas.
Lo que hizo el ex ministro de Economía, Martín Guzmán hizo recordar al hoy Presidente de la Corte Suprema que se fue también dando un portazo, dejando el cargo de Ministro de Justicia en disconformidad con los números de una licitación para la construcción de cárceles.
Eso fue durante el gobierno de Néstor Kichner. El doctor Horacio Rosatti pidió una audiencia para comunicar su decisión pero, con algo de picardía que habla de su fino olfato político como ex intendente que fue de la ciudad de Santa Fe antes de llegar al mas Alto Tribunal de la Nación, el hoy presidente del Tribunal tomó la previsión de dejar a su secretario de Prensa con la directiva que antes de salir de la reunión con el Presidente divulgue los términos de su renuncia en un despacho masivo a los medios de modo que al salir la noticia esté ya en los portales.
CENTRO
ENVENENADO
El Ministro elaboró cuidadosamente los términos de los motivos de su renuncia.
No lo hizo por razones personales, como lo hacen muchos de los que se alejan, y prefirió referirse a los condicionamientos para el ejercicio de su función.
Un dato de primera magnitud de que difundió el texto por las redes sociales sorprendiendo a propios y extraños y mientras la Vicepresidenta hablaba en un acto público conmemorando la muerte de Perón y el Presidente estaba descansando en una quinta de Fabián de Sousa, el socio de Cristóbal López en varios negocios, entre ellos C5N y Ámbito Financiero.
El impacto de la renuncia sacó del primer plano el discurso de Cristina, y dejó al Presidente en estado de shock, obligado a recomponer el área mas delicada de su Gobierno.
Seguramente Guzmán no quiso pasar por el mal momento que vivieron sucesivamente conocidos alfiles del Presidente, ratificados una y otra vez que al final cayeron con más pena que gloria.
Vale el caso de Ginés González García; la ex ministro de Justicia, Marcela Losardo; su vocero e íntimo amigo, Juan Pablo Biondi; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ex canciller, Felipe Solá que se enteró en vuelo y por interpósita persona que había dejado de ser ministro o últimamente el ministro Kulfas.
Guzmán prefirió apelar al factor sorpresa y, con una sola jugada de ajedrez, largamente meditada, terminó manejando los tiempos e imponiendo la agenda política de la semana que se inicia.
Antes habló con la directora del FMI a quien impuso de su decisión.
Por estas horas, el nombre de Sergio Massa pasó a los primeros planos.
Dejará la Presidencia de la Cámara de Diputados y quedará a tiro de decreto. Y si así fuera, con la poltrona de Diputados vacante el perfil de su ocupante podría ser alguien asimilable a Raúl Lastiri, o por el contrario un diputado de fuste que bien podría ser del oficialismo o de la oposición que ha mostrado aptitud para sumar mayoría, como lo hizo con el proyecto de boleta única.
Para la alianza gobernante todo un desafío consensuar un reemplazante que congregue a las distintas tribus del Frente de Todos.
.