El Gobierno provincial compartió hoy, a través de su cuenta de Twitter, la finalización de las obras en el Centro de Interpretación de la Cultura Jesuítica Guaraní en La Cruz, en el marco del Plan Iberá III. “Esta gran obra tiene como objetivo revalorizar la cultura de las misiones jesuíticas en territorio correntino”, compartieron.
Anteriormente, la Municipalidad de La Cruz había comentado que el nuevo edificio tendría un hall de entrada, oficinas administrativas, aulas talleres, cafetería, sala auditorio y una sala de exposiciones.
PISAR SOBRE HUELLAS HEREDADAS
«Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y San Carlos fueron incendiados y saqueados en 1816, después fueron recuperados por Andrés Guacurarí y devuelto a sus hermanos guaraníes», narró en director de Turismo de La Cruz, Tape Manuel Córdoba, en una entrevista anterior con EL LIBERTADOR sobre el camino del guaraní, por la costa del río Uruguay. «Nuestro trabajo, desde hace 30 años, es recuperar ese patrimonio que está bajo tierra», aseveró en esa ocasión, al compartir el relato de una ciudad que asumió el compromiso de recuperar su pasado y su herencia.
Córdoba explicó que en el Centro de Atención al Visitante se rescata todo lo referido a la gran batalla a orillas del Mbororé, donde participaron 4.500 guaraníes al mando de sus caciques y el acompañamiento estratégico de los jesuitas. Tras ganarla, en 1641, se logró erradicar a los invasores que venían a cazar a los aborígenes para venderlos como esclavos en São Pablo o Río de Janeiro. Para ellos fue trascendental esa victoria, porque a partir de ahí se dieron los asentamientos y el esplendor de todas las reducciones jesuíticas. En agradecimiento, tallaron la imagen de Nuestra Señora de la Asunción de Acaraguá y Mbororé.
REGISTROS HISTÓRICOS
En el edificio vecino al Centro, está el Museo Parroquial Ramón Félix Mansilla, que cuenta con sus propios guías y ofrece una recreación de lo que fue el pueblo en el pasado a través de videos, documentos e inventarios, que también están digitalizados. Son registros minuciosos de ropa, almacenes, ganados, estancias y capillas, «con los que conseguimos armar el rompecabezas de la historia de nuestro pueblo».
En los inventarios no estaban asentadas las diminutas figuras en madera de 5 a 8 centímetros que luego se encontraron de distintos santos y que conforman una colección llamada «Santería en miniatura». Los guaraníes tallaban como imágenes que llevaban consigo a todos lados, gracias a su minúsculo tamaño, a los santos de los que eran devotos. Al huir por los saqueos, cargaron consigo esas figuras y es lo que se pudo recuperar del trabajo artesanal y religioso del pueblo, luego de que muchas piezas de la parroquia fueran quemadas o sustraídas.
Otra particularidad son las lápidas que se encontraron en los patios de casas particulares, en los terrenos lindantes a la iglesia. En estas pueden leerse los nombres y apellidos típicamente guaraníes como Cumba o Cambarúi, así como la frase «omano’a, angá», que quiere decir «ya se murió, pobrecito».
RELOJ DE SOL
Córdoba describió como «un icono» y «el mayor halago» al reloj de sol que data de 1730, único en su tipo por ser una sola columna de piedra, con tres metros para arriba y tres metros por debajo de la tierra. Según los documentos históricos, se encontraba en el pasado en lo que era el patio de la casa de los religiosos.
RUINAS DE UNA MEMORIA VIVA
Además, el presidente del Instituto de Cultura de Corrientes, Gabriel Romero también compartió hace unos días postales del paisaje de este pueblo que fue escenario de los saqueos de las tropas luso-brasileñas que arrasaron sobre las reducciones jesuíticas asentadas a la vera del río Uruguay, razón por la que se habían diseñado túneles subterráneos que llegaban a puntos tan lejanos del casco central como lo era el Paraje Tres Cerros.