Un hombre llega un día a un hospital neuropsiquiátrico. Su origen es un misterio y él sólo dice que se llama Rantés y que es un visitante de otro planeta. Aunque al principio nadie le cree, con el tiempo todos comienzan a sospechar que su historia es verdadera.
Esa es la trama de Hombre mirando al sudeste (1986), una película de Eliseo Subiela que se transformó en un clásico del cine nacional e internacional. Pero lo que no muchos saben es que ese personaje que se ganó la admiración de miles de espectadores, era interpretado por el correntino Hugo Soto, un actor que se transformó en una de las grandes promesas del séptimo arte argentino y que falleció estando en la cumbre de su carrera.
Hugo nació el 15 de enero de 1953 en la Capital correntina. Interesado en las múltiples formas de las artes plásticas, se instaló en Buenos Aires en 1972. Su primera participación cinematográfica la tuvo en 1975, en un film llamado «La Película». Pero su gran trabajo llegaría diez años después, cuando Subiela lo eligió para interpretar a Rantés, el protagonista de una historia que trascendería fronteras.
«Eliseo vio una grabación en televisión y me buscó. Me dijo: ‘Mirá, estoy entre la gran duda, lo voy a hacer o con dos actores muy conocidos, o con dos desconocidos’. Yo le dije: ‘Lo único que te pido es que te decidas pronto porque el proyecto me vuelve loco’. Creo que no tardó ni una semana, me llamó y me dio el personaje», dijo el actor en una entrevista que le hicieron años después, cuando la película ya había sido considerada un éxito.
«Era un momento en que nadie arriesgaba semejante capital en actores desconocidos. Y Eliseo lo arriesgó», agregó haciendo mención a la gratitud hacia el afamado director por la oportunidad que le había dado y que cambió para siempre su vida.
UN ARTISTA
Después del gran éxito de este film, trabajó en otras películas, hasta 1992 cuando apareció en su noveno y último largometraje «Cuatro caras para Victoria». A la par, trabajó en importantes obras de teatro y en pocos años, Hugo pasó a ser uno de los actores más buscados, talentosos y prometedores de la escena nacional. Todo eso, sin dejar de lado sus otras grandes pasiones: la pintura y la escultura.
A los 40 años, se enteró que tenía Sida y se refugió nuevamente en el teatro. Pero no dejó de dar entrevistas en las que sobresalía por su amabilidad. Lamentablemente, el 2 de agosto de 1994, este correntino talentoso falleció debido a las complicaciones derivadas de la enfermedad. Tenía apenas 41 años.
En 2004, cuando se cumplieron diez años de su muerte, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro Cultural Recoleta organizó una muetra con sus obras artísticas y proyectando sus películas. Fue un grato homenaje para este artista que se ganó el respeto y la admiración de sus pares y del público.
UNA RESPUESTA
En una de las tantas entrevistas que dio sobre Rantés, su personaje por excelencia, le preguntaron si realmente era de otro planeta. Su respuesta, develó un gran misterio para los seguidores de la historia.
«Yo traté de hacer la película, pensando que él era un extraterretre. Me servía mucho más, que pensar que era un enfermo. De todas formas, podemos pensar que si lo era, tenía un delirio sumamemte organizado, donde no tenía ningún tipo de fisura en su discurso y eso le daba un carácter casi de enviado y es lo que lo hacía tan especial», dijo.
Las copias de Hollywood
Tras el éxito de Hombre mirando al Sudeste, de 1986, desde Hollywood tentaron a Subiela para que vaya a Norteamérica a seguir su carrera y él se negó. En una nota publicada por el diario La Nación en 2016, mencionan que el director argentino no aceptó dirigir una nueva versión de Hombre mirando al sudeste. Entonces se la plagiaron y no una, sino dos veces. Y en uno de los casos, el robo fue tan obvio que el hecho llegó a la Justicia.
La primera fue Mr Jones, de 1993 y con Richard Gere en el papel principal, donde el guióon de Eli Roth olió, y mucho, a primer plagio, con sexo del psiquiatra cambiado por el de una mujer, obvio para un inevitable romance, interpretada por Lena Olin. La segunda fue K-Pax, en 2001, de Iain Softley, con Kevin Spacey y Jeff Bridges, en los papeles de Soto y Quinteros, que fue por más y terminó siendo de hecho una copia al carbón.
Subiela dijo en esa oportunidad a la revista Gente, que unos amigos suyos que residían en Estados Unidos, le preguntaron si había cedido los derechos para una remake. «Y no, nada que ver. No sabía nada. Jamás se comunicaron conmigo, y ahora hay abogados que se están ocupando del asunto», contó.
El director enjuició a la producción del filme que, finalmente, habría llegado a un arreglo con el argentino y lo resarció, al menos económicamente.
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