«Estamos llamados a reproducir a Jesucristo en nuestras vidas y en nuestra acción pastoral», remarcó el obispo, monseñor Adolfo Ramón Canecín, en la Misa Crismal que presidió el Miércoles Santo en Sauce, hasta donde vinieron todos los sacerdotes de la Diócesis para renovar sus Promesas Sacerdotales, como es habitual en esa celebración, además de bendecirse los sagrados óleos que durante el año se utilizan en diversos Sacramentos.
En la Misa más íntima de todo Obispo con sus sacerdotes, monseñor Canecín, a quien acompañó su predecesor, monseñor Ricardo Oscar Faifer, los exhortó fuertemente a seguir el ejemplo de Jesús y recordó que la liturgia «actualiza el Misterio que celebramos», lo cual significa que «cada uno de nosotros podemos ser contemporáneos de ese Misterio y al ser contemporáneos podemos ser protagonistas», enfatizó.
Frente al templo parroquial Nuestra Señora del Carmen, en el Sur de la provincia, y ante una multitudinaria participación del pueblo creyente, al hacer referencia a las «cautividades» que indica la realidad, sobre todo con el flagelo de las drogas, dijo que «los ministerios surgen como respuestas a los clamores de la realidad y el Presbítero tiene que ayudar a discernir esos ministerios, ser despertador de ministerios y de los carismas, tratando de articular y crear una red en los servicios».
Reiteró en ese sentido el pedido que viene realizando a los sacerdotes sobre la «urgente necesidad de organizar la Pastoral de las Adicciones» en sus parroquias y departamentos. En ese contexto, remarcó que «a través del Orden Sagrado nos configuramos con Jesús para servir a la manera de Jesús».
«El Sacerdote ministerial debe estar al servicio del pueblo santo de Dios, que es la Iglesia. La Iglesia es el pueblo sacerdotal y nosotros los ministros lavadores de los pies de la Iglesia ¡Sean servidores y desde la Iglesia servidores de la humanidad, porque la Iglesia no está para sí misma, sino que está para servir!».
Entre otras consideraciones, al recordar las palabras del Papa Francisco manifestó que «ser pastores significa caminar delante, en medio y detrás del rebaño». El sacerdote «cercano», al afirmar del Pontífice, es «el que camina en medio de su pueblo con cercanía y ternura de buen pastor; unas veces delante, otras en medio y otras detrás».
JUEVES SANTO
Ya en la ciudad de Goya, en la Misa del Jueves Santo, monseñor Canecín repitió el rito del Lavatorio de los Pies y este año, como en otras oportunidades, llegó hasta la Unidad Penal 8 para conmemorar el gesto de Jesús.
Acompañado por los sacerdotes Diego Alberto Villalba, capellán del Servicio Penitenciario subadjutor, y Boris Escobar Sejas, párroco de San Roque y San Jacinto, invitó a conformarse «profundamente» a Cristo que «no vino para ser servido, sino para servir» y empujado por un amor «hasta el final, a dar su vida por la salvación de todo el género humano».
Participaron del gesto del lavatorio algunos internos que se alojan en esa cárcel y personal del Servicio Penitenciario provincial, encabezados por el subdirector adjutor, principal Ernesto Chavete.
Los sufrimientos actuales
y el camino sinodal,
ejes del Vía Crucis
GOYA. La recreación de las 14 estaciones del Vía Crucis (del latín Camino de la Cruz), este año llevó el lema «Caminando juntos, llevamos tu Cruz Señor», la que se efectuó ayer por la mañana como tradicionalmente se realiza por las calles de la ciudad, la cual se inició en la capilla Sagrada Familia, en el barrio 9 de Julio y luego de caminar más de 30 cuadras finalizó en la capilla San Ramón.
Con la participación de centenares de personas, religiosas, grupos de jóvenes, diferentes organizaciones y sacerdotes, presididos por el obispo emérito, monseñor Ricardo Oscar Faifer, el Vía Crucis comenzó con las palabras de envío del párroco del lugar, Pedro Pablo Ojeda.
En el camino, que representó el trayecto de Jesús hacia el Calvario, además de las reflexiones, se oró por quienes padecen «sufrimiento, enfermedades, el dolor cotidiano, la desilusión de la vida, las heridas interiores, las traiciones, la pobreza, la indigencia y la falta de lo básico para vivir dignamente, la violencia social, la falta de respuestas políticas y la guerra».
A lo largo del recorrido, organizado por la Pastoral de Juventud, algunos jóvenes representaron a los personajes del hecho histórico y en cada una de las estaciones, con la lectura de la oración y la meditación bíblica, se invitó a participar del camino sinodal, es decir el «caminar juntos», meditando como Cristo sufriente habita en las personas que padecen realidades tremendas e hirientes.
Sobre el final y recordando el dramatismo y sufrimiento de Jesús, monseñor Faifer, junto el párroco de la Catedral, Juan Carlos López expresó: «¡Vayamos al trono de la misericordia, que es la Cruz del Señor; allí el Señor para siempre está con los brazos abiertos, nos espera. Su amor es inmenso!» y agregó: «Allí está el hombre verdadero, junto a Él aprendemos a ser más humanos, más fraternos y ser verdaderamente hijos y hermanos en la gran familia de Dios y en la familia humana, porque todos son amados por el Padre».
Advirtió que «solamente vamos a vivir la Pascua en profundidad desde el encuentro con Jesús y cada uno podrá decir, una y otra vez, con San Pablo ‘yo vivo en la Fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mi’. Qué bueno es decir esto, con la certeza que nos da la Fe» y con énfasis expresó: «¡Jesús verdaderamente me amó y se entregó por mí. Vamos con confianza al Señor que siempre nos espera!».
En cuanto al contexto del camino sinodal de la Iglesia, afirmó que «Jesús camina con nosotros y nosotros queremos caminar con Él» y al impartir la bendición con la Cruz procesional instó a «que cada uno diga en su mente y corazón ‘Cristo me amó y se entregó por mí’ y frente a tanto amor del Señor, queremos apoyarnos en su gracia y corresponderle con mayor fidelidad». No olvidó referirse a la Virgen María «que estuvo junto a la Cruz del Señor; Ella siempre también nos acompaña, es nuestra querida Madre, que nosotros la invocamos como tierna Madre de Itati».
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