«Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz» es el tema elegido por el Papa para el mensaje de la 58ª Jornada Mundial de la Paz que se celebra el 1 de enero de 2025, que ya lo dio a conocer el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral a través de un comunicado difundido el jueves 8 de agosto pasado.
Desde su instauración en 1967 por San Pablo VI, los Papas aprovecharon esa Jornada Mundial para ofrecer reflexiones en mensajes, abordando temas como las Naciones Unidas, los derechos humanos, la diplomacia y el desarrollo económico.
El Mensaje para esta ocasión, en consonancia con el Año Jubilar de la Esperanza, que empezó el 24 de diciembre y concluirá el 6 de enero de 2026, firmado en la Ciudad del Vaticano el pasado 8 de diciembre, desarrolla en cuatro puntos temas de actualidad según la mirada del Papa Francisco y que se titulan: “Escuchando el grito de la humanidad amenazada”; “Un cambio cultural: todos somos deudores”; “Un camino de esperanza: tres acciones posibles” y “La meta de la paz”.
Su deseo de paz para toda la humanidad
El Obispo de Roma comienza afirmando que “al inicio de este nuevo año que nos da el Padre celestial, tiempo jubilar dedicado a la esperanza”, desea dirigir su “más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en particular a quien se siente postrado por su propia condición existencial, condenado por sus propios errores, aplastado por el juicio de los otros, y ya no logra divisar ninguna perspectiva para su propia vida”.
Jubileo de la Iglesia católica
Francisco destaca que en el 2025 la Iglesia católica celebra el Jubileo, “evento que colma los corazones de esperanza”, y recuerda que “el jubileo se remonta a una antigua tradición judía, cuando el sonido de un cuerno de carnero – en hebreo yobel – anunciaba, cada cuarenta y nueve años, uno de clemencia y liberación para todo el pueblo”. Y explica que “este solemne llamamiento debía resonar idealmente en todo el mundo, para restablecer la justicia de Dios en distintos ámbitos de la vida: en el uso de la tierra, en la posesión de los bienes, en la relación con el prójimo, sobre todo respecto a los más pobres y a quienes habían caído en desgracia”.
Nadie viene al mundo para ser oprimido
“También hoy – escribe el Papa – el Jubileo es un evento que nos impulsa a buscar la justicia liberadora de Dios sobre toda la tierra. Al comienzo de este Año de gracia, en lugar del cuerno nosotros quisiéramos ponernos a la escucha del grito desesperado de auxilio que, como la voz de la sangre de Abel el justo, se eleva desde muchas partes de la tierra y que Dios nunca deja de escuchar”.
Responsabilidad de todos
Entre otros conceptos el Santo Padre escribe: «Cada uno de nosotros debe sentirse responsable de algún modo por la devastación a la que está sometida nuestra casa común, empezando por esas acciones que, aunque sólo sea indirectamente, alimentan los conflictos que están azotando la humanidad». Además, el Pontífice destaca que “el evento jubilar nos invita a emprender diversos cambios, para afrontar la actual condición de injusticia y desigualdad, recordándonos que los bienes de la tierra no están destinados sólo a algunos privilegiados, sino a todos”. Y agrega que “cuando una persona ignora el propio vínculo con el Padre, comienza a albergar la idea de que las relaciones con los demás puedan ser gobernadas por una lógica de explotación, donde el más fuerte pretende tener el derecho de abusar del más débil”.
La actual “crisis de la deuda”
Para el Papa “la lógica de la explotación del deudor también describe sintéticamente la actual crisis de la deuda que afecta a diversos países, sobre todo del sur del mundo”. “No me canso de repetir que la deuda externa se ha convertido en un instrumento de control, a través del cual algunos gobiernos e instituciones financieras privadas de los países más ricos no tienen escrúpulos de explotar de manera indiscriminada los recursos humanos y naturales de los países más pobres, a fin de satisfacer las exigencias de los propios mercados”.
Acciones de remisión de la deuda externa
Francisco escribe asimismo que “a esto se agrega que diversas poblaciones, más abrumadas por la deuda internacional, también se ven obligadas a cargar con el peso de la deuda ecológica de los países más desarrollados”. “La deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de una misma moneda de esta lógica de explotación que culmina en la crisis de la deuda”. Por esta razón, “pensando en este Año jubilar”, el Papa invita “a la comunidad internacional a emprender acciones de remisión de la deuda externa, reconociendo la existencia de una deuda ecológica entre el norte y el sur del mundo. Es un llamamiento a la solidaridad, pero sobre todo a la justicia”.
Acciones para restaurar la dignidad humana
Entre varias consideraciones, el Papa sugiere tres acciones que puedan restaurar la dignidad en la vida de poblaciones enteras y volver a ponerlas en camino sobre la vía de la esperanza, para que se supere la crisis de la deuda y todos puedan volver a reconocerse deudores perdonados. «Sobre todo, retomo el llamamiento lanzado por san Juan Pablo II con ocasión del Jubileo del año 2000, de pensar en una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones».
Una nueva arquitectura financiera
Francisco pide también “que, reconociendo la deuda ecológica, los países más ricos se sientan llamados a hacer lo posible para condonar las deudas de esos países que no están en condiciones de devolver lo que deben”. Y explica que “para que no se trate de un acto aislado de beneficencia, que lleve a correr el riesgo de desencadenar nuevamente un círculo vicioso de financiación-deuda, es necesario, al mismo tiempo, el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, que lleve a la creación de un Documento financiero global, fundado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos”.
Constituir un Fondo mundial que elimine el hambre
Además, el Papa escribe textualmente: “Me atrevo también a volver a lanzar otro llamamiento, apelándome a san Pablo VI y a Benedicto XVI , para las jóvenes generaciones, en este tiempo marcado por las guerras: utilicemos al menos un porcentaje fijo del dinero empleado en los armamentos para la constitución de un Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas también dirigidas a promover el desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático”.
El Santo Padre espera “que el 2025 sea un año en el que crezca la paz. Esa paz real y duradera, que no se detiene en las objeciones de los contratos o en las mesas de compromisos humanos”, de ahí su exhortación: «Busquemos la verdadera paz, que es dada por Dios a un corazón desarmado: un corazón que no se empecina en calcular lo que es mío y lo que es tuyo; un corazón que disipa el egoísmo en la prontitud de ir al encuentro de los demás; un corazón que no duda en reconocerse deudor respecto a Dios y por eso está dispuesto a perdonar las deudas que oprimen al prójimo; un corazón que supera el desaliento por el futuro con la esperanza de que toda persona es un bien para este mundo».
Fuente: vaticannews.va