La búsqueda del estereotipo de belleza a cualquier precio quedó en el centro del debate a partir de la reciente muerte de la mediática Silvina Luna.
En diálogo con EL LIBERTADOR, la licenciada en Psicología (MP 492) e integrante del Centro de Salud Mental Panacea, María Manonelles, se refirió a los prototipos, a las imposiciones de una cultura que endiosa a la imagen y cómo abordarlo de la mejor manera.
«Se ven en las consultas, uno va escuchando en el consultorio que las preocupaciones, las ansiedades y las angustias van pasando cada vez más por la cuestión del cuerpo, de la imagen y sobre todo del ser aceptado y del sentirse valioso para la mirada del otro».
Agregó: «Hoy los patrones que van haciendo más o menos aceptable el cuerpo y el estado físico de la persona no tienen que ver con el paso del tiempo como era antes, sino que tienen que ver con estándares de belleza. Entonces hay ciertos prototipos que ya se nos van imponiendo, se trata de tener un determinado estereotipo físico que está visto como agradable, está visto como aspirable y todas aquellas personas que no encajan dentro de eso tienen miedo a no ser aceptadas. Lo que hay de fondo es el deseo a ser valorado, el deseo a sentirse amado».
A esto aclaró: «Como profesionales de salud me parece importante aclarar, aun conductas que se ven como superficiales, que tienen que ver con seguir prototipos de belleza, tienen un trasfondo que es mucho más profundo, porque si no estaríamos banalizando conductas que en realidad tienen un peso importante para la persona y que ponen en juego factores muy importantes en la vida».
En este sentido explicó: «Estamos en una cultura que endiosa la imagen y cuando los individuos se adecúan a esos dioses que la cultura pone, no podemos asombrarnos. Tenemos que entender que terminan siendo esclavos de los mensajes».
Sostuvo: «Por ahí estas circunstancias tan tristes de que les suceda a una persona, como en el caso de Silvina Luna, porque no es la primera persona que pierde la vida a raíz de las consecuencias de una cirugía estética. Entonces es importante poder evaluar el riesgo de qué es lo que estoy buscando, qué es lo que voy a conseguir, qué medios dispongo para eso, como para evaluar si vale la pena correr el riesgo. Hay que evaluar el costo-beneficio». Siguió: «No se trata de demonizar intervenciones estéticas que puedan ayudar a la persona a sentirse mejor consigo misma, sino poder evaluar el contexto y el recorrido que la persona ha hecho con esto que lo conflictúa».
Hace cuatro meses, en Corrientes ocurrió el caso de Beatriz Acosta, quien murió mientras tras realizarse un tratamiento estético. La mujer quería quitarse un absceso en la espalda y el 12 de abril se realizó el procedimiento en una clínica ubicada en el centro de la ciudad. Lamentablemente falleció al día siguiente en el hospital Dr José Ramón Vidal producto de una falla multiorgánica. Sus familiares aseguran que se trata de un caso de mala praxis.
Caso testigo de una influencer
A principio del mes de agosto tomó estado público el caso de a influencer chaqueña, Luciana Milessi de 25 años, quien al tener mayor exposición, comenzó a recibir comentarios negativos sobre su cuerpo. «Me decían ‘estás gorda’, ‘heladera’, ‘no tenés cola'», le contó a TN Show. La opinión de los demás la afectó y empezó a someterse a una serie de cirugías.
Respecto a las últimas intervenciones que le desencadenaron una parálisis facial, que aún no sabe cuándo va a curarse, Luciana comentó: «El 3 de agosto decido hacerme liposucción y me acuerdo de que le dije al médico».
Cada vez más chicas «piden» operarse para verse supuestamente bellas
En el camino ambicioso de la belleza perfecta, cada vez jóvenes de menor edad recurren a cirugías estéticas con la idea de alcanzar un prototipo. Respecto a ello, la licenciada en Psicología (MP 492) e integrante del Centro de Salud Mental Panacea, María Manonelles en diálogo con EL LIBERTADOR destacó que es importante sostener los valores.
«Vemos chicas de 20 años que se inyectan Botox o chicas que cumplen 15, que piden operaciones estéticas. No necesariamente son trastornos. Tenemos que hacernos cargo también como sociedad de esos valores que estamos promulgando», señaló.
Afirmó: «Es importante que los profesionales de la salud tomen una posición ética al respecto cuando reciben una niña de 14 años que va a recibir una cirugía de regalo para sus 15. Poder evaluar qué es lo que está de fondo, cuál es la necesidad, en qué estado está esa niña como para someterse a eso, porque es una niña que no está en condiciones de tomar una decisión así. Una chica que se opera y queda contenta con esa operación es una chica que quizás, si lo que la moviliza a operarse es un trauma o es un conflicto muchísimo más complejo de fondo, con esa operación no resuelve ese problema y empieza a generar un círculo vicioso donde se empieza a instalar la idea de que con mecanismos externos y con intervenciones sobre el cuerpo puedo llegar a ese estado que necesito y que anhelo, cuando en realidad es un estado interno que se puede llegar haciendo intervenciones del orden terapéutico, desde la salud mental, no del orden estético, quirúrgico».
Por otro lado, se refirió a las redes sociales: «Se ve mucho ahora con el uso de las redes sociales, de Instagram sobre todo, donde hay un abuso de los filtros que están generando muchísimo daño en la psiquis de la persona, donde ya no acepta su imagen si no es con un filtro. Se cae en la distorsión del filtro, donde el filtro me muestra una imagen que me resulta mucho más agradable. Y puede envolverse, por decirlo de una manera un tanto exagerada, adictiva. Entonces se termina generando esta mala costumbre y este mal uso de la tecnología y de los filtros».
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