Hace 33 años, se eclipsaba definitivamente la estrella del entonces hombre fuerte del peronismo provincial. La línea Vamos Compañeros lograba, en las internas que se realizaron el 16 y el 18 de diciembre de ese año, un ajustado triunfo por poco más de mil votos. Sumó 10.474 contra 9.208 de la línea 17 de octubre y 6.180 del farizanismo. La disputa tuvo un largo prólogo en una batalla sin cuartel en la Justicia Federal, con anécdotas relevantes. La elección terminó de definirse un día martes, con los Departamentos de Mercedes, Ituzaingó y San Martín, por cuestiones judiciales que impidieron votar el domingo. La campaña se desarrolló en el terreno político, con impresionantes movilizaciones. La lucha se extendió al ámbito tribunalicio y al mediático, en el que el sector de Martínez Llano, a través de LT7 y Canal 13, popularizó el espacio de las 16 de Vamos Compañeros entonces conducido por «Caco» Romero y Daniel Bruno. Algo terminó de definir la elección. La tapa del Época del lunes 17, la carta fuerte de don Julio, llegó tarde. Entrada la noche del domingo, una larga caravana por la Costanera, transmitida en directo por Canal 13, legitimaba el triunfo de cara a la sociedad.
Era la primera elección en el peronismo luego del triunfo de Carlos Menem. Nadie apostaba a una derrota del legendario caudillo correntino que tenía una fuerte presencia nacional. Su contendiente era nada menos que el apoderado general de la fórmula Menem-Duhalde en Corrientes, que le había tributado también un inesperado triunfo en la interna nacional que, en la Provincia enfrentó, por la candidatura mayor, a Antonio Cafiero y al propio Julio Romero, que compitió por la Presidencia de la Nación.
EL ARMADO
Fueron varios los meses que insumieron la ingeniería electoral para presentar una opción al viejo caudillo. Interminables reuniones, entre las dos listas opositoras, no llegaron a buen puerto. Martínez Llano no aceptó faltar a los compromisos previos asumidos con algunos dirigentes a quienes el farizanismo ponía bolilla negra y se jugó, a suerte y verdad, aun con el riesgo de una nueva frustración. La cara visible de la oferta electoral fue la fórmula gubernativa Rodolfo Martínez Llano-Rubén Pruyas, con «Chingolo» Díaz Colodrero y Ángel Pardo como candidatos a la presidencia y vice del partido. La campaña se centró en la disputa de don Julio con Martínez Llano, que alcanzó niveles muy fuertes de agresión recíproca. Lo partidario pasó a segundo plano. En los hechos, el haber tomado la disputa por la gobernación, como eje central de campaña, tuvo una razón de ser. Una larga pelea judicial, dirimida en la Cámara Electoral Nacional, respaldó la afiliación de Martínez Llano que databa de 1982 y era negada desde el oficialismo chojulista como cuestión de Estado. Aun así, no pudo acreditar los dos años de antigüedad en el distrito, y eso le impidió ser cabeza de la lista partidaria.
El líder de Vamos Compañeros asumió el compromiso de sostener a Díaz Colodrero, cuya cabeza era puesta como prenda de negociación por la dupla del mayor Farizano y Vassel. Fue el hotel de Turismo, por varios meses, el ámbito de febriles negociaciones mientras se desarrollaba una lucha sin cuartel en la Justicia Federal por sucesivas cuestiones que invariablemente fueron resueltas a favor de Vamos Compañeros, con la decisiva participación de su Jorge Pérez Rueda como apoderado de lista.
La participación de Vicente Joga
El ex Gobernador formoseño venía, desde años atrás, invirtiendo mucho dinero, apostando a destronar al romerismo. Apuntaba, sin disimulo, a establecer una cabecera de playa en Corrientes como punta de lanza de un proyecto regional.
Cuando lo visitó Martínez Llano para pedirle apoyo, este no se lo negó. Le dio vales por 25.000 litros de nafta, el único apoyo externo. El resto de la financiación de la campaña la asumió exclusivamente el propio Martínez Llano. Con todo, hubo un mensaje: «No le van a ganar, porque don Julio maneja los padrones y controla al juez federal». Una advertencia que no cayó en saco roto. Días después, el referente opositor pateó el tablero. Denunció a Vicente Espósito, a través del programa Radio Mañana, de Natalio Aides que el juez se robó unos inmensos plantones de la casa de la calle 25 de mayo. Lo habría hecho cuando el Estado nacional debió devolver dicha propiedad al ser desalojado. Allí por dos décadas, funcionó el Juzgado Federal. El escándalo fue imparable. El Juez denunciado promovió querella criminal que dio lugar a una condena que, años después, la Corte Suprema, con el voto de todos sus ministros, dejó sin efecto. Con todo, el objetivo se cumplió. Espósito, la carta principal de don Julio, debió apartarse de la causa, que pasó a manos del defensor oficial, el «pollo» Castillo Odena, quien fue resolviendo, a lo largo de los meses, todas las incidencias a favor de Vamos Compañeros, que así logró una batería de garantías que se reflejaron en los resultados.
Las garantías
Votó toda Capital en la escuela Centenario. En el Interior se modificaron por vía judicial varios lugares propuestos por el oficialismo. Algunos en campos, como el caso de Monte Florido o Sauce. Varias localidades, que eran mandadas a votar a varios kilómetros, también se corrigieron. Se logró que la Justicia designe 63 veedores, pagados, que acompañaron la distribución y recolección de urnas en toda la provincia. Se impuso la obligación de exhibir los padrones, en cada uno de los pueblos, con tiempo suficiente para la impugnación de los mismos, con lo cual fueron restituidos muchos dirigentes que habían sido tachados por la Junta Electoral. Se obligó a que, cada instancia sucesiva del cronograma electoral, vaya quedando firme, en medio de sucesivas impugnaciones, que permitieron llegar con enorme dificultad al 16 de diciembre. Sobre la hora, el juez debió excluir a tres localidades de la votación ese día, pero, en una decisión inédita, determinó que la elección concluya un día martes, donde jugó a favor de la oposición el clima triunfalista que se vivió el domingo. Así fue que se ganó también en los tres Departamentos en los que se votó. El resultado arrojó 16 Departamentos para Vamos Compañeros y 9 que se distribuyeron entre Julio Romero y Carlos Farizano, con un consejo provincial y un Congreso ampliamente controlado por el sector triunfante.
El fraude y las dos intervenciones
Las urnas volvieron bajo estricto control a la sede de calle Salta. Una fuerte custodia de Gendarmería Nacional hacía presumir que el escrutinio se realizaría sin sorpresas. No fue así. Don Julio no sólo sabía hacer uso de la Junta Electoral a su árbitro sino estaba dispuesto además a ganar como sea. Era un «viejo lobo de mar» y no dio el brazo a torcer. Por alguna banderola, alguien ingresó al depósito donde estaban las urnas, abrió un par de ellas y alteró los resultados de manera no prolija. Las bandas de protección fueron rotas y se agregaron boletas «sin doblar». Antes de que el juez resolviera, el Consejo Nacional ordenó la intervención de la Junta Electoral partidaria, designando a Jorge Rachid para concluir el escrutinio.
En las semanas siguientes, más allá de que el triunfo quedo claramente legitimado, no se podía llegar a una solución, con el agravante de que el viejo caudillo tenía, a través de su esposa Emma Tacta de Romero, una fuerte presencia en el partido a nivel nacional que buscaba una salida para don Julio.
En el ínterin, una delegación formada, entre otros, por el propio Martínez Llano y Farizano, viajaron a Formosa para ofrecer a Vicente Joga la intervención del partido. Sabía que, con el tiempo, Joga haría su juego pero se priorizó aquello de que «lo primero es lo primero», y se optó por cerrar el capítulo de la larga hegemonía romerista. En todo caso, Joga vendría después, como efectivamente fue así. Una larga pelea en el territorio, también en el ámbito del juzgado federal, por varios años terminó haciendo que el «León Blanco» vaya perdiendo progresivamente el control de su territorio.
En una reunión siguiente del Consejo Nacional, cuando este funcionaba regular y orgánicamente, con la presencia de todos sus miembros que se reunían -invariablemente- cada miércoles en su sede de Callao casi Santa Fe, con la presidencia de Antonio Cafiero, fue el propio Martínez Llano quien, con la media palabra de Joga, promovió la intervención al partido que se votó luego de una fuerte discusión con Julio Romero, que intentó agredir físicamente a su oponente a la vista de todo el Consejo Nacional. Fue lo que finalmente disparó la intervención como único remedio a una crisis que ya no tenía solución en el plano de la Justicia. Lo cierto es que Joga asumió y al menos en lo inmediato, la composición de las listas cumplió acabadamente con los compromisos asumidos con Vamos Compañeros poniendo al frente de las campañas electorales del 91, 92 y 93.
Lo que vino después de la derrota del peronismo a manos del pacto fue la pelea con Vicente Joga, también judicializada. El formoseño llegó a suspender una elección ya convocada para un domingo el jueves anterior. La Justicia determinó mejorar las garantías. En la interna de 1993, el escrutinio se hizo en el propio Juzgado Federal y en 1996 se realizó en la planta baja del Correo Argentino. En ambos casos con fuerte custodia de Gendarmería Nacional. Muchos dimes y diretes que son parte de otro capítulo de la historia institucional de la Provincia, como que las definiciones en el PJ implicaron la configuración de un nuevo escenario electoral, dejando atrás, primero al poderoso pacto liberal autonomista, y luego al nuevismo, que luego de ganar en 1997 con el 72 por ciento de los votos fue desalojado del poder un año y medio después.
Quizás lo notable, digno de destacar, fue que los adversarios irreconciliables terminaron siendo amigos. Martínez Llano como gesto que marco la superación de las diferencias le vendió el panteón familiar, el tercero a la derecha de la calle principal del acceso al cementerio San Juan Bautista, al ex gobernador. También con Vicente Joga. Últimamente, el «León Blanco» lo instó a tomar el Bastón de Mariscal para la batalla final que se viene en el PJ de Corrientes, fiel a la memoria de don Pedro Ferré a quien Joga admira. Y esto que muestra la realidad del peronismo correntino de las últimas décadas, la reconciliación con Ángel Pardo, con quien se sacaron chispas por años con célebres cruces radiales. La convención de Santa Fe los encontró en el mismo hotel, en un departamento en que, puerta por medio, vivieron en sana los tres meses que estuvieron allí. (fin primera parte)
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