A casi un mes del inicio del ciclo lectivo, la Escuela de la Familia Agrícola (EFA) Pejú Porá se encuentra sumergida en una emergencia educativa.
La directora, Mónica Espina, habló con EL LIBERTADOR sobre la angustiante realidad que enfrentan, y la posibilidad del comienzo de clases con retraso debido a las condiciones actuales.
Al devastador paso de un vendaval el lunes 8, que dejó sin techo al salón de usos múltiples, le siguieron 400 milímetros de lluvias que afectaron al 90 por ciento de la población, y dejaron a la escuela agrotécnica literalmente bajo agua, de acuerdo a la docente.
Para Espina es difícil de asimilar la dualidad de realidades en Corrientes, donde la tristeza de quienes lo perdieron todo contrasta con la celebración de la Fiesta Nacional del Chamamé.
«La vida transcurre con todos los eventos, con todo lo programado, pero a quienes estamos inmersos en estas dos realidades, nos llama la atención y resulta incomprensible», remarcó.
En este paraje de Perugorría, la situación es crítica y el agua no da tregua. «Aunque algunos nos dicen que comenzó a bajar en algunas zonas, en la escuela aún no se percibe una disminución», dijo.
Espina explicó que las Escuelas de la Familia Agrícola dependen de la Dirección de Enseñanza Privada, y la directora Alejandra Moncada le consultó sobre los planes para enfrentar esta situación.
«Lo único que esperamos es que baje el agua. Cuando ello ocurra y podamos entrar, veremos qué nos depara. Por ahora, el agua está a un metro de altura dentro de la escuela. Si bien tomamos algunos recaudos, los que nos permitió el tiempo, porque fue muy rápido cómo se vino el agua, levantamos muchas cosas y no sabemos si fue a suficiente altura. Levantamos sobre las cuchetas pupitres pero no mucho más, no teníamos sobre que más levantar», señaló.
La situación obligó a trasladar el ganado y afrontar pérdidas considerables en el sector de apicultura.
La ministra de Educación, Práxedes López, aseguró a Espina que el Gobierno acompañará y trabajará en la rehabilitación de la institución para comenzar las clases cuando la eventualidad sea superada.
Una vez que el agua se retire, se podrá evaluar los daños en el edificio de la EFA que alberga oficinas administrativas, salones de clases, pabellones de dormitorios, cocina comedor, y otras dependencias.
Se anticipa un arduo trabajo para limpiar y recuperar el espacio, con la incertidumbre de si se logrará reiniciar las clases a tiempo. El establecimiento cerró el año pasado con 115 alumnos.
La consternación entre los docentes es palpable, y la directora señaló que recién ahora pueden abordar el tema con cierta resignación.
«Nosotros trabajamos todo el año, de lunes a lunes porque el material con el que trabaja una escuela agrotécnica es vivo, entonces durante las vacaciones los profesores y los alumnos hacen guardias para llevar a cabo todas las actividades que corresponden como alimentar, producir, cuidar las huertas».
«No se puede hacer más nada; es peligroso entrar. Los puentes empezaron a colapsar, incluso el auto de un docente quedó atascado y tuvo que ser rescatado con un tractor», concluyó.
En este escenario desafiante, la EFA Pejú Porá se enfrenta a la incertidumbre, buscando preservar su misión educativa a pesar de los embates de la naturaleza.
«Abrazo solidario» a la escuela
Un docente rural jubilado, oriundo de Mercedes, pero de la provincia de Buenos Aires, Oscar Dinova, movilizado por la situación en Paso Tala, impulsó un abrazo solidario a la EFA Pejú Porá.
«Las escuelas de alternancia llegaron a la Argentina en 1968 y hoy son cerca de un centenar en unas seis provincias. Tienen nombres diferentes, pero comparten la misma filosofía de vida y de compromiso con el mundo rural y sus familias, es el momento de abrazar con fuerza a esta institución que está en duros problemas», aseguró.
El docente compartió los datos de una cuenta bancaria para colaborar con la escuela: basto.capota.alamo, es el alias para realizar transferencias y el CBU es 0110286640028624494580.
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