Por María Herminia Grande *
Hay una rendición de la política o el Presidente Milei comenzó a hacer política? La votación de media sanción en Diputados de la Ley Bases y el paquete fiscal, donde el oficialismo obtuvo un promedio de 140 votos (La Libertad Avanza tiene 38 diputados) obliga a formular la pregunta. Y mucho más cuando esto ocurrió a sólo horas de la movilización federal más importante para la defensa de la educación pública de los últimos años. Queda claro que en Diputados fue «la casta», encabezada por Miguel Ángel Pichetto, la que le salvó la ropa al Gobierno.
En febrero, su propia incapacidad (del Gobierno), lo condujo al fracaso. En esta ocasión, la expertise dialoguista del ministro del Interior, Guillermo Francos, sumado a la presencia de Santiago Caputo en el rol estelar de «concedente», hicieron la diferencia. ¿Se mantendrá esto en el Senado? La oposición más fuerte (Unión por la Patria) tiene 33 senadores, pero duda que dicho número se mantenga: «Sin el apoyo de senadores de partidos provinciales, no llegamos, nos faltan cuatro. Habrá que ver qué hacen Río Negro, Neuquén, Santa Cruz», manifestó en off un senador.
También habrá que ver qué hará el senador Lousteau, ya que los representantes de Evolución en Diputados se abstuvieron. Para lograr la sanción definitiva, «el dialoguista» y «el concedente» tienen un trabajo arduo con los gobernadores y senadores.
La otra gran pregunta es si los números de la votación en Diputados preanuncian una nueva configuración política en el mapa electoral argentino. Esto resulta prematuro, no para la política y los políticos, sino para los ciudadanos, que cada vez tienen mayor dificultad en buscar dinero en los bolsillos cocidos. En principio, pareciese que hubo una especie de armisticio no escrito entre el Ejecutivo y el Legislativo para que el Presidente deje de echarle la culpa al Legislativo y tenga el instrumento solicitado por éste para gobernar.
Puede tratarse de un mero hecho circunstancial, dado que la recesión parece seguir profundizándose y se avecinan conflictos, como las asambleas del sector del transporte del lunes 6, y el paro general de la CGT tres días más tarde. Quizá, con el correr de los acontecimientos, del número alcanzado, en adelante puede haber defecciones estratégicas.
Hemos dicho en otras ocasiones que con la presencia del presidente Milei hay un antes y un después en la política argentina. En esta nueva etapa, en principio, cuesta ver en carrera al kirchnerismo y al macrismo. Aquí me detengo. El gobernador Kicillof está obligado a jugar, pero ya ha dicho que «es con nuevas canciones y apertura». Cristina Kirchner busca y tantea, pero no encuentra dónde posicionarse en esta nueva etapa.
En el caso del PRO (que surgió a la vida política como motor de cambio), hoy discute cómo efectivizar otro nivel de cercanía, de contacto con la ciudadanía. Y aunque Mauricio Macri, próximo a asumir la presidencia del partido que fundó, le enoje la sola mención de una candidatura con su nombre y apellido en Caba el próximo año, la realidad le dice que algo deberá hacer.
La Ciudad de Buenos Aires está sin conducción clara. Muchos protagonistas, como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, pujan por lo mismo. Todo indica que el ex Presidente debería jugar más allá de sus propias ganas.
Si a Milei le va bien, estarán él y su partido; y en frente, fuerzas «a construir». ¿Será un sector del peronismo del centro, que además debería encargarse de contener a gobernadores que empiezan a «mirar con cariño» al Gobierno nacional? El PRO, ¿confluirá en las listas de LLA? ¿Habrá una convergencia del radicalismo filo socialista?
Para cualquiera de estas opciones, u otras, se necesita voluntad de acuerdo transversal y programática. Lo ocurrido en Diputados con el «Señor Tabaco» puede mirarse como una primera experiencia.
Urge para la delicada salud de nuestra democracia que aparezcan alternativas políticas. Si al Presidente le va bien, iremos hacia la eliminación de la democracia. Él no cree en ella. Si le va mal, y no hay alternativas políticas, vamos hacia un terreno cenagoso.
A esta altura, hay que repasar las últimas publicaciones del doctor Hugo Quiroga. Sobre las democracias, manifiesta: «No se puede entender la democracia de manera nacional. Tiene problemas y dificultades globales producidas porque está en crisis y en déficit. Por déficit en el sistema de representación. Con fragmentación de los partidos. Beligerancia. Política de extremos. Guerra. Estamos en un momento tan crítico que ya no podemos mirar a la democracia sólo como algo local. Sólo un ejemplo: Erdogan reformó la Constitución con un discurso socialdemócrata, y luego con mayoría la siguió reformando hasta convertir a su gobierno en una autocracia. Ese es el concepto de lo que se viene: autocracia. No es fascismo, no es dictadura, son formas nuevas de despotismo, de autoritarismo».
La sociedad argentina está herida, desconfiada y eligió a un Presidente cuya audacia extrema lo hace seguir hacia adelante creyéndose realmente el león de la selva política, y desde ese posicionamiento avanza. La sociedad produjo y aceptó un cambio. También puede cambiar de idea.
* Publicado en Infobae
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