En su libro La visión estratégica de Juan Domingo Perón, publicado por Editorial Areté, Jorge Castro enfoca el tema desde una perspectiva original, probablemente inédita, que posibilita el apasionante ejercicio de interpretar el pensamiento del fundador del peronismo en función del presente argentino y mundial, cuestión que es enfocada específicamente en Perón hoy, un trabajo introducido como valor agregado a modo de último capítulo de esta segunda edición que fue elaborado en conjunto con Pascual Albanese y Jorge Raventos, con quienes el autor comparte desde hace veinticinco años, en el centro de reflexión Segundo Centenario, la tarea de analizar la situación política y económica de la Argentina en el contexto global.
Su lectura indica que no estamos ante un ensayo más dentro de la vasta literatura sobre el peronismo. La obra no está focalizada en la trayectoria política de Perón ni en su acción de gobierno. El estudio está centrado en el pensamiento de Perón, que es examinado no tanto por su contenido intrínseco sino principalmente por su método de abordaje de la realidad. Castro no analiza «qué» piensa Perón, sino «cómo» piensa Perón, cuáles son aquellas categorías de análisis que están detrás de su pensamiento.
Según Castro, «Perón es un clásico y como todo clásico es también un contemporáneo». De allí que revisar su pensamiento estratégico no es hablar del pasado sino interrogarse sobre el presente y el futuro. Perón muere el 1° de julio de 1974, mucho antes de que se desplegara el fenómeno de la globalización de la economía mundial impulsada por la revolución tecnológica, que es el hecho central de nuestra época, pero su visión estratégica anticipa esa dinámica y ayuda a desentrañarla: «Todo parece más claro cuando el progreso técnico ha empequeñecido a la Tierra, sino en el espacio por lo menos en el tiempo. Este empequeñecimiento del planeta ha traído como consecuencia la necesidad de contraerlo todo en relación al tiempo y al espacio. Así la política interna ha sufrido sus consecuencias, pasando a ser una cosa casi provinciana, para ser reemplazada por la política internacional que se juega adentro o afuera de los países».
En esa dirección, Perón apunta que «El mundo viene evolucionando y los hombres creen que son ellos los que lo hacen evolucionar. Son unos angelitos. Ellos son el producto de la evolución, pero no la causa. El mundo evoluciona por factores determinismo y fatalismo histórico. Hay muchos factores que no controlan los hombres, lo único que éstos hacen, cuando se les presenta esa evolución, es fabricar una montura para volver cabalgar en ella y seguirla».
Para Perón, «el mundo, y sobre todo los grandes países, están pensado en que esta evolución que nosotros hemos presenciado va a desembocar, quizás antes de que comience el siglo XXI, en una organización universalista que reemplace al continentalismo actual. Y en esa organización se llegará a establecer un sistema en que cada país tendrá sus obligaciones, vigilado por los demás, y obligado a cumplirlas aunque no quiera, porque es la única manera que la humanidad puede salvar su destino frente a la amenaza de la superpoblación y la destrucción ecológica del mundo. Es así que nosotros debemos empezar a pensar que ese universalismo ha de ser organizado por alguien y que si nosotros no nos disponemos también a intervenir en la organización de ese internacionalismo, todos nuestros años de lucha por liberarnos serán inútiles, porque si los imperialismos actuales imponen el ritmo de esa universalización, lo harán en su provecho, no en el nuestro».
En ese contexto, el libro examina la formación intelectual de Perón en relación al clima cultural y político de su época, situada en el interregno entre la primera y la segunda guerra mundial. Analiza su rol como un destacado intelectual del Ejército argentino en la década del 30. En esa vivisección, rastrea los elementos que confluyeron en la configuración de su pensamiento.
En la interpretación de Castro, la estrategia de Perón está fundada en tres categorías básicas: la evolución histórica, la conducción política y la justicia social, entendida como brújula de la acción política. La evolución histórica es la tendencia del hombre a integrarse en espacios geográficos y sociales cada mes más grandes». La conducción política tiene por misión «forjar la montura propia para cabalgar la evolución». La justicia social, concebida como rumbo permanente, no es sinónimo de igualitarismo, sino de equilibrio y armonía.
La novedad de envergadura introducida en esta edición es ese último capítulo, titulado Perón hoy, elaborado en colaboración con Albanese y Raventos, que asevera que «para hacer honor a la inmensa riqueza de su legado, no se trata de repetir de memoria discursos de Perón, sino de emplear sus propias categorías de análisis de la realidad para repensar su mensaje político en función de los desafíos del mundo y de la Argentina del siglo XXI». En esta apreciación reside tal vez el sentido y la oportunidad política de la aparición de este libro.
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