Son muchas, pero las más llamativas se dan al momento de abordar las indagatorias, haciendo caso omiso a las estrategias que indican los manuales investigativos, siendo permisivos con los imputados, facilitándoles el escenario, las plataformas y sin ningún tipo de presión, vital para los interrogatorios.
Son muchos los yerros advertidos. Algunos de ellos son los siguientes:
1) Demora en citar a quienes podrían haber ayudado a dirigir la investigación en el camino correcto.
2) No disponer el secuestro de los celulares, en tiempo y forma, para que el peritaje de los mismos arrojase resultados ciertos y no se encuentren mensajes borrados.
3) No disponer el envío de los detenidos a distintas cárceles, distantes de los tribunales de Goya, más allá de la conveniencia de su traslado -vía terrestre- las veces que fueren necesarias, cuantas más, mejor, para quebrarlos en el marco del Derecho.
4) No ordenar que todas las declaraciones sean presenciales, permitiendo el Zoom, plataforma que impide, algo tan necesario, como es semblantear las reacciones, las emociones y las facciones de quienes tienen otro marco si debieran enfrentar -primero- un largo y desgastante viaje, -segundo- la presión de la gente agolpada frente al Juzgado que quiere se termine con el verso, y -tercero- el cara a cara con juez y fiscal.
Todo esto ayuda a lograr el objetivo central que pasa por lograr que digan todo lo que saben. Ello, obviamente, no se da cuando se les otorga el inaceptable privilegio de declarar a distancia, desde la comodidad de una sala del penal en el que están alojados, en un diálogo que las más de las veces siquiera tiene la claridad necesaria.