Con varias las aplicaciones que permiten acceder a un servicio de envíos a domicilio expedito y relativamente barato. Entre 2007 y 2009 encontraron su apogeo, expandiéndose en países como Uruguay, Chile y Argentina. Hace poco ingresaron a Corrientes. La propuesta atrajo mucho, pues presentaba escalabilidad, se podía adaptar a otros contextos bajo la misma impronta. Hoy se encuentra en 15 países y según la revista Forbes, cuenta con un total de 40.000 repartidores en nuestro país. Sin embargo, las experiencias locales no siempre son las mismas.
Así lo dejó en claro Hernán a este medio, que comenzó a trabajar a las 15 de este martes, en lo que fue su primera jornada en una de las firmas más conocidas. En una hora ya entregó tres pedidos: «El primero fue de McDonalds; el segundo, de la confitería Martha Bianchetti y también hubo un tercero», comentó. Aún le quedan por delante tres horas más de trabajo. Los más experimentados en este rubro dirán que «en un rato comienza la hora pico. A la siesta todo está ‘muerto’, pero desde las 6 en adelante empieza el movimiento», agregó.
Espera de espaldas a la parada del colectivo, sobre un rincón de la peatonal Junín con la característica campera roja cerrada hasta el cuello, la típica mochila, el celular en la mano y el casco a la mitad de la cabeza. Preparado para salir ni bien reciba una nueva notificación. Él reconoce: «Decidí empezar porque siempre me gustó andar en moto, y quiero ganar plata haciendo esto. Lo decidí en julio del año pasado, y desde ahí empecé a esperar respuestas. El 9 de diciembre me pasaron los datos para seguir los siguientes pasos, porque son nueve en total para poder entrar. El año pasado, mientras estuve esperando, hice seis. Ahora tengo que hacer el 8 y el 9. Esos se completan ya cuando estás trabajando».
Ayer, Corrientes amaneció con lluvia, situación que se extendió durante toda la mañana y parte de la siesta. En este jornada se da otro caso, el de Florencia. Tiene 24 años y empezó a trabajar durante la pandemia, después de que la despidieran de una heladería. «Hace cuatro años estuve entre las primeras 15 personas que comenzamos a trabajar para la empresa. En ese entonces era distinto, pero esto cambia constantemente. Ahora no tenemos coordinadores y estamos solos. No hay alguien que nos apoye ni quien nos proteja en ese sentido. Antes, cuando recién empezamos había alguien. Ahora no hay más. Por ejemplo, cuando llueve se supone que es cuando tenemos que ganar más porque estamos en la calle, mojados. Pero no, todo eso se cortó», confiesa mientras le quita el candado a su moto blanca.
AUMENTOS
«El aumento de la nafta repercutió un montón. Mandamos muchos mails para que nos puedan aumentar el esquema de pago porque había veces que, por ejemplo, a mí no me alcanzaba. Yo suelo trabajar ocho horas ahora, entonces gastaba un poco más en nafta y me quedaba poco para mis gastos normales, pero ahora gracias a Dios nos aumentaron y estamos, dentro de todo, bien. En realidad, no del todo, pero mejor. Ni siquiera llego a un sueldo básico, pero por lo menos tengo para comer», detalló angustiada.
«Yo voy a seguir trabajando acá hasta que consiga otra cosa. Ya van como cuatro años y siento que caduqué. Tengo 24 años. Sigo tirando curriculum, pero no hay caso. Me gustaría cambiar por el tema del pago, es algo que ya no me cierra. Ya no es más como antes, hoy para ganar tenés que ser esclavo de la aplicación. Hay diferencias entre estar en el nivel 1 y el 3, esto sería que te mandan a barrios feos. Si vos rechazás pedidos, después no tenés horas para trabajar», comentó Florencia.
ANTES
Jorge es otro joven que trabaja para una app de envíos. También comenzó durante la pandemia. Su jornada abarcaba 18 horas de trabajo. Gracias a esa vorágine pudo comprar un aire acondicionado, un somier, cambiar su moto por una más grande y empezar a construir su casa. «A mí me recontra benefició este trabajo. Yo estoy muy contento de estar acá», aseguró. Hasta ese momento trabajaba en un mayorista, pero renunció y fue su primo -que vive en Buenos Aires- el que lo convenció de sumarse a la empresa. Su tiempo de espera fue distinto al de Hernán, a él le tocaron cuatro meses y después ya comenzó a trabajar.
Según lo que detalló Jorge, actualmente habría un 80 por ciento de trabajadores que utilizan una moto, mientras que el 20 restante se moviliza en bicicleta. A diferencia de otras firmas de delivery, la de color rojo cuenta con un gran caudal de trabajadores. «Los otros son poquísimos porque acá no les fue muy bien, porque ya estaba instalada la competencia y muchos se pasaron a trabajar acá», señaló con orgullo, mientras acomoda en la mochila un vaso y una bolsa de McDonalds en el pasaje Agustín González, desde donde hace dos meses Tránsito, les permitió estacionar las motos de manera oficial. Por ello, son muchos los que se reúnen allí a esperar a que les suene el celular.
Volviendo al relato de Florencia, ella detalló: «Siempre esperamos en la plaza Vera o en la Torrent. Esos dos son los puntos en los que te caen más pedidos. Antes, por ejemplo, eso era otra cosa. No teníamos lugar donde estacionar, tenías que meterte en el huequito que encontrabas nomás, entre los autos. Tenías que controlar tu moto cuando entrabas a un local porque te podían chocar. Nunca tuvimos un espacio, como ahora en el Pasaje, para poder estacionar la moto y estar tranquilos. Ahora me puedo quedar acá hasta recibir un pedido porque eso es lo que más queremos. Esto nos ayuda mucho, porque si no estamos moviéndonos constantemente».
EFECTO
ELECTORAL
«Acá no se puede sindicalizar, eso era lo que proponía Massa. Pero desde Buenos Aires no íbamos a tener ese trance. Siempre buscamos ser libres, tal cual como lo veníamos haciendo. Por eso nos inclinamos por el lado de Milei, porque él nos hizo la propuesta de seguir trabajando libremente, no depender de nadie. Y lo que quería hacer Massa era llevarnos a trabajar en relación de dependencia. Y nosotros queríamos hacerlo por nuestra cuenta», comenta en confianza.
«El mínimo es de 2 horas y media y el máximo de 12. Antes sí se podía trabajar más, pero ahora pusieron un tope porque había gente que trabajaba mucho y con el calor se descomponía, se enfermaba o le afectaba un poco la cabeza también. Pero, en definitiva, vos elegís la cantidad de horas y la cantidad de turnos que querés trabajar», puntualizó mientras arrancaba su moto para despedirse.
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