El Interventor partidario se las ve en figurillas para armar el consenso. Es consciente de la necesidad de no dar señales de ser funcional a la llamada «Cooperativa». Ayer, no fue una buena señal el comisariato de la senadora, Ana Almirón, que no se despegó de los delegados federales en un rápido cruce por la Provincia con escala final en Monte Caseros, donde coexisten dos sectores y tres candidatos. Para el resto del peronismo, las acciones de los jefes comunales quedaron en baja, luego de que la mayoría de ellos se desentendió de la elección a Gobernador.
Eran -hacecuatro años- 26. Con el correr del tiempo fueron quedando menos. Y, últimamente, un grupo de ellos blanqueó sus preferencias por Gustavo Valdés. El último pase lo capitaneó el diputado, «Tatín» Acevedo que, crítico con su ex jefe político, cruzó el Rubicón de la mano no sólo de la Jefa comunal de Mantilla, sino de otros mandatarios municipales.
Con todo, el grupo busca un espacio en la lista provincial, más allá de que el intendente de Paso de los Libres, «Tincho» Ascúa opera para que tengan cabida en la nómina al Congreso de la Nación, pretendiendo ubicar ahí a su secretario de gobierno y mano derecha, Javier Sigillo. Una tarea nada fácil, porque el kirchnerismo de paladar negro pretende que sea uno de los propios.
Dentro del resto de intendentes no hay unidad de criterio. Nadie consigue mostrar cuántos porotos suman. Ninguno parece pasar de cinco adhesiones, lo cual hace que la tarea no sea fácil para un Interventor que quizás haya creído que sería más fácil. Más allá de que en los hechos, hasta ahora se ha vivido una tensa calma que por lógica variará, a medida que se acerquen los tiempos de definiciones, tanto más si no se respetan las formas, algo que parece esencial en la hipersensibilidad de un peronismo en efervescencia.
En los últimos días, la recorrida de los intendentes, «Tata» Sananez y «Tape» Caram, junto a un par de dirigentes, más produjo revuelo en distintas localidades en las que la presencia de los jefes comunales no contribuyó al propósito de unidad. El caso de Goya, Lavalle, Mburucuyá o Perugorria pareció ser muestra de impericia y exceso de atribuciones. En el caso del Intendente de Mercedes, no lo ayuda su no pertenencia peronista. «Tata» está anotado como uno de los aspirantes a una banca de diputado. En rigor de verdad, fue uno de los que impulsó la votación de los intendentes el 29 de agosto, aunque se terminó imponiendo un criterio contrario sin que haya una bajada de línea que otorgue al candidato mayor las mejores posibilidades. Las mayores responsabilidades recayeron en Ascúa, quien enfrenta un complejo escenario frente al retorno de «Peteco» Vischi, dispuesto a recuperar la Comuna.
Hace cuatro años, los 26 intendentes representaban todos juntos el 18 por ciento del padrón. Hoy, por las sucesivas fugas, sólo superarían el 13. Aunque la dificultad mayor pasa porque ninguno logra las adhesiones necesarias como para legitimar un espacio que aparece como difuso.
Una banca en Diputados podría solucionar al menos una de las dos comunas más complicadas, el caso de Santo Tomé y de Esquina. En este último caso, el Jefe comunal estaría dispuesto a acordar con Raúl Dal Lago su aval a la candidatura local si logra confirmar su espacio en la Legislatura.
De última, en esta como en otras cuestiones, será el Interventor quien terminará bajando martillo. Una tarea nada fácil para quien además busca una integración amplia que no reedite los errores que eyectaron a Julio Sotelo meses atrás. Por lo que pudo saberse, más allá de la relación preexistente con el Intendente de Santa Lucía, el accionar de Sananez no pasó desapercibido.
SUMA ADHESIONES. Hugo Benítez estaría cerrando políticamente una localidad difícil como Esquina. Estaría dispuesto a entregar la sucesión a un oponente, en la medida en que se asegure un lugar en la grilla de diputados. Por ahora, suma adhesiones de otros jefes comunales, una tarea no fácil, aunque necesaria para legitimar la representación de un espacio que, a esta altura, no se sabe cuántos intendentes reúne.