El pasado lunes 17, la Unidad Penal Nº3 (UP3), más conocida como el Instituto Pelletier, abrió sus puertas al público para que participen de una feria especial. Se trató de la tercera edición de Manos Artesanas, una actividad en la que un grupo de mujeres alojadas allí exponen para la venta las manualidades que realizan en distintos talleres. El objetivo es que puedan comercializar sus trabajos y así colaborar con las familias que las esperan.
Esta actividad es impulsada entre la Red de Derechos Humanos de Corrientes y el Observatorio de Conflictos Sociales del NEA (que funciona en la órbita de la Universidad Nacional del Nordeste) y un grupo de mujeres emprendedoras en contexto de encierro en el Pelletier. En conjunto, cuentan con el apoyo económico del Comité Nacional para la Prevención de la Tortura.
«El espacio surge en el marco de un proyecto de investigación sobre las condiciones de vida de las mujeres privadas de su libertad en lugares de encierro en la provincia de Corrientes, como una forma de contribuir a la reinserción social de las artesanas de la UP3, asegurando una plataforma para la adquisición y fortalecimiento de habilidades laborales con generación de ingresos para la continuidad de sus emprendimientos y el sostenimiento de sus familias», explicaron desde la organización.
Hilda Presman, referente de la Red de Derechos Humanos Corrientes y una de las impulsoras de esta actividad explicó a EL LIBERTADOR la importancia que reviste para las emprendedoras. «Muchas de las mujeres que están cumpliendo sus condenas son el sostén de sus familias. El hecho de que estén tras los muros del Instituto no cambia eso y necesitan tener una fuente de ingresos para ayudar a sus hijos e hijas que están afuera. Esta feria se pensó justamente para ayudar en ese sentido y al mismo tiempo, que sea un espacio de resocialización para que la gente de afuera pase al interior de esta unidad, conozca los trabajos que se hacen y tomen contacto directo con ellas», dijo.
En este punto también mencionó que se trata de mujeres que cargan con muchos estigmas por su condición de privadas de la libertad y que, pese a que ya cumplen con sus condenas, el peso social es una carga que les cuesta sobrellevar. «Por eso este espacio también es una forma de mostrar que son capaces de hacer algo más por ellas y por los suyos», agregó.
CREATIVIDAD
Este es el primer año de la feria y la del lunes 17 fue la tercera que se lleva adelante en el patio del Instituto que está por calle Tucumán al 728. Las anteriores se hicieron el 14 de febrero y el 8 de marzo.
En las mesas, dispuestas especialmente para la ocasión, las emprendedoras expusieron desde hebillas y prendedores hasta diferentes prendas en algodón pintado a mano, tejido y crochet e incluso arreglos decorativos con elementos reciclados. La variedad es tan grande como la creatividad de cada una de las participantes.
En cuanto a los materiales, Hilda contó que al principio compraron hilos y agujas y otros elementos e insumos con el aporte del Comité. «Pero ya para segunda edición cada una pudo ir adquiriendo algunas otras cosas con los resultados de la venta. Después hay cosas como, por ejemplo, un aserrín con el que hacen planteros, que viene del taller en madera de la Granja Yatay. Y también, tenemos que agradecer la solidaridad de muchas personas que colaboran desinteresadamente y aportan su granito de arena para que ellas puedan trabajar. Esta feria es el resultado de un esfuerzo y articulación muy importante y celebramos que todo esto se pueda llevar a cabo», completó.
Para conocer los productos, no hace falta esperar a que se realice una próxima edición. La feria cuenta con espacios virtuales en Instagram, como @manos_ artesanasctes y Facebook Manos Artesanas Corrientes, donde se comercializan las artesanías y manualidades a través de los encargados del observatorio que median entre las emprendedoras y el público.
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