Hay música en los pies de Mariano Miño. Cuando juega expone notas con la pelota. Es que le corre sangre de chamamé. Esa música tan ligada a su familia y que tanto le gusta.
La familia Miño posee una larga tradición chamamecera que comenzó a principios del 1900 en la ciudad de Mercedes, Corrientes, con la unión de Eulogio Miño y Mauricia López. Ambos tocaban el acordeón y fueron padres de Mariano y Eduardo Miño, de reconocida trayectoria en el ambiente musical de aquella región; también el padre y los hermanos del 10 de Belgrano también están ligados a la música litoraleña y en su momento tuvieron un grupo llamado «Los Miñito».
Esa música que tanto le gusta cantar es la que lleva cuando traslada la pelota o asiste a sus compañeros siendo uno de los referentes del presente del «Pirata», líder del certamen de la Primera Nacional, que hace vibrar a los fanáticos del celeste con la ilusión del retorno a Primera A de AFA.
«Nací en Buenos Aires. A los 12 años me fui a vivir a Corrientes (Mercedes) y me quedé allá. Mi familia de parte de mi padre es de allá», comienza narrando el futbolista que está en el club de Alberdi desde la temporada pasada.
Mariano es un conocido de los futboleros correntinos. De muy joven ya impresionaba bien con los colores de Comunicaciones, después llegó a Ferroviario Corrientes para formar parte del plantel en un Argentino B, años más tarde, Boca Unidos en la B Nacional y enseguida nomás el salto a ligas más importantes del fútbol, inclusive fuera de los límites de nuestro país.
El 10 de Belgrano comentó que es habitué de escuchar a Cocomarola, una de las leyendas del chamamé. «Aparte de jugar al fútbol me gusta mucho la música, me gusta escuchar. Miro también series, películas, trato de hacer otras cosas para desconectarme», dice Mariano en una charla con un medio escrito de Córdoba. «Me gusta, por ejemplo, la cocina, la parrilla», cuenta, primero, tímidamente Mariano. Pero, al instante, agrega: «Escucho todo tipo de música, pero mucho chamamé, folklore, Cocomarola. Vengo de familia de músicos, mi abuelo, mi tío, mi familia».
¿Vos también tocabas el acordeón como tu abuelo Mariano?
-No, mi hermano toca el acordeón. Sí me gusta cantar. Cuando nos juntamos cantamos.
¿Hacés el sapucay?
-No, no, es difícil -se ríe.
EL COMIENZO
Sus inicios en el fútbol se dieron en Comunicaciones de Mercedes. Ahí con su desequilibrio jugando torneos regionales y provinciales llamó la atención de Boca Unidos, donde terminó de formarse y a los 20 años firmó su primer contrato como futbolista profesional para jugar en la B Nacional.
La sensación es que desde el Litoral es más difícil llegar a ser jugador profesional.
-Puede ser. Aunque en este último tiempo han surgido muchos clubes y abrieron caminos. No se compara a Buenos Aires u otros lugares. En el Litoral es más difícil. Yo siento que soy de ahí, y soy jugador desde ahí. Tengo mi familia y mi pareja también es correntina.
¿Te parecía difícil cumplir tu sueño de futbolista?
-Las dudas siempre están. Soñaba con vivir de esto. Pero tenía un condicionante importante, mi físico, porque me llegó tarde el desarrollo. Soy de contextura baja, cuerpo chico. A los 20 años parecía que tenía 17 años. A pesar de ese condicionante, gracias a Dios, el camino que hice fue muy bueno. Estoy orgulloso con mi carrera.
¿Con qué soñás personalmente?
-Estoy metido en un proyecto, que es el de un montón de gente. Mi sueño es grupal, mi sueño es lograr el objetivo que tiene Belgrano. Poder ser importante y demostrar que no se equivocaron en ir a buscarme.
¿Cómo vivís este presente?
-Muy contento con este presente, es producto de un trabajo que venimos haciendo desde la pretemporada, con un grupo que en su mayoría viene del año pasado, más el técnico que también está del torneo anterior. Es importante haber mantenido una base. Y con los pies sobre la tierra.
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