Hoy es el Día de la Madre y en casi todas las familias es motivo de celebración y agasajos, aunque hay otras realidades, historias de mujeres que velan por la vida de sus hijos, que ponen a prueba toda su fortaleza y dejan todas sus energías en acompañar a sus pequeños en momentos de mucha adversidad.
Esta es la historia de algunas mamás con sus niños enfermos, que pasan sus días dedicando horas en acompañarlos como verdaderas «leonas».
EL LIBERTADOR estuvo en la Casa de Padres, del hospital Juan Pablo II, un lugar creado para dar resguardo y contención a quienes son del Interior provincial y que deben estar semanas enteras esperando la recuperación de sus chicos que llegan a la institución por distintas patologías.
Marisol Itatí González, es de Costa Paraná, Santa Ana, tiene 16 años y desde el 24 de septiembre se encuentra en la Casa de Padres, cuidando a sol y sombra a su bebé Jimena Lucía, de un año y cuatro meses que permanece en terapia intensiva.
«Ella se me cayó en un balde de agua. Cuando llegó a Santa Ana, llegó sin oxígeno y una pediatra, que es Silvana Almirón, que trabajó mucho tiempo acá en la sala, en el Juan Pablo II, la venía reanimando, y gracias a ella, ella está viva», relató.
Luego de varios días de respirador, a la pequeñita le hicieron una traqueotomía: es un pocito para que ella pueda respirar, porque depende del respirador. Y ayer le hicieron una placa y me dijeron que los pulmones están bien, que va evolucionando, aunque va a estar por seis días dormidita hasta que cicatrice la traqueotomía», explicó consternada.
Al ser muy chiquita, Marisol debe tener una rutina de cuidado y un tiempo para sacar su leche materna para que la bebé internada pueda alimentarse con la principal nutrición.
MEJORÍA
Marisol, junto a su mamá Aída, viven en la Casa de Padres por estos días, su única preocupación es la mejoría de la bebé. Para ellas, hoy Día de la Madre, será una jornada más, velando por la pequeñita y transmitiendo todas sus fuerzas para que pueda salir adelante.
«Para Dios no hay nada imposible, porque yo soy creyente, yo creo mucho en Jesús. Y que para mí no hay nada imposible. Le digo que le vamos a levantar y le vamos a llevar sana. Ella nació sanita, así que fue un accidente lo que pasó», se convence.
Continuó el relato con un fuerte testimonio que demuestra su fortaleza: «Yo pasé por muchas cosas y salí adelante, gracias a Dios. Yo pasé lo peor, estuve seis meses sin despertar. Ella (por Marisol) tenía seis meses y mi esposo me roció con nafta, encendió el fuego y yo estaba sentada con ella y la tiré a un costado y la pude salvar. Yo me quemé todo, tengo todas las partes injertadas, pero pude salvar a mi nena de que también se quemara».
Esta es una de las tantas historias de fortaleza de madres que hoy tendrán un día que no será de celebración, sino será una jornada más para mostrar su valentía ante la adversidad de sus hijos.
Luchadora
A Marisol la acompaña su madre, Aída Noemí González, una luchadora que no dudó en dejar a sus otros hijos para acompañar ante el dolor, preocupación y angustia de su hija, que con sólo 16 años ya experimenta el poder de una madre.
«Yo tengo ocho hijos: cinco nenas, pero la que es mamá es ella, la mamá», compartió, a lo que agregó: «No me voy a mover hasta que no llegue su alta. Tengo una nena de seis años, la más chiquita, que está con su papá».
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