El pasado 21 de agosto en Argentina se celebró, aunque un poco desapercibido, el Día del Filatelista. La fecha recuerda el día que se puso en circulación el primer sello postal del país: una estampilla correntina, idea innovadora del entonces gobernador Juan Pujol. Pero el recuerdo del diseño original también trae a la memoria el nombre de su creador: Matías Pipet, un panadero francés que se había radicado en Mercedes y que por su pasado como aprendiz de grabador le aportó a Corrientes la imagen que quedaría impresa para siempre en la historia de la correspondencia nacional.
Los registros dicen que Pipet nació en Ruan una ciudad del Noroeste de Francia, en 1826. Y, agregan que emigró a la Argentina en busca de aventuras y nuevos horizontes, hacia 1850. Sobre su llegada a Mercedes, también se afirma que no era de extrañar ya que en esa ciudad correntina se asentaba la mayor cantidad de inmigrantes franceses de todo el país.
«Cuando Matías, mi tatarabuelo, pisó por primera vez el suelo argentino, seguramente no pensó que su nombre quedaría perpetuado en la historia de nuestro país», afirmó uno de sus descendientes en su página web pipet.com.ar. «Así fue que se enteró, por casualidad, que se necesitaba una persona que supiera el oficio de grabado para poder llevar a cabo la tarea de impresión del primer sello postal que circularía en nuestro país», agregó.
EL ENCARGO
La versión oficial cuenta que el gobernador Juan Pujol había traído la idea de que la provincia tuviera sello postal de un viaje que hizo a Europa. Que, a su regreso, le había encomendado la tarea de crear el timbrado postal al que era director de la Imprenta del Estado, don Emilio Conti. Y, que fue este quien se contactó con el francés a sabiendas de que en su juventud había adquirido experiencia en la confección de grabados. Pipet aceptó el desafío y de inmediato se puso a trabajar el diseño que llevaría la estampilla.
En poco tiempo, el panadero tuvo listo un prolijo trabajo y la imagen que marcaría el inicio de una historia postal nacional: el perfil de la diosa Ceres. Según se dice, la inspiración fue la primera estampilla que circuló en su país natal, la cual también tenía la imagen de la diosa griega de la agricultura y las buenas cosechas.
Su tataranieto agrega la información de que Pipet realizó el grabado de ocho clisés (planchas) para la impresión del sello. Todos estaban realizados en cobre, trabajados en forma individual, todos parecidos, pero con variantes fácilmente reconocibles. Cada uno medía 19 por 22 milímetros.
HOMENAJES
Con los grabados de Pipet se pudo realizar la primera plancha que permitía imprimir tandas de ocho estampillas por vez. La circulación comenzó oficialmente el 21 de agosto de 1856. De ahí, la fecha instaurada para recordar, en nombre del francés correntinizado que puso en alto el oficio de todos los filatelistas del país.
Su sello estuvo en circulación hasta 1880, con la nacionalización del servicio postal. Pero su aporte ya se había inmortalizado.
Matías Pipet nunca más se fue de Mercedes. Allí murió el 10 de enero de 1886. Tenía 60 años. Sus restos descansan en el panteón familiar del cementerio de esa ciudad y quizá pocos sepan la historia que hay detrás.
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