El año 1973 quedó marcado en la historia de la ciudad de Corrientes por un hecho trascendental como fue la inauguración del puente interprovincial General Belgrano. Sin embargo, para muchas personas de la Capital, ese año también es recordado por una serie de hechos que causaron horror en la población y particularmente, por el personaje que los ocasionaba. Le decían «El Sátiro» porque atacó y abusó de una decena de mujeres solas. En ese entonces, todas las sospechas recayeron en un joven que fue llevado ante la Justicia, pero hasta hoy queda la sospecha de si este no fue un inocente y el verdadero culpable logró escapar.
El caso del sátiro del ’73 suele reaparecer en las redes sociales locales, especialmente en los grupos de Facebook en los que se cuentan historias de la ciudad. Quienes vivieron ese tiempo en la Capital, coinciden en afirmar que fueron varias las víctimas y que los ataques se produjeron a lo largo de varios meses de ese año. La mayoría los cometió en el barrio Aldana, más precisamente en la zona de los edificios Gastronómicos y en un radio de varias manzanas.
Quienes lo recuerdan no sólo le adjudican violaciones, sino también asesinatos de mujeres y niñas. «Asesinó a una mujer que trabajaba a la vuelta de mi casa», recordaba una usuaria en una publicación del grupo Corrientes del Ayer. «Nuestras madres se cuidaban y nos cuidaban muchísimo. No podíamos salir. Sembró mucho terror ese hombre», relató otra.
Con las noticias de los ataques, la ciudad entró en pánico y se reforzaron todas las medidas de seguridad. Los testimonios de las sobrevivientes sirvieron para establecer características físicas del culpable y estas se repetían a cada hora en las radios. «Es un joven rubio, corpulento y de baja estatura», decían mientras recomendaban a las mujeres no salir ni quedar solas en sus casas.
¿UN CULPABLE?
El ya fallecido Alberto Raso fue una de las personas que más siguió el caso. En su blog personal Jack, el perro de la plaza, escribió una nota sobre el sátiro en la que reunió toda la información al respecto y la intercaló con su propia experiencia. Al igual que muchas personas, menciona al único hombre que fue acusado por los crímenes: un joven de apellido Di Mantova que fue detenido y condenado tres años después por homicidio.
Sin embargo, Raso sostenía que este hombre era inocente y, lo peor, que el verdadero culpable nunca fue apresado. En su blog remarcaba: «Estoy seguro que Di Mantova nunca confesó y si lo hizo fue por apremios ilegales y aunque estoy tratando de reivindicar la figura del acusado, la tarea es ardua y nadie puede pagar la humillación de un hombre inocente. No hay dinero que pueda pagar semejante deshonor».
Según dijo, el acusado cumplió su condena y luego se radicó en Italia con su familia. Siempre sostuvo su inocencia y hace algunos años trascendió que hizo un pedido a la Justicia para que revean su causa, el cual habría sido denegado.
Si fue él o no, lo cierto es que por alguna extraña razón, tras su detención los aberrantes crímenes del sátiro pararon por lo menos en Corrientes. Hay quienes sostienen que el culpable sólo se mudó de provincia.
La coincidencia temporal con el mayor asesino serial de la Argentina
En el historial policial argentino hay un personaje, también correntino, del que dice que fue el mayor asesino serial del país desde que se tienen registros. Se llamaba Francisco Antonio Laureana y pasó ser recordado como «El sátiro de San Isidro», un violador y femicida acusado de múltiples abusos y de 13 asesinatos. Sus víctimas fueron mujeres y niñas.
Laureana cometió sus crímenes en tres barrios de Buenos Aires, principalmente en San Isidro, a lo largo de seis meses, entre 1974 y 1975, cuando fue abatido. Tenía 22 años y las crónicas coinciden en afirmar que había escapado de Corrientes huyendo de dos intentos de violación y asesinato en la Capital. Un detalle lo vincula con el sátiro correntino: la fecha de la huída.
Una nota de la revista Noticias del 22 de diciembre de 1973 sobre un hecho en Corrientes podría ser una pista. «Una monja y una joven de 16 años denunciaron sendos intentos de violación que la policía investiga. Habrían existido otros casos similares y hay cierta sicosis en la población, que ya empezó a llamar al sátiro ‘Chamamé’, al individuo joven que, según las descripciones, se destaca por su marcado acento guaraní».
.