MILEI "SIN PELOS EN LA LENGUA". El presidente, Javier Milei rompió una regla de oro al hablar desde el exterior de temas de su país. Desde Roma, el libertario se mostró indignado con los gobernadores de Córdoba y Santa Fe. El resultado de toda la discusión parlamentaria fue "fantástico" porque permitió demostrar cuáles son los políticos que quedaron con "los dedos sucios", y ratificó que aumentará el ajuste sobre las provincias y que los dirigentes locales deberán ver cómo se las arreglan para bajar sus gastos. Adelantó que para la Anses piensa en cuadros técnicos y reveló que "Guillermo Francos está firme como rulo de estatua". Convencido de que hubo legisladores que "traicionaron" a su electorado porque "desguazaron" el proyecto ómnibus para que no les tocaran sus privilegios, el Presidente aseguró que esto no altera sus planes a corto plazo y se mostró satisfecho de alcanzar déficit fiscal cero en enero. Tenemos un programa de estabilización muy sólido y contundente. "Hemos avisado que, si no nos daban las herramientas, íbamos a recrudecer los ajustes sobre las provincias. Hemos bajado las transferencias discrecionales 98%, la gente quería que el ajuste lo pagara la política. Ahora que los gobernadores hagan el ajuste. ¿Queremos la Argentina corrupta, podrida, de la casta, donde entran los políticos ladrones, los empresarios prebendarios, los sindicalistas, el periodismo ensobrado y corrupto?". Adelantó que "obviamente" va a profundizar el ajuste en los fondos que se envían hacia cada territorio." ¿Acaso no lo puedo hacer? ¿Acaso no tienen sus propios recursos? La Coparticipación más la recaudación propia. Que usen sus propios recursos, no voy a negociar mi programa económico, el déficit cero, el saneamiento del Banco Central e ir liberando el mercado de cambios. Voy a terminar con la inflación y la inseguridad, y en el medio voy a ir dejando en evidencia a los políticos corruptos", marcó enérgico. En el terreno económico, el Presidente aseguró que cada vez está más cerca de dolarizar. "Estamos a nada. Las reservas son de 7 mil millones de dólares; y la base monetaria, de 8 mil millones de dólares".
Un giro de 180 grados tomó desprevenido a mandatarios provinciales y legisladores muchos de los cuales hicieron juego propio, al margen de sus propios gobernadores, que fueron los más perjudicados. En esta misma columna, hace dos semanas, advertimos que para no equivocarse con Milei había que entender su perfil, su estructura de pensamiento. A veces parece un loco, pero más es lo que se hace. Hábil manipulador de la opinión pública, con aptitud mediática, hasta en su enojo sobreactuó, como en el hecho de echar a altos funcionarios de su Gobierno, para mostrarse firme en su decisión de avanzar con lo que le queda, que no es poco para mantener el déficit cero cueste lo que cueste. De hecho, enero cerró con el objetivo cumplido, y en febrero no será distinto, mientras sigue sumando dólares a las reservas acumulando compras desde el cambio de gobierno por siete mil millones de dólares. Los mercados responden, y el dólar blue, el mejor termómetro de la economía doméstica, permanece planchado. Lo que algunos interpretaron como una derrota política con la caída de la Ley Ómnibus no repercutió en los indicadores, quizás por la rápida reacción del Gobierno de mostrar como un triunfo la decisión de no bajar las banderas del cambio. Al sacar el paquete fiscal del tratamiento y luego con el veto al artículo de los fideicomisos, Milei se convenció de que la ley en esos términos no servía y prefirió tirar la responsabilidad a la casta por poner palos en la rueda. Se sabe con un resto que los gobernadores no tienen y está dispuesto a usar la birome.
El país vivió en los últimos días una pulseada entre el Gobierno nacional y supuestos aliados que debían contribuir a que la llamada Ley Ómnibus salga con la media sanción de la Cámara de Diputados en su aprobación de los artículos en particular luego de la trabajosa aprobación en general. Las idas y vueltas fueron una constante, en un debate que se prolongó y que por momentos no permitía saber claramente que es lo que se consideraba y votaba. Aunque dominaba la tensión y el desconcierto, nadie dudaba de que al final el Gobierno saldría con una ley que con el correr de los días fue siendo progresivamente desguazada por legisladores que condicionaban su aprobación y que en sucesivas negociaciones era como que iban corriendo el arco y agregando más observaciones. En el medio del debate entró a terciar, de manera notoria, el Gobernador de Córdoba a través de un grupo de diputados, entre los que estaban los cuatro de su provincia. El alto perfil asumido por el gobernador mediterráneo en declaraciones públicas fue evidenciando algo que se esperaba aunque para más adelante, esto es la toma de distancias de Llaryora respecto del Gobierno nacional y de los compromisos asumidos por el ex gobernador Juan Schiaretti que logró colar, en cuatro lugares claves, a ex funcionarios del gobierno de Córdoba, acuerdo que se suponía un tirar para el mismo lado en aspectos claves de la gestión incluyendo, claro está, los proyectos legislativos en trámite y futuros para los cuales el Gobierno necesita sumar voluntades. Lo cierto es que Llaryora comenzó a destacarse como «primus inter pares» entre los gobernadores, incluyendo a los mismísimos mandatarios del justicialismo que vieron en el cordobés la posibilidad de viabilizar reclamos para sus provincias. Es que más allá del tratamiento de temas de gestión, nadie ignora que en 2025, las elecciones de medio tiempo están a la vuelta de la esquina y luego las presidenciales de 2027, en que el escenario comienza a tornarse difuso por la fragmentación que se observa en el escenario político nacional, que se agudizó a partir de la gestión del propio Milei y particularmente como saldo del fallido intento de aprobación de la Ley Ómnibus. Llaryora pasó de Intendente de la Capital de Córdoba a la Gobernación. Su jefe político, Schiaretti, aspira a ingresar al Senado de la Nación y no compite por volver en 2027 a la Gobernación cordobesa donde sí hay un ramillete de promisorias figuras del semillero de jóvenes que se han formado al calor de la gestión de 24 años de la dupla De la Sota-Schiaretti, que buscan espacio propio, empujan y sostienen la posibilidad de que un cordobés del peronismo pase a ser Presidente de la Nación dentro de tres años. La visibilización pública que ha tomado la gestión de Gobierno en Córdoba a raíz de los últimos debates presidenciales, ha instalado por primera vez en años a los cordobeses como un modelo de gestión comprado por la sociedad y les permite avizorar un futuro electoral promisorio, algo que nunca lograron sencillamente porque a pesar de notorios esfuerzos que comenzaron con De la Sota, líder de la renovación peronista, secundando a Antonio Cafiero en la recordada interna de 1988, no logró imponerse a la fórmula Menem-Duhalde. Luego, otros intentos electorales de De la Sota no lograron romper la natural indiferencia del cuerpo electoral de la Nación, algo de por sí difícil. Ahora, de cara a 2027 asoma por un lado un justicialismo que comienza a transitar la etapa post kirchnerista, y que busca a alguien que encaje para liderar la nueva etapa, con una nueva melodía capaz de enamorar de nuevo a los argentinos que le han dado la espalda al kirchnerismo en las elecciones de 2023, y con las opciones de cambio encarnadas en un Javier Milei que pelea para llevar adelante sus propuestas electorales, y un Juntos por el Cambio del que quedaron retazos, con un macrismo partido en tres (Macri, Rodríguez Larreta y Bullrich) y un radicalismo envuelto en una profunda crisis en la que cinco gobernadores intentan sobrevivir, en una acción mancomunada con otros cinco de lo que fue el mismo espacio político de Juntos por el Cambio, y a los que les toca enfrentar una realidad compleja en la que al menos han logrado personería propia para constituirse en un polo de poder, aunque sin poder de fuego suficiente porque a la hora del poroteo de los legisladores que aportan se encuentran que no mueven el amperaje, con el agravante de que hay parlamentarios que se supone deberían acompañar a sus gobernadores pero que a la hora de la verdad se convierten en libre pensadores, o en figuras políticas en las que priman ambiciones futuras discordantes con las gestiones que los mandatarios llevan a cabo hoy. En el medio, otros legisladores «sin tierra» de los mismos espacios políticos que no sienten compromiso con las gestiones territoriales, como la de algunos radicales que lidera Facundo Manes, que hablan desde los principios y lo hacen considerando la propia interna nacional de la UCR, pero que en nada contribuyen a darle músculo negociador a los gobernadores de su propio signo político. Hay otros que nadie termina de entender cómo recalaron en las listas, acaso como la tropa de Lilita Carrió, que fiel a su estilo de siempre, y en situaciones como ésta hubiera sido mejor tenerla afuera que adentro, pero está adentro y actúa más cerca de quienes hacen oposición férrea, léase kirchnerismo o la izquierda. Están otros como Emilio Monzó, Nicolás Massot, Margarita Stolbizer, o el propio Miguel Pichetto que luego de casi tres décadas de parlamentario pareciera haber descubierto la importancia de ser definitivamente libre, luego de reportar sucesivamente en el menemismo, en el duhaldismo, en el kirchnerismo de Néstor y luego de Cristina, hasta recalar en Juntos por el Cambio primero, a través de Mauricio Macri, y luego de Horacio Rodríguez Larreta. Hoy es diputado cuentapropista que aunque al final se plegó a la lógica del oficialismo mileisista, antes de hacerlo es como que prendió la mecha en distintas partes de un campo seco dejando en el fuego a otros diputados que siguieron con el libreto de la rebeldía y que, a la hora de la verdad, no recogieron como Pichetto las armas. Lo cierto es que el trámite engorroso y complejo del DNU y de la Ley Ómnibus terminó por poner patas para arriba al sistema político del país. Aun sin quererlo, el Presidente, que muestra sí torpeza para algunos movimientos políticos propios de su inexperiencia y falta de estado mayor, se encontró enfrente con un justicialismo anarquizado, sin conducción ni estrategia, al cual los barquinazos que produjo el trámite legislativo no hicieron sino agravar la heterogeneidad de su composición. Olvidaron que el adversario real era el macrismo y apuntaron todos sus cañones al propio Gobierno en una actitud poco racional, dominada por intereses mezquinos de sectores difusos de un Partido que se ha convertido en los últimos años en una confederación de cacicazgos provinciales donde cada gobernador alambra su provincia, y negocia en función a sus propios intereses locales sin que exista un liderazgo nacional, lo cual explica cómo aún al frente del PJ está quien nunca debió estar, como es Alberto Fernández, quien pasa sus días del otro lado del Atlántico a la espera que la Anses le habilite una generosa pensión vitalicia pedida antes de viajar. La propia Cristina Kirchner, quien lidia y media en las tensiones entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner, hace ya tiempo hizo saber que no debía perderse de vista el objetivo de centrar en el macrismo la pelea. No vio con agrado que no se respete su idea de votar como Presidente provisional del Senado a un libertario, fiel al principio de respetar la voluntad popular. En el bloque del PJ en el Senado la posición mayoritaria fue otra. Conducida por el presidente de la bancada, José Mayans, fueron por todo, pretendiendo hacer valer el hecho de tener la bancada mayoritaria con 33 senadores. En el fondo los formoseños no querían que un comprovinciano, nominado como Presidente provisional por los libertarios, termine quedando en el segundo término de la sucesión presidencial. Embarcaron a todo el bloque en una pelea perdida, por cuanto la sola acción extrema facilitó a la flamante Vicepresidente a reunir al resto de la Cámara, esto es a los 39 senadores restantes, a los que la sola idea de impedir la continuidad del kirchnerismo fue suficiente para asestarle un golpe demoledor. Por primera vez en cuatro décadas, el peronismo perdió el control del Senado. Fue por todo y se quedó, en primera instancia, sin la Presidencia provisional, sin la Secretaría Parlamentaria, la Secretaría Administrativa y las prosecretarías, y en una sesión siguiente sufrió una segunda derrota perdiendo el control de las Comisiones donde todas las Presidencias, y la mayoría dentro de ellas, fueron para los no kirchneristas, incluida la comisión del DNU donde de los ocho espacios sólo tres quedaron para Unión por la Patria. Si esto pasa en el PJ, en la UCR la cosa dista de ser mejor. La dupla Lousteau-Morales se las ve en figurillas con los hermanos Manes, que son dos elefantes en una cristalería, en medio de la casi desesperación de los gobernadores ucerreistas a los que le toca bailar con la más fea. La Coalición Cívica no tiene problemas internos. Mantiene su verticalidad para con Carrió, pero el problema de ellos es que tienen un futuro incierto por la diáspora que se observa en lo que fue Juntos por el Cambio, donde a hoy 11 de febrero pareciera claro que el PRO se dirige a un acuerdo con Milei en el que confluyen Macri y Bullrich, y la UCR tiene por delante la redefinición de lo que podría ser 2027, en el que le va a costar, al menos a hoy, proyectar un polo de poder liderado por un radical como espacio diferenciado de lo que pueda ser el peronismo o la previsible alianza entre Milei y el macrismo. Aquí asoma el error, grave por cierto, de un peronismo que sin Norte ni rumbo y sin conducción ni estrategia se dedicó a hacer antimileisismo, lo cual hizo que el oficialismo se abroquele con el macrismo con quien en realidad, y hasta la última semana, había tenido como socio adherente sin abrirle la puerta para tener voz, voto y presencia reconocida. De ahí que hablar, como se ha hablado, de la torpeza política de Milei en este tiempo quizás haya sido ir en exceso. La torpeza mayor, cada uno por su lado fue de justicialistas y radicales que se suponía eran políticos de experiencia, al menos algunos de ellos, y que terminaron el trámite de la Ley Ómnibus con las patas para arriba. ¿Fue entonces una derrota política de Milei lo de Diputados?. Quizás no, a poco que se vea como quedaron las cosas. No logró lo que quería, cierto es, en lo económico y lo que podría lograr ya no le interesaba. Dio rápido vuelta la página y pasó al rédito político de ganar perdiendo, que es lo que sucedió en verdad. Con la ley aprobada, la pelota hubiera quedado en el Gobierno, al que le exigían resultados inmediatos en lo económico que difícilmente iban a llegar. Ahora «la casta» pasa a ser responsable de que no salgan las cosas en el tiempo que la sociedad espera. De ahí entonces la decisión y la orden que llegó desde Israel, de patear el tablero. Una decisión meditada y calculada, en verdad, en la que en la relación costo-beneficio se lograba por un lado dividir a los buenos de los malos, y echar a éstos los costos políticos de la caída de la ley. No hay una postura impostada en Milei. Cree en el enfrentamiento con la casta política y cree que los políticos son los que quieren seguir con todos sus negocios. «Nosotros tenemos que resolver la inflación primero y la inseguridad después», es el razonamiento de la mesa chica del Presidente. Esto nos sirve como «un circo y como una distracción», mientras «intentamos avanzar con las otras y esperar los resultados», dicen. «Si salía la ley nos iban a pedir resultados inmediatos. Nosotros tenemos que instalar que las cosas que no salen son por culpa de la casta. La decisión del Gobierno de dejar de enviar fondos de coparticipación a las provincias ya incluyó los fondos para los salarios docentes que incluía a la Nación entre las 24 provincias para establecer un piso salarial nacional. En enero las transferencias nacionales discrecionales enviadas a provincias y Caba cayeron un 98 por ciento interanual real. La Nación le envió a las provincias sólo el 2 por ciento de lo que les envió el año pasado. Tucumán, San Juan y San Luis ya anunciaron fuertes reajustes del gasto. Axel tuvo que reconocer que reducirá a la mínima expresión la obra pública en la provincia y tiene como objetivo «reconducir» los reclamos de los maestros bonaerenses de La Plata al Palacio Pizzurno. El cálculo de la Rosada es que la inflación irá desacelerando y la recesión pegará fuerte, pero por un período corto. En sus estimaciones, la inflación debería estar en un dígito y la economía rebotando en el famoso segundo semestre, cuando empiece a impactar la entrada de dólares del campo. Marzo y abril serán los meses más difíciles, reconocen. Y apuestan a no tener desbordes sociales porque los más afectados serán los sectores de la clase media «que no tiran piedras. Si hay un desborde social es organizado, no espontáneo», repiten y aseguran que la política de mano dura que lleva a cabo Patricia Bullrich, que dio rienda libre a las fuerzas de la Seguridad, es parte de la partitura que pide una sociedad cansada de los piquetes, las marchas y en general la inseguridad, algo que reflejan las encuestas que nutren la estrategia de Santiago Caputo, cerebro del Gobierno, que tiene sobre la mesa los sondeos que le dan letra a lo que vuelca en las redes sociales el propio Presidente. «La reforma no se dio de baja, sólo entró en un impasse», dice un miembro del Gabinete. La idea más instalada en el Gabinete de Javier Milei por estas horas es dejar pasar unos días «mostrándole los dientes a los gobernadores» y luego empezar a avanzar con resoluciones y decretos que permitan implementar algunos de los cambios que estaban en la ley y que quedaron en el camino. En la Rosada están convencidos de que la economía le da oxígeno mientras le ajusta el cinturón a las provincias con el recorte drástico de transferencia de fondos. «Tenemos dos malos para echarles la culpa de la recesión, la casta política que bloqueó la ley y los sindica-tos», dicen en la Rosada. Esa estrategia comunicacional empezó el mismo martes a la noche cuando Milei tuiteó la lista de supuestos «traidores» con los diputados que votaron en contra de, al menos, un inciso de un artículo de la ley. El Gobierno usó a los famosos trolls para agregar a esa lista dos nombres que no pronunció nadie del Gabinete. Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa fueron marcados en algunas de las listas de «traido-res», que circularon en las redes de los trolls de Milei. Para sostener la teoría de que los dos ex candidatos presidenciales están detrás del fracaso de la ley, señalan que los votos negativos provinieron de los legisladores de Jujuy, donde el jefe político es Gerardo Morales, candidato a vicepresidente de Larreta; San Juan, conducida por Marcelo Orrego y Santa Fe, por Maximiliano Pullaro, los dos dirigentes de Juntos alineado con el ex jefe de Gobierno porteño; Neuquén que tiene como gobernador a Rolando Figueroa, y Córdoba de Martín Llaryora y el salteño Gustavo Sáenz, tres dirigentes peronistas cercanos a Sergio Massa. Los funcionarios cordobeses que llegaron de la mano de un acuerdo con el cordobesismo -Osvaldo Giordano (Anses), Daniel Tillard (Banco Nación), Franco Mogeta (Transporte)- y la salteña Flavia Royón que se quedó en el área de Minería por negociaciones con Sáenz están de salida. Milei ya le comunicó desde Israel a su equipo que tenía la decisión tomada y terminó pidiendo el viernes la renuncia a Giordano y Royón. Quizas Tillard se salve. Al círculo de conspiradores que encabezan Larreta y Massa en el Gobierno suman al gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, y a los legisladores Nicolás Massot y Emilio Monzó. En este marco de análisis es que cabe preguntarse ¿fue realmente una derrota política del Gobierno o fue en los hechos una derrota en verdad de justicialistas y radicales que equivocaron al enemigo y al socio? Lo que pareciera quedar claro es que a Milei no hay que subestimarlo en política. Es un actor consumado que sabe manejarse en televisión y en redes y que hasta cuando se hace el loco o se enoja hay que preguntarse hasta dónde no sobreactúa para impactar más fuerte en un público, particularmente los jóvenes, en los que su discurso entra por el descreimiento con la política
¿Y LA ECONOMÍA?
En esto, el Presidente planteó ajuste y más impuestos. La política buscó la solución fácil. No a las retenciones. No a más impuestos y por lógica ocurrió lo previsible. Milei no transige con la promesa del déficit cero y avanza sin prisa ni pausa con un ajuste que depende solo de su firma, sobre los mismos gobernadores que a la hora de la verdad no ayudaron ni, según el Presidente, cumplieron los compromisos. Enero cerró sin déficit, febrero volverá a ser así. La inflación comenzará a marcar una tendencia a la baja, y seguramente en algún momento se retomará un paquete fiscal integral en que por la vía de un consenso maduro se encare el tiempo que se viene.