El obispo de la Diócesis de Goya, monseñor Adolfo Canecín, acompañado por el asesor diocesano de la Pastoral Familiar, Boris Escobar, encabezó una celebración en las escalinatas de la parroquia La Rotonda el pasado 14 de febrero, Fiesta de San Valentín, conocida también como el Día de los Enamorados.
Se trató de una oportunidad para agradecer por el don de amor y pedir por las parejas presentes y todas las que celebran la bendición de estar enamorados.
ENAMORADOS PRESENTES
Un nutrido grupo de matrimonios y jóvenes que están transitando el noviazgo participó del encuentro que estuvo preparado por el Movimiento de Hogares Nuevos, Encuentro Matrimonial y la Pastoral de Juventud. La animación estuvo a cargo del coro juvenil de la Medalla Milagrosa.
Se realizó una bendición especial sobre las parejas como final emotivo del encuentro, que renovó el compromiso en el amor entre los presentes.
«Estas fiestas que nacieron con un sentido hondo y profundo, no puede ser que quede estrictamente como algo comercial», señaló monseñor Canecín en su homilía, y agradeció a los presentes «por la respuesta a esta primera convocatoria tan espontánea».
«Nos reunimos a celebrar el amor, en el noviazgo, en la familia, en el matrimonio, en la amistad, pero otra realidad del amor tiene que ver primeramente con nuestro Dios Padre», expresó.
HECHOS DE AMOR
Monseñor Canecín se detuvo en una cita del evangelio de San Juan que da la definición más profunda de Dios.
«Dios es amor, por lo tanto, nosotros fuimos creados por amor, no somos frutos de la mera evolución o de la casualidad. Fuimos amados, pensados, soñados desde la eternidad por Dios y en el momento adecuado, a través de la mediación de nuestros padres se nos regaló la vida, pero se nos amó primero», dijo.
Y luego, retomó: «El amor es la gran finalidad de nuestra existencia, el ser humano fue creado para el amor. Celebrar el Día de los Enamorados es celebrar la verdad antropológica más profunda que se nos pueda imaginar».
«Todo lo que nosotros somos como seres humanos fue hecho para el amor, nuestro espíritu, nuestra mente y nuestro cuerpo», sostuvo.
QUÉ ES
«San Pablo describe lo que es el amor, no lo define. El amor es lo máximo, no se puede definir por eso se lo describe», remarcó el obispo. Hizo referencia a las palabras de San Pablo en la carta a los romanos: «Lo único que no hace daño al prójimo es el amor».
«El amor es la plenitud de la ley y lo único que no hace daño es amar, porque fuimos creados por y para el amor. Si nosotros los seres humanos entendiéramos esto y nos decidimos a vivir, en un ratito cambiaríamos la historia, porque el que ama nunca hace daño», reflexionó.
CIELO EN LA TIERRA
Planteó que, en este cambio de época, «en esta crisis de civilización que estamos viviendo, corremos el riesgo de que se nos quiera quitar, entre otras cosas, esta verdad tan honda y profunda».
«El que ama tiene calidad de vida», aseguró. Y, a manera de conclusión, afirmó: «Quien ama baja el cielo acá en la tierra. Quien ama ya está viviendo en el cielo anticipadamente».
.