Se llevó a cabo ayer, en el atrio de la iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario capitalina la misa que marcó el comienzo del ministerio pastoral de monseñor José Adolfo Larregain, como arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Corrientes. Lo acompañó monseñor Andrés Stanovnik, en lo que fue su despedida ante la feligresía correntina.
Fue una jornada que incluyó distintas actividades de congregaciones que se vinieron de todas partes del país. Hubo una caravana con la imagen peregrina de Nuestra Señora de Itatí (desde el Águila hasta la plaza Cabral), así como la recepción de la réplica de la Cruz de los Milagros.
A la fe y devoción de los correntinos se sumó las de una importante cantidad de feligreses de los alrededores y de lugares como Merlo (provincia de Buenos Aires), que fueron partícipes de una celebración de la que también participaron los obispos de la región NEA y de otras diócesis.
La misa fue transmitida por las redes sociales de la Arquidiócesis, para permitir que todos los fieles pudieran unirse espiritualmente a un momento histórico de la Iglesia Católica de Corrientes.
Estuvo además la plana mayor del Gobierno provincial, encabezada por Gustavo Valdés, el vicegobernador, Pedro Braillard y el intendente capitalino, Eduardo Tassano. Todos acompañados de sus funcionarios.
LA HOMILÍA
Monseñor Larregain reflexionó sobre el contraste entre la alegría de la Navidad y los momentos de dolor que se celebran litúrgicamente, como el martirio de Esteban y los Santos Inocentes. Mencionó el villancico Jesús cunumí, que simboliza el amor y la misericordia de Dios. A través del relato de la Resurrección, se presentó a tres testigos: María de Magdala, Pedro y el «discípulo amado», que representan diferentes formas de ver y entender el misterio de la Resurrección.
“María, al descubrir la tumba vacía, se convierte en portavoz del desconcierto. Pedro y el otro discípulo reaccionan de maneras distintas, reflejando sus propias experiencias y ritmos personales”, explicó el Arzobispo. Destacó así la importancia de la fe y la contemplación, así como la necesidad de apoyarse mutuamente en nuestros caminos espirituales.
Identificó cuatro modos de «ver» entre los personajes, que enriquecen la comprensión del evento. Y, finalmente, mencionó el inicio del Año Jubilar en la Iglesia, como una oportunidad para escuchar, discernir y compartir la alegría de la presencia del Señor, reafirmando el papel de los creyentes como testigos de la fe.
FOTOS: EL LIBERTADOR