La madera de toda la vida se perfila como uno de los materiales imprescindibles de la arquitectura del futuro inmediato. No hay marcha atrás, señala la revista española Arquitectura y Diseño, una afirmación que le cabe de lleno a una provincia alta productiva de esa materia prima como lo es Corrientes, al igual que otras provincias argentinas, donde aún esas construcciones son casi inexistentes para lo que podría ser en calidad y costos frente al ladrillo y el cemento. Lo que el planeta agradecería de sobremanera.
Los países más activos son aquellos con una arraigada cultura en su utilización: Noruega, Suecia, Suiza, Canadá, Australia, Japón; este último país con dos pesos pesados como paladines: Shigeru Ban y Kengo Kuma.
En España, la Madre Patria, también se están dando pasos decididos en este sentido. El último, la creación de Mass-Madera, una red española para conectar a pioneros que trabajan con madera maciza industrializada, promovida por el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña y con el apoyo de la Dirección General de Agenda Urbana y Arquitectura del Gobierno de España y del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos. El objetivo: construir de forma ecológica, descarbonizar la arquitectura poniendo en contacto a productores, promotores, constructores, arquitectos.
RESURGIMIENTO
Y TRATAMIENTO
Se asiste desde hace unos pocos años, como informan los medios esporádicamente, a un regreso a la arquitectura más primigenia. Ladrillo, tierra y madera. A esta última, tras haberla desdeñado con la revolución industrial y haberla relegado a residencias particulares y construcciones pintorescas, estudios de todo el mundo están volviendo ahora para proyectar desde iglesias a bloques de viviendas sociales con ella como elemento estructural, sustituyendo al acero o el cemento.
Aunque la utilizada en el siglo XXI no es madera maciza directa del árbol, sino pasada por el laboratorio, es más fuerte, más resistente y mejor.
«Este material, que secuestra el carbono y es altamente sostenible, es ‘defectuoso’ en su estado natural, con puntos de debilidad impredecibles en su veta, por eso la madera industrializada -incluyendo la madera contralaminada (CLT)- es un desarrollo tan emocionante. Tiene su origen en la madera contrachapada y en la preocupación por el clima. Se desarrolló en los años 90 en Austria y Alemania, y consiste en capas de madera maciza alistonada, dispuestas perpendiculares entre sí y encoladas, con las que se producen paneles prefabricados a gran escala, sólidos, resistentes, estables y predecibles (con la veta en distintas direcciones), pero con la ligereza y las propiedades de aislamiento orgánico, acústico y térmico de la madera. Los primeros experimentos arquitectónicos con CLT los llevaron a cabo Waugh Thistleton Architects en el Reino Unido en 2003», explicó Clare Farrow, escritora y comisaria especializada en arquitectura, que en 2018 organizó una exposición sobre el tema en la Roca Gallery de Londres.
Con este material hoy es posible construir edificios de varias plantas. Los noruegos Schmidt Hammer Lassen han presentado, este mismo año, su proyecto de un bloque de viviendas de 100 metros de altura en Suiza que, si ningún otro lo supera, cuando se termine en 2026 será el edificio de madera más alto del mundo, arrebatándole el cetro a Mjøstårnet, con 18 pisos, en Noruega, con hotel, apartamentos, oficinas y restaurantes, obra de Voll Arkitekter.
«Hay datos de junio de 2022 de que se están diseñando o construyendo 1.500 proyectos de madera sólo en Estados Unidos. Esto es un reconocimiento de la necesidad de cambio a medida que la crisis climática aumenta; no sólo porque este material almacena dióxido de carbono (CO2), sino también porque la construcción con él es rápida, no tóxica y utiliza componentes prefabricados, ofreciendo una alternativa positiva a las construcciones que, en términos de emisiones de carbono, es uno de los mayores contaminantes del planeta.
.