Aunque siempre se lo vivió como una gran fiesta, nunca faltaron los hechos de violencia y también de vandalismo. Por eso fue necesario establecer límites claros sobre lo que estaba permitido y lo que no durante las noches de celebración. En la Capital, por ejemplo, el infractor elegía entre pagar o terminar en la comisaría.
El carnaval tiene una extensa tradición en la provincia. En casi todas las ciudades, cada vez que se acerca la temporada, los preparativos se viven con mucho fervor. No por nada Corrientes ostenta el título de Capital Nacional de la máxima fiesta de Momo. Pero en sus inicios estos grandes festejos que invitaban a la desinhibición de la gente, muchas veces terminaban convirtiéndose en escenario de situaciones de violencia y por eso se implementaron restricciones para poner un poco de orden.
Entre las primeras, por ejemplo, se cuenta un decreto municipal de la ciudad de Corrientes que data del 26 de enero de 1891. Allí por directiva del entonces Intendente se dejaba muy en claro cuál era el costo de pasarse de la raya durante las celebraciones.
«Hallándose próximos los días de carnaval y siendo necesario reglamentar los juegos a fin de prevenir los abusos que pudieran cometerse», destaca el documento rescatado en los archivos de la Municipalidad de Corrientes. Lo que sí estaba permitido figura en los artículos 1 y 2 de la normativa: «Queda permitido el juego de carnaval con pomos, flores y confites durante los tres días consecutivos sin determinación de horas»; «Queda igualmente permitido jugar con máscaras y agua fuera del radio de la ciudad limitado por las calles San Martín al final, Santiago del Estero, Vera al Norte y San Luis al Oeste».
NO SE PUEDE
MOJAR A TODOS
Las prohibiciones aparecen inmediatamente después y con mensajes claro, como el del artículo 3: «Se prohíbe arrojar bombas de harina y agua desde las azoteas a los transeúntes y carruajes que recorren las calles de la ciudad, bajo pena de diez pesos nacionales de multa». Se debe tener presente que en ese entonces el monto en dinero era muy elevado respecto del valor que tiene hoy el peso.
El problema era que había otras cuestiones un poco más graves que, si no se tomaban en cuenta, podían llevar al infractor a terminar con un arresto de dos días. Por ejemplo, lo que se menciona en el artículo 4: «Queda prohibido mojar a los agentes de policía, médicos, sacerdotes y disfrazados, bajo pena de diez pesos de multa o dos días de arresto».
También como la ocasión se prestaba para que algunos delincuentes se aprovecharan de los disfraces para hacer de las suyas, en el artículo 6 advertían qué trajes no podían usarse durante las noches de fiesta: «Se prohíbe terminantemente llevar como disfraz el traje militar o religiones, y el cargar armas ni como accesorios de aquel. Los que infrinjan esta disposición abonarán una multa de diez pesos nacionales o en su defecto, cumplirán dos días de arresto».
En esas fiestas de carnaval, aunque menos noches, también se celebraban hasta la madrugada. La Municipalidad se los permitía en un horario establecido entre las 22 y las 4 de la mañana. Y, no es que todos los disfraces estuvieran prohibidos, lo que ocurría era que debían tomarse todos los recaudos. Por eso también, la Policía vendía una tarjeta numerada a un valor de 50 centavos.
El objetivo era hacer una fiesta segura para toda la comunidad, evitando que unos pocos sacaran ventaja a costa de los demás. Esto sigue vigente y por eso el carnaval correntino tiene tanto reconocimiento.
Cuando Ferré prohibió las máscaras
En noviembre de 1833, el entonces gobernador de la provincia Pedro Ferré, publicó un decreto en que ya prohibía el juego máscaras.
«Corrientes, noviembre 1 de 1833. Siendo nada conforme a las luces y civilización del siglo, la continuación en el país, del juego de máscaras, de cuyas correrías resultan casi siempre las desgracias que la experiencia ha demostrado tantas veces…» iniciaba la normativa que constaba sólo de dos artículos.
En el primero, advirtieron: «Queda absolutamente prohibido en todo el territorio de la provincia, el juego de máscaras». En el siguiente exigía su inmediata implementación. Por suerte, tiempo después ya no le hicieron tanto caso.
El reconocimiento nacional
En la página oficial Fiestas Nacionales Org, le dan un lugar especial al valor que tiene la gran fiesta popular para la toda la provincia. «El Carnaval de Corrientes es uno de los más tradicionales de nuestro país. En él, el color, el ritmo y la danza toman las calles de la ciudad y contagian de euforia a toda una comunidad. Estos carnavales constituyen una fiesta inclusiva que ha ido ampliando sus fronteras y ha ido incorporando a todos los actores de la ciudad. Disfraces, desfiles, y fiestas en la calle se realizan en general en horario nocturno. Hermosas comparsas con carrozas y reinas elaboran cada año un tema que desarrollan y simbolizan con sus coreografías», destacan e invitan a los turistas a conocerlo.
.