Fente el frío de la medianoche, el calor de la Fe y la confraternidad contuvo a cientos de miles de fieles provenientes de los cuatro puntos cardinales, quienes a las 00 horas de este domingo junto al obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Corrientes, monseñor José Adolfo Larregain, le ofrendaron sus saludos, devoción y súplicas a la Virgencita de Itatí, en el 123° aniversario de la Coronación Pontificia de su venerada imagen y ya durante la jornada se multiplicaron en las celebraciones centrales.
En la salutación del primer minuto del día, el Obispo en nombre de la comunidad expresó «querida Virgencita de Itatí: aquí estamos tus hijos, que hemos venido de muchas partes. Algunos de muy lejos, otros de más cerca. Todos con el corazón agradecido por sentirte Madre de cada uno de nosotros y por todos los que traemos en el corazón. ¡Qué alegría tenemos de estar aquí: en tu casa que es la nuestra!», tras lo cual le dio gracias «por todo lo que nos das, lo que somos y tenemos; nuestras familias, los hijos, los seres queridos, la salud, el trabajo. ¡Tenemos tanto para estar agradecidos! Hoy nos experimentamos comunidad, por eso estamos aquí; experimentamos la fraternidad, la alegría, la solidaridad: la sinodalidad».
Sobre ese último concepto, cabe recordar que, como EL LIBERTADOR publicó en las últimas ediciones y a lo que hace referencia la lámina homenaje que se entregó con la edición de ayer, la Iglesia se prepara hace casi tres años para el Sínodo de la Sinodalidad, es decir, «el caminar juntos», que se realizará en octubre en el Vaticano, para tratar el tema «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión».
Monseñor Larregain, continuó con la oración del Saludo afirmando que «Dios nos ama inmensamente: recordemos siempre esto! Hemos encontrado a Jesús, es lo más lindo que nos pudo pasar en la vida».
Fue tras proclamar esa afirmación que al dirigirse nuevamente a la Virgen señaló: «Queremos poner en tus manos de timbó, que son oídos atentos que escuchan nuestras penas y dolores, todo aquello que nos preocupa: nuestra Patria, las situaciones de violencia e inseguridad que se vive en muchos lugares de donde provenimos, la realidad de las adicciones que tanto daños nos hace, las dificultades de las familias, la falta de trabajo, la falta de pan en muchas mesas», y agregó que «en este año electoral te pedimos especialmente por todo nuestro pueblo para que asumamos con responsabilidad cívica el compromiso de sostenernos en la esperanza y en la confianza que queremos, necesitamos y merecemos un país mejor para nosotros, nuestros hijos y todos los que quieran habitar en este bendito suelo argentino».
Seguidamente le encomendaron «la Iglesia, el Papa, los obispos, nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, nuestras diócesis de donde hemos venido, nuestras comunidades, colegios, parroquias, capillas, los fieles que trabajan día a día y codo a codo para la construcción del Reino de Dios», y pidieron que bendiga «a cada uno. Toca sus corazones, llénalos del Espíritu Santo. Danos fuerza, coraje, valentía, osadía para ser signos de Dios en el mundo de hoy, testigos de la esperanza, de la alegría, de la creatividad, el coraje y la audacia».
«Hace más de cuatro siglos que te quisiste quedar junto a la orilla de este río; tomaste el manto de nuestro cielo, los colores de nuestra Bandera, tu vestido nos muestra la belleza y hermosura de ser toda del Señor. ¡No nos desampares Madre Nuestra!», concluyó la plegaria el Pastor arquidiocesano que encabezó la ceremonia, ante la multitud agolpada sobre la explanada donde la imagen peregrina era transportada por los custodios ante las miradas de los peregrinos que irrumpían en lágrimas de emoción y felicidad, vítores y aplausos, agradecimiento y súplicas por los que están y con el recuerdo vivo de familiares y amigos que ya dejaron el peregrinaje terrenal.
Ya durante la jornada dominical radiante de sol, millares más llegaron al Pueblo de la Virgen para rendir le homenaje en la participación de las actividades centrales, como lo fueron la procesión náutica del encuentro de imágenes de la Virgen María de advocaciones guaraní, la Itatí y la de Caacupé, transportadas en embarcaciones, en el caso de la Patrona del NEA en una de la Prefectura Naval Argentina y la de los hermanos del Paraguay en sus embarcaciones propias. Mientras, la Costanera itateña estuvo atestada de fieles, quienes luego de la procesión y junto a los que esperaron en la plaza Fray Luis de Bolaños, participaron de la misa central de la fecha, que concluyó tras otra celebración eucarística a las 19 y una posterior procesión con antorchas.
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