Dijo que no se trata de una elección, ni de una opción, sino de una necesidad. «Hay coincidencias, temas a resolver y velocidades comunes, en una Argentina desigual, donde tenemos que crear un factor de convergencia y de equilibrio», expresó. Falencias en políticas de frontera. La importancia del Brasil.
02-TAPA-POLITICA-4El senador Noel Breard (UCR-Encuentro por Corrientes) señaló que «la palabra integración entró en la agenda muy fuerte del Gobierno provincial, de los vicegobernadores y de los parlamentarios, tanto senadores como diputados. Hemos ratificado la voluntad de pertenecer al Norte Grande. El Norte Grande para nosotros no es una elección, ni una opción, el Norte Grande es el único camino que tenemos para transitar juntos 10 provincias, el NEA y el NOA».
Estos y otros conceptos los desarrolló durante una entrevista con los periodistas Gustavo Adolfo Ojeda y Darío Ramírez en el programa La Otra Campana, que se emite por LT7 Radio Corrientes en dúplex con LT25 Radio Guaraní de Curuzú Cuatiá.
Así se desarrolló la parte medular de esa charla:
Senador, usted suele decir que necesitamos más democracia y más desarrollo y en ese sentido el Senado de la Provincia está trabajando mucho, incluso lo veo a usted que viaja a otras provincias vecinas. En Buenos Aires también tuvo una calificada exposición.
-Realmente la palabra integración entró en la agenda muy fuerte del Gobierno provincial, de los vicegobernadores y los parlamentarios, tanto senadores como diputados. Hemos ratificado la voluntad de pertenecer al Norte Grande. El Norte Grande para nosotros no es una elección, ni una opción, el Norte Grande es el único camino que tenemos para transitar juntos 10 provincias, el NEA y el NOA. Tenemos puntos en común, temas a resolver y velocidades comunes, en una Argentina desigual, donde tenemos que crear un factor de convergencia y de equilibrio. Tenemos que armar ese corredor bioceánico Atlántico-Pacífico y ese corredor se llama Capricornio, que es el que tiene que recorrer la zona del NEA y NOA. Para eso se nos refuerza una agenda. No podemos entender un país con esta extensión, sin trenes. Nos robaron los trenes, 40 mil kilómetros de trenes nos sacaron en la Argentina federal y sólo dejaron 10 mil kilómetros en la Argentina central. Necesitamos la hidrovía para poder sacar nuestros productos, necesitamos tener barcos nacionales, porque o si no, prestamos los ríos a los paraguayos y extranjeros y nosotros miramos la película del desarrollo.
EL SOCIO
BRASILEÑO
Y nuestra relación con Brasil, ¿cómo la ve?
-Necesitamos integrarnos con Brasil. Hace dos días estuvimos en Itaquí hablando de procesos de integración y ahí hablábamos de lo que usted decía, que Alfonsín y (el ex presidente brasileño, José) Sarney fueron los padres de los antecedentes inmediatos del Mercosur, en 1991. Se firmaron protocolos de integración de aviación, de integración de energía, todos protocolos de desarrollo. Nosotros tenemos definido, hace mucho tiempo, que Brasil es un socio estratégico de la Argentina y que es nuestro primer socio y nuestro primer destino comercial. Es mucho más importante Brasil, en términos comerciales, que Estados Unidos. Después sigue China, Europa… En cuarto lugar está Estados Unidos en el comercio. En términos comerciales, Brasil es estratégico para nuestro intercambio y eso lo tenemos que defender. Y cuando recorremos la frontera, Santo Tomé, Garabí, Garruchos, vemos nosotros, ahora que estuvimos en Itaquí (Brasil), y ratificamos que la Argentina, históricamente, no tuvo una política de frontera. Los comités de frontera no funcionaron. La política nacional abandonó las fronteras. Teníamos el viejo concepto de hace muchos años, de que la invasión brasileña iba a ser por la costa del Uruguay y que teníamos que tener poco desarrollo como obstáculo para los tanques y la invasión brasileña. Con esa teoría nunca se hizo desarrollo durante décadas en la zona de Corrientes. En cambio, vimos que Brasil tiene una política activa de frontera. Por eso cuando uno anda en avión, ve la diferencia que hay entre procesos industriales, poblacionales… Yo le doy un solo número, no para asustarse: Itaquí es un pueblo al que cruzamos con una balsa. Está a 850 metros de Alvear y tiene una fábrica arrocera, también de pescado, azúcar, tiene 6 mil empleados. Y factura 2 mil millones de dólares por año. Realmente eso está a 850 metros de Alvear. Se está peleando por un puente que una estos dos pueblos, que no es una fortuna en términos de presupuesto nacional, 40 millones o 35 millones de dólares y podemos tener un puente. No se tenía el puente porque no era negocio para los de San Borja-Santo Tomé y los que explotaban el puente pusieron una cláusula de que no se podía hacer puentes a menos de 100 kilómetros. Era una cláusula depredatoria para Alvear e Itaquí. Ahora venció la concesión, me parece que podría entrar en una vinculación que hay que trabajar para ver cómo tenemos el tema de los puentes. Hay que hacer un trabajo de frontera muy importante. La segunda frontera del país seca es Uruguayana-Paso de los Libres, donde hay un puente que hay que repararlo. Hacer otro segundo puente… Estos son los abandonos que tiene la Argentina con su zona de frontera, donde realmente hubo una política de concentración y a la vez una mala política.
La concentración destructiva
Usted hablaba del predominio de una política de concentración en el país. ¿Cómo se advierte eso?
-Si usted ve el Amba, el Gran Buenos Aires y la Capital Federal, ve concentrado todos los problemas de la pobreza, de la vulnerabilidad, de las movilizaciones. Ahí ve una Argentina que demanda. Entonces, para evitar conflictos sociales y que le invadan la Casa Rosada y a la elite porteña, tienen que poner anestesia permanente y se llevan todos los fondos. Es un país inviable si no modificamos la estructura poblacional de la Argentina, la estructura de población industrial. Todo el Gran Buenos Aires se industrializó en su momento y todo el Interior iba a poblar las villas de Buenos Aires. Ese es un país inviable. Se discute si hay que ser un país federal o unitario. Le quiero recordar que hay países unitarios, como puede ser Francia, pero es descentralizado y con regiones, y tienen un equilibrio espectacular. Después está la Argentina, que si fuera una canoa se tumba porque está cargada en un solo punto. Entonces de balde sirve llamarse federalismo si usted no equilibra y no razona que las descentralizaciones y los equilibrios armónicos, como dice la Constitución Nacional, tiene que ser en todas las partes del país, porque o si no, usted no es nación. La nación tiene que ser pro mercado, pero nunca tiene que ser una sociedad de mercado donde el valor principal sea el dinero, porque o si no, desplaza todos los valores estratégicos de una comunidad solidaria.
El último 30 de octubre fue una fecha importante para la recuperación de la democracia…
-Un día para nosotros, los argentinos, estratégico. Porque el 30 de octubre de 1983, 39 años atrás, salíamos de la cultura de la muerte, de la violencia, de la tortura… Y entrábamos en la cultura de la vida. Se construyó este proceso, porque los jóvenes radicales en la Universidad decidieron no elegir las armas, sino construir la paz y recuperar la democracia. Mientras había otro grupo de jóvenes, como Montoneros, que eligió la violencia como forma de vida, de recuperar supuestamente la épica. Y siempre nosotros los radicales aprendimos, con el doctor Alfonsín, que cuando la utopía se junta con la violencia, siempre termina en tragedia. Y la Argentina siempre terminó en una tragedia de sangre. El 30 de octubre significó volver a la vida, a la paz, a la justicia, al estado de derecho. Esa era la contestación de Raúl Alfonsín, que luego continúa. Hoy está de moda la película «Argentina 1985», en donde se plasma que el hablar de los derechos humanos no es hablar del pasado, sino custodiar el futuro, no volver a repetir. Eso representa el doctor Alfonsín. El 30 de octubre es la síntesis de querer vivir en estado de derecho.
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