En las primeras horas del lunes, la noticia impactó al mundo de la «redonda». Y sobremanera al pueblo de Mandiyú. Se fue de este mundo, Oscar Alfredo Urbina, «cepillo» como se lo conocía en el ambiente futbolero.
Familiares, allegados al ex futbolista, director técnico daban a conocer el fallecimiento en la madrugada de ayer. Urbina que jugó en la época dorada de Mandiyú en la B Nacional primero y Primera División de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) después se recuperaba de una enfermedad a quién le daba batalla desde hace un tiempo.
En los últimos años siempre se lo vio en la cancha, junto a un amigo que le dio la vida y el fútbol, el «indio» Walter Altamirano, en los escenarios de Huracán Corrientes, Ferroviario, Libertad, Lipton, Boca Unidos, Alvear, el lugar no importaba, sí estar siguiendo el presente de su querido Mandiyú.
Tuvo su oportunidad en el fútbol profesional, con el aval que recibió de don Juan Manuel Guerra, era uno de los marcadores de punta del plantel «albo» en la principal categoría del ascenso nacional, después también se afianzó y jugó en Primera A de la AFA en las primeras temporadas que el club correntino jugó en esa categoría.
Muchos fueron los que despidieron a Urbina en las redes sociales, desde cuentas oficiales de clubes, como compañeros, amigos, futbolistas, periodistas coincidiendo en la calidad de persona y resaltado sus virtudes como jugador de fútbol.
En su momento también dirigió las divisiones formativas de Boca Unidos, equipo donde supo jugar en competencias regionales.
En sus años de esplendor con la casaca del «algodonero» mostró ser un jugador sobrio y muy eficiente a la hora de realizar su tarea, la de marcar, cortar el juego y ser punta de lanza y ofrecerse como salida a la hora de pasar al ataque. Un jugador con técnica y criterio ideal para saber cómo y cuándo pasar al ataque.
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