Juan Pablo Vega es reconocido como el primer Youtuber carcelario de la Argentina. En su cuenta Pablo a la Mazmorra, en la que suscriben más de 220.000 personas, se dedica a relatar sus vivencias en las distintas cárceles en las que pasó casi la mitad de su vida. Lo que lo distingue es que decidió hacerlo con un toque de humor y con el objetivo de denunciar la corrupción política y la vulneración de derechos de quienes están privados de su libertad. De todas sus experiencias, él destaca la que vivió en Corrientes donde tuvo su primera causa penal.
«Así caí preso en la provincia de Corrientes. Anécdota, Cárceles argentina», se llama el video en el que Pablo relató cómo, a los 19 años, fue a parar detenido al hospital de Salud Mental San Francisco de Asís. Resumió la historia en 20 minutos de una filmación que compartió en su canal de Youtube en diciembre de 2021.
Luego de su tradicional: «¡Hola amigas y amigos de Pablo a la Mazmorra!», contó así la anécdota de la primera vez que estuvo preso. «Esto sucedió en el año 1993. Yo estaba en Buenos Aires y estaba muy metido en la droga. Sin hacer apología, por supuesto. Andaba mal en esos momentos. Estaba parando con unos amigos y cae uno que estaba viviendo en Corrientes y nos invitó», inició.
Agregó que en ese entonces, con su hermano que tenía 15 años decidieron aceptar la invitación para visitar la provincia. En la filmación también mencionó que la persona que los invitó «estaba muy bien asentada». «Hicimos una muy buena amistad y trabajamos juntos. Éramos pibitos (él tenía 19) y le habíamos caído bien, se sentía bien con nosotros», relató.
Según explicó, los «trabajos» consistían en que les apuntaban a casas de préstamo y de cambio, a donde él y su hermano iban y las asaltaban. «Pero bueno, un día el hilo de la libertad se corta. En uno de esos apuntamientos y entregas, vamos a un restaurante de la Costanera en Corrientes Capital. Fuimos, entro yo y a mi hermano lo dejo afuera. Hago lo que tengo que hacer y cuando salgo, dos o tres minutos después, me encuentro con Gendarmería y Prefectura. Me había mandado en cana una remisera», recordó.
COMPLICADO
«Cuando salgo me encuentro con un ejército ahí afuera. Yo tenía sólo un arma y siete balas, pero ni cargador porque claro, nunca la habíamos tenido que usar, gracias a Dios. Le doy salida a mi hermano y le digo que corra. Cuestión que empecé a correr y las balas me rozaban. Una cuadra y media después me meto a una confitería donde me encuentro con una banda de pibas y pibes de mi edad, todos universitarios porque es una ciudad universitaria Corrientes. Estaban ellos, el dueño, el mozo y la cocinera, una señora mayor», detalló.
Pablo contó que de todo lo que había vivido hasta entonces, nunca pasó por una toma de rehenes. Pero fue justamente eso lo que hizo esa tarde, en el local que estaba frente al parque Mitre. «Me meto, hago bajar las persianas, los tiro a todos al piso. Y nunca me había pasado en la vida. O sea, estuve en institutos de menores, en comisarías, hicimos revueltas, pero nunca esa situación. Encima era un pibito. Yo estaba más asustado que los pibes que tenía ahí tirados en el suelo», remarcó.
También dijo que como no tenía experiencia en eso, le sirvió lo que le enseñaron otras personas y lo que vio en las películas. Y remarcó también que si bien «tenía que mostrar una actitud violenta», no lastimó a nadie. «Nunca me imaginé que iba a tener que estar un par de horas con esa gente de garantía prácticamente. Nunca me gustaron esas cosas, de verdad», enfatizó.
En su relato describió que el parque estaba con mucha gente y que en poco tiempo estaba rodeado de policías, gendarmes y periodistas de radio y televisión. «Se vino un mediador y estuvimos a los gritos, yo quería un juez, un psiquiatra alguien que me declare inimputable. Ellos me querían convencer en media hora de cosas que no pudo convencer nadie en toda la vida», agregó entre risas.
De todo también recordó que prácticamente quien lo terminó de convencer fue la cocinera. «Me daba una paz, como si me estuviera hablando mi vieja».
La toma de rehenes, finalizó con la llegada de un psiquiatra. «Me dijeron que era el doctor Lojo, tipazo. Él me dijo que no lastime a nadie y que me iba a ayudar. Yo le expliqué que no me drogaba para robar, sino que robaba para drogarme, la verdad. También les mentí, les dije que estaba solo, que no tenía familia, etcétera. Eso enterneció a la gente afuera. Era muy loco porque me daban fuerzas. Al final, la cocinera me dijo que ya estaba y la verdad me tocó el corazón. Así que ahí decidí cortarla y comencé a largar a todos. Es más la señora me dijo que quería salir conmigo por mi seguridad».
Pablo terminó el relato mencionando al salir, lo esposaron y lo llevaron a la Comisaría 4ª. «Estuve ahí un tiempo y después con una junta médica determinaron que tenía que quedar detenido en el hospital psiquiátrico», completó.
De la historia, Pablo resaltó algo que le llamó la atención: «Nunca me pegaron. Me trataron bien. Yo sabía que lo que hice era grave, y ya esperaba la tradicional paliza que es común en otras partes del país, pero ahí me trataron muy bien», cerró.
El video completo y una segunda parte están en su canal: Pablo a la Mazmorra.
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