En el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer de Mama, Patricia Almeida contó su historia de vida y cómo superó dos veces seguidas a la enfermedad. «Es importante hacerse los controles. No hay que tener miedo. Hay que vivir cada día eligiéndose, para no llegar al cáncer de mama y sí se llega se lo enfrenta», enfatizó.
En el 2018, comenzó con dolores en la mama y cuando recibió los resultados de sus estudios, en lo primero que pensó fue en su familia, en sus hijos. «Sabía que era una posibilidad, una cree que puede ser porque ya lo venía analizando, pero hay que enfrentarlo, acomodarse, ver lo que uno no estaba haciendo bien y seguir adelante», relató. Una vez con el diagnóstico firme, «empecé a saber de la enfermedad, conocerla, saber qué hay que hacer y empezar a perder el miedo».
«En mi familia no hubo cáncer, ni de mamá, tías y abuelas, sí una prima hermana. Es una enfermedad que nos puede llegar a todos, no es hereditaria, solo un 25% es positivo por antecedentes familiares«, compartió.
También se refirió a sus hábitos antes de conocer el diagnóstico. «Pensaba que comía bien, pero lo que más cambió en mi alimentación es la parte de los azúcares, empecé a evitar el exceso. Creo que la industrialización hizo que tengamos este tipo de alimentación, no es algo que uno elige, sino que lo instalan, porque uno busca culpas en el momento eso», reflexionó.
«El cáncer no es matemática, se va día a día enfrentando la situación. Uno se tiene que parar frente a lo que le toca, hay que atravesar la situación y el miedo, hay que hablar con la médica, la familia, las amigas, y mi parte espiritual fue con el padre Pío», describió.
Al indagar a qué se aferró, contestó que a sus hijos, quienes en ese entonces tenían 4, 8, 12 y uno más grande. «Lo primero que hice fue decirle a los chicos la verdad. Ellos me ayudaron de la forma más simple, cada uno solucionaba sus problemas, su estudio, sus cosas, colaboraron conmigo, cada uno hizo lo que tenía que hacer», contó. Y señaló que «tener ideales, pensar cómo se van ver dentro de 50 años, que piensen dónde quieren estar, ya tienen la experiencia de cómo transitar las enfermedades«.
También se aferró a sus amigos y a Dios. «Le entregué mi enfermedad a Dios. Le pedí que haga lo que él quiera y descansé», manifestó. Más adelante en la conversación, se refirió al enojo que a veces se siente ante las pruebas difíciles de la vida. «Uno se quiere enojar con Dios en estos casos, pero no, él en estas situaciones es donde más te contiene, porque lo lindo es disfrutar del camino no de la llegada», recalcó.
Y también comentó una coincidencia que la llevó a un importante sostén para su enfermedad: «El padre Pío fue alguien a quien yo recurrí. El 23 de septiembre me dieron el diagnóstico de cáncer de mama, y justo un 23 de septiembre se cumplían 50 años del fallecimiento del padre Pío».
«Hoy estoy muy bien, sigo con los controles, mi médica me dijo que estaba muy bien, sigo con los estudios, disfrutando cada día, mirando el sol, el atardecer, con mis amigos y familia», contó la correntina.
Al preguntarle si estaba en paz, Patricia sostuvo con firmeza: «Sí, la verdad que esa paz, algunos días está mejor, algunos días estoy más débil, pero la paz está dentro de uno mismo. Entendí que uno va buscando soluciones afuera, pero la paz está en el interior de uno mismo».
Fuente: Radio Dos