Julio Parada Seifert, pintor criollo y costumbrista, volvió a Corrientes con una nueva exposición de sus obras que retratan la ruralidad y calidez del Interior de la provincia, con vibrantes colores que exceden los marcos e invitan a los asistentes a mirar a través de ellas como si de un paseo vivencial se tratara.
La muestra En Dos Partes comenzó el pasado viernes 3 y estará abierta hasta este jueves 30, inclusive, en el Museo de Bellas Artes, auspiciada por Expreso Demonte, La Armonía, Vinos y Espumantes Alfredo Llorente, Gastro Group, Luján del Batel, Estancia y Cabaña El Rosario, y Santa María.
«La gran mayoría de obras son camperas y en su gran mayoría son de Corrientes. Hay una sola que es de Leones, provincia de Córdoba, y después hay un par abstractas que es un experimento que estoy haciendo para buscar otro nicho de mercado», detalló en una entrevista con EL LIBERTADOR.
Parada Seifert decidió «pintar en serio» a partir de agosto de 2008, con la Resolución 125 del entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, un anuncio impositivo que elevaba la alícuota de retenciones al sector agropecuario y daba inicio a un conflicto que marcaría la historia reciente del país.
Su primera obra de trascendencia internacional fue Minga de rodillas, que estuvo expuesta en la Sociedad Rural Argentina y fue publicada en el Wall Street Journal de Estados Unidos, así como en la revista Life.
Pinta entre seis y nueve horas al día, de lunes a lunes. «Con el apoyo de mi mujer y mis hijos que me alientan, porque realmente te cansás», relató el pintor que ya lleva vendidos más de 400 cuadros.
La particularidad de su arte es que pinta «de memoria», sin fotografías de referencia, evocando los paisajes que quedaron en sus retinas durante su infancia en colonia Tabay y las veces que a lo largo de su vida retornó al Litoral. Y por supuesto, lo hace escuchando chamamé. «Pinto Corrientes desde donde lo siento», expresó.
«Se trata de hacer algo de pintura testimonial también. Pinté las inundaciones que arrancaron en 2016 y siguieron hasta 2018. Expuse en la Legislatura, donando una obra para los inundados. El año pasado que empezó la tempestad de la seca y el fuego, pinté los incendios. Muy crudas las obras de los incendios», se lamentó.
Destacó lo bien representada que se encuentra Corrientes a través del chamamé, carnavales y el turismo en los esteros del Iberá. «Pero no hay pintor que se dedique a pintar situaciones como lo hizo oportunamente Cándido López, que pintó toda la guerra con el Paraguay, o sino no habría imágenes. Fotografías de incendios hay para hacer dulce, pero pintadas no hay. Y de las inundaciones, lo mismo. Es una manera de dejar plasmado para el futuro», afirmó.
NUEVA VISITA A CORRIENTES
Es la cuarta ocasión que expone en el Museo de Bellas Artes Doctor Juan Ramón Vidal; las dos primeras veces en la sala Justa Díaz de Vivar y las últimas dos con una muestra más amplia en la sala José Negro, lo cual señaló que es un honor para él como pintor. «La idea es crear interacción entre el pintor y la gente que viene. Charlar y explicar un poco los cuadros«, comentó.
«Llegar acá no fue fácil. En una Argentina castigada como está y la provincia de Corrientes con muchísimos problemas de agua, de seca y de fuego, es complicado para la gente adquirir obras. Vine con expectativas cero, el objetivo es difundir», admitió.
Los visitantes más asiduos en estos días de exposición fueron las delegaciones escolares, a quienes con gusto explica y educa sobre la vida rural, y también brinda la oportunidad de intervenir en los cuadros que trabaja.
«No me molesta que me pregunten cuando estoy pintando. El otro día vino un grupo de chicos y estuvieron pintando un cuadro. De eso se trata: de que haya un ida y vuelta, que no le tengan miedo al pincel, que no le tengan miedo a mancharse. Ese es básicamente el motivo que más puede llegar a gratificar», resaltó.
RECUERDOS DE TABAY
«Los más gratos recuerdos los tengo allí, era la época que no había luz eléctrica», evocó al ser consultado sobre su infancia en colonia Tabay.
«Los caminos eran caminos de arenales. En Paso Naranjito, por la ruta 118, había que esperar la balsa para cruzar el río. Después había una loma que era un arenal, para lo cual un tío mío, que es con el que me crié, se compró un Jeep Willys para poder ir y volver porque si no era muy complicado por la seca y el agua», relató.
Hace un año visitó colonia Tabay, y la notó muy distinta a la de sus nostalgias. «Las calles que tenían el encanto de esa arena colorada, que tiene óxido ferroso y tanino, porque hay mucha forestación, se perdió», apuntó.
«Esos son recuerdos muy gratos que tengo de Corrientes, imborrables. Los pinto desde la memoria», sonrió.
DETALLES Y MATICES DE SUS OBRAS
«No hay fotografía, por la sencilla razón que no sé copiar. Para lo único que uso fotografía es cuando hago retratos, después todo sale de la cabeza«, contó el pintor Julio Parada Seifert sobre su oficio de todos los días.
Recalcó la importancia de conocer lo que se pinta, también las costumbres que se buscan plasmar en el lienzo.
«Por ejemplo, el mencho de acá, en vez de poner el freno primero y el bozal después, lo hace al revés. Entonces queda apretado. Esa es una de las características de la zona, yo lo he visto particularmente acá», señaló.
«Después tenés rellenos o cojinillos que son largos y otros que son cortos. Cuando vos ves cojinillos cortos, evidentemente es zona de lagunas, porque te tenés que meter al agua», explicó.
«Otra característica que tiene el paisano es que suele andar solo, a caballo, a lo mejor acompañado por algún perro. ¿Y por qué anda solo? Porque son extensiones grandes, su compañero es el caballo. Si tiene que curar un animal, tira el lazo y cuando el caballo ya tensó, el paisano se baja. Va, trabaja y el caballo nunca deja aflojar el lazo hasta que termina de laburar el mencho», contó Parada Seifert de tal manera que sus palabras parecían pinceladas de un nuevo cuadro pintado en el aire.
TODO EL AÑO HAY UNA FLOR
«Todas esas costumbres hay que seguir teniéndolas y difundiéndolas. Hay mucha gente en las ciudades que salen de paseo y no miran a los costados. No se dan cuenta las variedades botánicas que hay acá, la parte topográfica. Corrientes es distinta en montones de zonas», aseguró. «Cuchillas, bañados, esteros, lagunas, tierra colorada».
«Y te vas dando cuenta cuando vas mirando el paisaje, el volumen, el colorido, y todo eso lo tienen muy pocas provincias», sostuvo, a lo que agregó que «entre los lapachos y los chivatos, todo el año hay alguna flor».
«Quiero transmitir esto a toda la gente que no lo conoce y dejar algo para la posteridad, para las futuras generaciones, que lo puedan valorar, que sepan lo que es el campo», expresó.
Fotos: Miguel Valenzuela