Llega el «Día D». Corrientes se posa sobre un escenario histórico, que refleja lo más extremo de las grietas. Un distrito casi intrascendente por su poder electoral (apenas el 2,6 por ciento del país), pero con mucho de simbolismo debido a que en 2025 tendrá un round que tanto Massa como Milei querrán capitalizar.
Allí es donde las principales fuerzas locales se vieron colocadas entre la espada y la pared. Es que el radicalismo, con sus aliados, así como el justicialismo decidieron transitar la vorágine de este 2023 con un tranco sostenido en cada lado de la «grieta».
EL CASO VALDÉS
Quizás el caso más elocuente lo haya brindado Gustavo Valdés. Para muchos, erró en todo lo que planeó en materia política electoral. Aunque sí acertó en su jugada personal de ir por la mesa chica del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), donde logró un alto nivel de instalación que, aunque no le garantiza catapultarse en la máxima conducción, sí le permite jugar en la cancha grande. Allí, perdiendo o ganando en la pulseada en el «poroteo» de los delegados, si no logra mayoría -lo cual es difícil- al menos logrará, en caso de llegar a una votación divida, exponer las diferencias sobre dos modelos de conducción frente a una alternativa marcadamente desgastada, como es la que representan Lousteau y Morales. Ambos, muy emparentados con el kirchnerismo-massismo. El primero, ex funcionario de Cristina y autor de la tristemente célebre resolución 125; y el segundo, socio reconocido de Massa desde hace mucho tiempo atrás. De hecho, su principal impulsor puertas adentro de un radicalismo donde impera el desconcierto.
En este contexto el objetivo de mínima del Gobernador correntino podría ser jugar a fondo, accediendo a una negociación que impulsa casi con desesperación el sector al que favorece el número de delegados. Pero esa negociación no se haría insertándose en espacios menores dentro de la distribución de poder en el Comité Nacional, con compensación en los bloques legislativos, sino en provocar una solución salomónica que suponga que ambos contendientes en disputa accedan a la entronización de un tercer hombre que representaría al país federal.
RICARDO
Y SU MOVIDA
A este complicado panorama se añadió otra jugada. Pero ésta no dependió de Valdés, sino de su mentor político. Fue Ricardo Colombi el que mostró uñas de guitarrero en una especie de «maestría» pragmática. Una semana antes de las generales del 22 de octubre, el mercedeño aprovechó una entrevista en el programa Debate Interior -de Ñande Cable- para hablar, llamativamente (¿?), de un posible escenario sin Bullrich en carrera.
«Vamos a tener que votar a Massa», manifestó para sorpresa del panel de periodistas y para que más de uno de los televidentes «correligionarios» se atragantaran con el mate. «¡Totalmente inoportuno!», manifestó a este medio un histórico dirigente, que venía (con un puñado de aliados de ECO), intentando levantar la pobre performance de Bullrich en las Paso.
Los dichos de Colombi llegaron hasta Buenos Aires, donde molestaron y mucho en el radicalismo, ni qué decir en los socios de Propuesta Republicana (PRO). Sin embargo, para quienes conocen al titular de la UCR Corrientes, nada es azaroso. Un «viejo lobo» de los mares políticos que ya habría olfateado el tufillo de la derrota, lanzando un mensaje que luego se tradujo en una feroz «guerra interna» en el radicalismo nacional.
Así fue que surgió el núcleo de «radicales con Massa», con Gerardo Morales a la cabeza, contrastando con el otro sector de los de Alem, que se acopló a la entente capitaneada (como siempre) por el PRO; esta vez, ya con Mauricio Macri de figura.
De todas formas, Ricardo no adhirió personalmente a ninguna de las opciones, llamándose a un estratégico silencio luego de sacudir los cimientos con su anticipada movida.
POR VERSE
Así las cosas, Valdés, Ricardo y demás deberán comenzar de cero las relaciones políticas e institucionales gane quien gane. Con Massa, la cosa se pondrá áspera. Aunque la capacidad de diálogo que ostenta el tigrense podría colaborar al pragmatismo radical correntino.
Con Milei, todo está por verse. Se trata de un territorio inexplorado. Aunque está claro, al menos en lo que sería la estrategia de su futuro Ministro del Interior, la decisión de hacer pie en Corrientes como tercera opción electoral de cara a 2025.
¿Y el PJ?
Los justicialistas correntinos, desde el 22 de octubre duermen con un ojo abierto. También caminan mirando sobre sus hombros, como oteando quién pudiera acercarse con el cabo y el arreador.
Más allá de la algarabía demostrada para el público, luego del triunfo en las generales de Sergio Massa. Otra fue la historia conforme se fueron sucediendo las jornadas.
Ya para el 22-O, la estructura se movilizó con el massismo en tesitura comandante. Los operadores locales del tigrense tuvieron «carta blanca» en la disponibilidad de recursos y la definición de las estrategias a expensas de referentes del Partido Justicialista (PJ) orgánico y de La Cámpora, que no disimulan su malestar.
Fue algo que se notó sobremanera a escala país. Muchos aún recuerdan cuando Cristina Kirchner, antes de que se conocieran los resultados provisorios, ensayó una especie de «apertura de paraguas», al manifestar que nunca fue escuchada en este Gobierno (central). Una movida para despegarse en caso de que las urnas hablaran a favor de Milei y en contra de Unión por la Patria (UxP). Y Corrientes no se diferenció de ello. Hubo un referente local que advirtió a este medio, off the record, que estaban a la espera de los resultados inmersos en la incertidumbre, aclarando que poco tuvieron que ver y pudieron hacer en la campaña.
Otra historia fue luego de que se conocieran los primeros números a favor. Allí fueron todos semblantes alegres. Pero eso no quitó lo transcurrido.
En una primera lectura hubo algunos en los que nació el temor fundado en la propia sinergia que se genera en el lado vencedor, donde el que «tiene la lapicera» decide avanzar para instalar su estructura, su núcleo de confianza. Lo hace desde Balcarce 50 y lo replica en cada uno de los distritos del país.
Y en caso de que sea Massa, los «compañeros» elucubraban en que éste buscará darle una impronta massista a la mesa chica de UxP, teniendo en cuenta que esto puede ir en detrimento de las aspiraciones peronistas hacia 2025. En los hechos, no sería este el pensamiento del líder del Frente Renovador. Como emuló de Carlos Menem, no le costaría hacer lo que el riojano en su momento hizo luego de expresar, en la cena de Catamarca del día siguiente al triunfo, que lo que sirvió para llegar no serviría para el tiempo que vendría. Abrió las puertas al «cafierismo», gobernadores e intendentes, consolidando un nuevo esquema de poder aggiornado.
¿Y si ganara el libertario?
Si se diera un batacazo a favor de Milei, estaría más que claro que las posibilidades de que el justicialismo pueda aspirar a una gravitación electoral, contrariamente a lo que se supone, sería infinitamente mayor. Con el sistema electoral de doble vuelta, con el 45 por ciento afianza un escenario de tres frentes electorales. Haría que el peronismo mejorase notoriamente sus chances no sólo a nivel provincial, sino en la pelea por recuperar municipios. Contribuiría a ello, además, la latente puja en la UCR provincial, donde Colombi difícilmente se «baje del caballo», mientras que el Gobernador no cejará en su propósito de garantizar que un «delfín» le otorgue base territorial propia para seguir siendo un jugador fuerte en la escena nacional.
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