Este es un llamado a despertar. Desde el llano, una mayoría pacífica y silenciosa reclama el fin de la irracionalidad y de los fanatismos; el fin de las discusiones estériles, de las posiciones irreconciliables y furibundas; el fin de las fracturas vanidosas de una dirigencia ciega de ego. La consigna es fundamental: donde quiera que estén en el vasto espectro republicano, abran el puño y recibirán una mano extendida.
Nuestro espacio, Juntos por el Cambio, afronta hoy el desafío de hacer propia la consigna que promueve públicamente en un país radicalizado: el único camino para la unión y la transformación social, ambos valores inherentes a nuestro nombre, es el diálogo y el consenso, el acuerdo y la concordia, incluso en la diferencia. Sin esa visión ni esa claridad, la bruma populista habrá llegado para quedarse.
Es hora de ir a lo esencial, y sólo a lo esencial: sólo juntos y por el cambio tendremos una democracia republicana. Sólo juntos y por el cambio tendremos un país regido por la ley.
Debemos trabajar para la cohesión de Juntos por el Cambio, pues es vital para el futuro de la República.
El mayor gesto de compromiso con el espacio que cualquiera de nosotros puede dar es poner de lado intereses individuales y apostar a lo colectivo. La Unión Cívica Radical tiene hoy más que nunca un claro e ineludible rol, un rol de grandeza acorde con su tradición histórica, que es preservar la vigencia plena de las instituciones democráticas y de las opciones republicanas en esta hora crítica del país y del mundo, donde los sistemas de representación ciudadana crujen en manos de los extremismos de izquierda o de derecha.
Debemos terminar con los arrebatos de acusaciones y polarización extrema, pues son estos los alimentos del país antisistema y anómico que amenaza los fundamentos de la paz social. O lo que es igual, que atenta contra los derechos y garantías de los argentinos.
La paz sólo se alcanza cuando hay ley. Pero paz y ley son producto de un acuerdo social que establece que somos libres de pensar y de expresarnos como nos plazca, conviviendo en la diferencia ¿Cómo podríamos en Juntos por el Cambio representar esos valores si no damos el ejemplo de que la disidencia es vital y constitutiva de nuestro espacio?
Nuestro objetivo es trascendente, y no podemos perderlo de vista: debemos custodiar la ley de leyes, pues es esta la que nos hace libres, iguales y fraternos. Un país sin ley es un país sin paz, sin ciudadanía, perpetuado en la desigualdad, carente de libertades y sin instituciones que garanticen y protejan los derechos. Un país populista, donde los arrebatos irracionales son posibles, y donde absolutamente todo es relativo.
Por eso hoy, más que nunca antes, debemos tomar conciencia. En este tramo crítico estamos llamados a iluminar el camino hacia un resurgimiento de nuestra democracia representativa, republicana y federal. Ese debe ser el rol que nos cabe a las fuerzas democráticas, como la Unión Cívica Radical, el PRO y la Coalición Cívica, que confluimos en Juntos por el Cambio. También el peronismo republicano, que encarna Miguel Ángel Pichetto, y los múltiples partidos demócratas provinciales. Es una responsabilidad grande e histórica, pues es una responsabilidad acorde con la era.
Coincidamos en lo esencial para hacer crecer nuestra concordia y evitar la barbarie. De lo esencial hacia adelante: juntos y por el cambio.
Gustavo Valdés
20-CONTRATAPA-9Una figura inocultable
Valdés se instaló en el escenario nacional luego de estrechar vínculos clave dentro de Juntos por el Cambio. Supo despegarse del síndrome de cabotaje que intentó contagiarle Colombi y apuntó más lejos. De esta manera, se ganó la confianza de las principales esferas de poder de la política nacional. También lo logró con Alberto Fernández, que en su primera etapa como Presidente le tendió más que una mano al correntino.
Trazó una agenda relacional que atravesó a los líderes del PRO. A Mauricio Macri lo instaló dentro de su círculo más cercano. Lo mismo y más hizo con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien se habría animado hasta a tentarlo con competir en 2023 en un tándem presidencial. Fijó un plan de acción con la titular de los «amarillos», Patricia Bullrich y estableció canales de diálogo directo con María Eugenia Vidal.
En la UCR hizo lo propio y -tal vez- mucho más. Supo lidiar con el recelo de los viejos capitostes del partido de Alem. Le marcó el territorio a los correligionarios y le añadió los contundentes resultados de las elecciones del año pasado, todo ello para acceder a un lugar en la mesa chica de la conducción.
El propio presidente radical, Gerardo Morales tuvo que aceptar su capacidad de maniobra, luego de innumerables intentos de adoctrinamiento interno. Valdés demostró que sus modales florentinos le dieron más poder de fuego con los del PRO y eso, en estos momentos, resultó valer oro.
Hoy, en medio de los chispazos entre los del PRO y la postura intransigente de muchos de la UCR, el Gobernador correntino se convirtió en un salvoconducto ideal para calmar las aguas. Un primer intento, esta nota de opinión.
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