La garrafa de gas de 10 kilogramos se vende hasta a 1.500 pesos en kioscos y puntos de venta ubicados en distritos barrios capitalinos, pese a que las empresas distribuidoras aún la comercializan a 620. Desde la Subsecretaría de Comercio de la Provincia, expresaron que no tienen facultades para controlar los valores de reventa.
La inestabilidad e incertidumbre económica que se instaló en el país en las últimas semanas provocó que se apliquen fuertes remarcaciones en los productos de todos los rubros, y el gas envasado no fue la excepción.
A través de un relevamiento realizado en distintos barrios Capitalinos, EL LIBERTADOR constató que la garrafa recargada de 10 kilos se revende a precios que van desde los 1.100 a los 1.500 pesos en kioscos y puntos de venta vecinales, algunos informales.
Dichos precios se empezaron a ver recientemente, ya que previamente se podían conseguir los tubos a menos de 1.000 pesos.
Vale mencionar que los altos valores que aplican los revendedores son meramente especulativos, ya que en los puntos de distribución locales la garrafa se mantiene a 620 pesos, un valor regulado por el Gobierno nacional.
De esta manera, quien vende una tubo de gas a 1.500 pesos obtiene un margen de ganancia del 141,94 por ciento.
Para conseguir el tubo a 620 pesos, los consumidores deben acercarse hasta los puntos de distribución o a algunas estaciones de servicio YPF que las venden.
Otra opción es pedir a domicilio, caso en el que se mantiene el precio del producto, pero se le agrega un monto similar por el servicio de delivery. En este caso, el total ronda los 1.300 pesos.
SIN REGULACIÓN
En este contexto, el subsecretario de Comercio de la Provincia, Juan José Ahmar comentó a EL LIBERTADOR que su área sólo puede controlar que el precio de la garrafa se mantenga a 620 pesos en los puntos de distribución, algo que, hasta la semana anterior, cuando se hizo la última inspección, las empresas cumplían.
Los precios que se apliquen en los puntos de reventa o que dispongan las empresas que hacen envíos a domicilio no están regulados y, por ende, no son controlados, quedando a criterio de los consumidores si los pagan o no.
Lamentablemente, al ser Corrientes una de las pocas provincias del país que aún no cuenta con suministro domiciliario de gas natural en red, a la mayoría de las familias no les queda otra opción que pagar lo que les piden por una garrafa.
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