Marcelo saluda. Alguien que cruza le hace un chiste, pasa otra persona y él le sonríe. Lleva en esa esquina más de 20 años. Y pareciera que toda la fe que tiene en sus santitos, como él les dice, ubicados frente a su puesto le otorgan la abundancia de tener tantos clientes y de ser tan renombrado. Impulsor de uno de los míticos puestos de chipá mbocá de la ciudad, por lo que Marcelo ya salió en la televisión, en los diarios y también conoció a personalidades reconocidas en el mundo, como la estrella de básquet Facundo Campazzo.
Su motor es este trabajo que realiza todas las tardes de lunes a lunes con plena alegría. «Nosotros conocimos la forma de cocinar el chipá mbocá en Mburucuyá, Corrientes, la familia Saucedo fue la que nos enseñó. Por trabajar en una fábrica de almidón conocí el producto. Le fui dando mi propia impronta al preparado cuando pude tener mi propia máquina. En mi caso, es lo que mi mamá logró. Ella hizo la receta como a nosotros nos gusta: con más sabor, con más queso y con más sal. Así mantenemos nuestros productos hace más de 20 años», recordó sobre sus comienzos.
CÁLIDO AMBIENTE LABORAL
Marcelo se llena de orgullo al hablar de su trabajo, así es que detalló: «Hoy estamos en el mejor lugar, que es la esquina del parque Mitre. Más precisamente en la vereda del club Regatas dándole un poco de sabor y música a la gente que principalmente viene los domingos. Gracias a Dios hay personas de todos lados, porque a este parque concurren desde todo el mundo. Hay quienes compraron, se fueron y volvieron por más. Así que gracias a Dios podemos vivir de esto dignamente».
«Lo que más me gusta de mi trabajo es el contacto diario con las personas. Conocerlas, que prueben y te digan que les gustó. «Ya no nos cuesta venir, no es un trabajo, es más que un placer estar acá en el parque y compartir con la gente». A la gente que viene le explicamos la historia del chipá mbocá: cómo se inició, y por qué se llama chipá mbocá. La palabra mbocá significa revólver o pistola, es una palabra en guaraní. Y el chipá, es algo tradicional de Corrientes. Acá se hace de esta forma, se cocina con una máquina, es eléctrico. Esa es la diferencia, que se cocina con una tacuara, que conserva el calor. Creo que eso es lo que lo hace diferente. El sabor se mantiene siempre por la calidad de los productos y por las manos que lo hacen. Además, nosotros lo hacemos de corazón, que creo que eso suma mucho», agregó.
Sobre su modalidad de trabajo detalló: «Nosotros trabajamos de lunes a lunes. Venimos todos los días porque a esta altura sentimos que esto además de ser un trabajo, ya es una pasión. Siempre que Regatas juega nos quedamos hasta que termina el partido. La gente siempre nos ayuda, colabora y consume. Prueba y al ratito te dice si le gustó o no. La verdad es que es algo muy digno y muy rico. Entre semana trabajamos tres mientras que sábado y domingo somos cinco o seis personas, depende del día y del evento. Durante esas jornadas viene más gente, ahí trabajamos más familias. Somos varios los que vivimos de esto y podemos sostenernos con el producto del trabajo de cada uno».
Materias primas
Aunque el dueño del puesto no reveló la receta secreta que utiliza para hacer su reconocido chipá mbocá, hay ciertas materias primas con las que debe contar para hacer un alimento sabroso. Mantener la calidad del producto implica una inversión bastante alta, ya que la actual suba de precios que atravesamos como consecuencia directa de la desregulación de la economía por parte del Estado afecta en gran parte a los emprendedores.
En relación a los costos, reveló: «Con la cantidad de años que hacemos esto más o menos regulamos el precio. Nosotros hablamos de no aumentar tanto como sube otra gente porque se fue muy arriba el precio. Nosotros no lo aplicamos porque vivimos de esto. Si la gente no compra, nosotros no trabajamos. Tratamos de equiparar el monto que cobramos. Andamos buscando precios, todo el día en la calle, comparando y haciendo números».
«Si aumentan las cosas, yo tengo que subir lamentablemente, pero gracias a Dios con todo lo mal que estamos, la gente entiende igual. A nosotros nos duele aumentar, a mí me cuesta mucho. Pero a veces no nos queda otra que hacerlo. Hay gente que lo toma muy bien y por ahí uno o dos no te compran, pero después vuelven», finalizó.
Momentos difíciles
A Marcelo le cambia la cara, le entristece recordar el tiempo en que tuvo prohibido trabajar en su amada esquina: «El día más feo de mi vida, fue un domingo. Fue la jornada en la que mejor trabajamos en toda nuestra historia. Fue cuando se declaró la pandemia. Nosotros estábamos trabajando, cuando llegó la tarde, vino la policía y nos echó. Hicieron lo mismo con toda la gente. Eso fue muy duro. No poder trabajar fue muy triste porque nosotros vivimos de esto. Cerrar el negocio nos mató. Y otro momento feo fue cuando se cayó el árbol al lado del puesto. Esa fue una situación milagrosa, todos los santitos que tenemos acá nos protegieron. Lo bueno fue que no tocó ni dañó el carro».
«Mi sueño a futuro es que mi hija pueda hacer lo que antes hacía yo. Aprender lo que uno hace es algo digno. Y también, quisiera poder dejarle el legado a mi nieta. Que pueda mantener esto, que continúe la marca, que siga el producto y que no se cambie de lugar. Esta es la mejor esquina de Corrientes porque acá pasa todo el mundo y eso nos da el beneficio de trabajar todos los días. Hoy estamos la semana completa. Y ya no nos cuesta, no es un trabajo, es más que un placer estar acá en el parque y compartir con la gente», concluyó.
Clientes fieles
Marcelo describió: «El horario pico es desde las 19 hasta las 22, que es cuando la gente termina el gimnasio. Acá siempre nos cargan. Dicen que desde que nosotros estamos acá, se les terminó la dieta. Acá viene gente de la cultura, de afuera, del básquet. A este puesto lo llaman El chipá de la Liga. Acá vienen todos los jugadores, también pasaron los mejores técnicos, todos los que vienen disfrutan del sabor. Nosotros hacemos un chipá relleno con jamón y queso. El otro que hacemos es con chorizo, ese es el famoso chorimbocá. Es la bomba del parque. Eso lo inventamos nosotros, es apto para celíacos, es libre de gluten».
«Lo que nos distingue de la competencia es la cantidad de años que venimos trabajando. Nosotros somos los que empezamos con esto y ante cualquier crítica o queja tomamos todo para tratar de mejorar el producto. Gracias a Dios no tuvimos problemas, pero creo que nuestra experiencia es nuestro mayor certificado de calidad. Es lo que asegura que es bueno lo que vendemos, así la publicidad se hace sola. Si vos venís de afuera y preguntás dónde comer un chipá mbocá hoy te mandan directo al parque Mitre, es así. Eso nos da un poco la pauta de que lo que vendemos es bueno», agregó.
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