El Estado dispone de buenos datos sobre la remuneración en el sector formal, dado que la Afip informa los aportes, contribuciones, Ganancias y otros impuestos que se aplican sobre el trabajo.
Los asalariados registrados suman poco más de 9,6 millones de puestos de trabajo. De ellos, 6,2 millones son del sector privado y 3,4 restantes del sector público. Todos ellos explican casi la mitad del empleo en Argentina. La otra mitad son los asalariados y cuentapropistas informales (7,5 millones), monotributistas (1,8) y autónomos (0,4), por destacar los principales.
Además, con esa información, el Ministerio de Trabajo publica el índice Ripte: Remuneración Imponible Promedio del Trabajador Estable. Se trata de una serie del salario registrado bruto en Argentina desde 1996 a la fecha.
Es de destacar que en 2022 el salario de los registrados volvió a perder frente a la inflación, por quinto año consecutivo. El año pasado el salario real cayó 0,6 por ciento en el promedio anual, acumulando una pérdida de 17 por ciento en cinco años (2018-2022), y una merma de 20 por ciento desde el pico de 2015 (7 años).
La caída es todavía mayor si en vez de mirar los promedios, se compara la dinámica de cómo terminó el año. En diciembre de 2022, el salario mostró una suba nominal de 89,3 por ciento, frente una inflación del 94,8 por ciento en igual período, reflejando una caída del 2,8 por ciento interanual. Durante los últimos tres años, el salario real acumula una pérdida de -2,1 por ciento entre diciembre 2019 y diciembre 2022.
El salario real alcanzó un pico en julio de 2015, desde entonces el poder de compra cae. Acumula siete años de caídas desde el pico, y sólo un año de mejora (en 2017). Entre puntas el salario real acumula una pérdida del 24 por ciento entre julio de 2015 a diciembre de 2022.
La merma fuerte del salario real fue entre 2018-19. Los últimos tres años sumó una caída más marginal. Pero vale destacar que el nivel de actividad se recuperó y ya opera cerca de los máximos previo a la crisis 2018-2019; no obstante, el salario quedó ahí abajo. Más simple, en los últimos cinco años, la dinámica de la economía tuvo forma de «V», mientras el salario real dibujó una «L».
Si ya es sorprendente la pérdida del poder de compra en pesos, en moneda extranjera es todavía peor. El salario bruto promedio de los asalariados registrados cerró en diciembre en poco más de 194.000 pesos, lo que implica un salario en dólares de 573 dólares mensuales a dólar libre. El poder de compra del salario en moneda dura colapsó un 67 por ciento desde el máximo en 2017, medido a precios constantes (deflactando la inflación de EE UU).
Tras la vuelta del Cepo y controles cambiarios, el salario registrado colapsó a 600 dólares libres los últimos tres años, valores similares a los observados en 2004, casi dos décadas atrás.
VALOR DE BOLSILLO
VS COSTO SALARIAL
El salario de bolsillo es todavía un 19 por ciento más bajo al salario bruto, dado que hay que descontar principalmente los aportes, ganancias y la cuota sindical.
Esta cuota sindical, en muchos casos, es impuesta bajo el eufemismo de «aporte solidario», independientemente si el trabajador está a afiliado al sindicato, con la excusa de que también estuvo favorecido por los convenios colectivos. Tras los aportes y cuotas sindicales, el salario de bolsillo cerró en diciembre en 157.000 pesos (resta 37.000 sobre el salario bruto), y fue equivalente a 463 dólares al cambio libre.
Vale destacar que, de los 9,4 millones de asalariados registrados, sólo un millón tienen descuentos por Impuesto a las Ganancias. Dicho de otra forma, sólo un millón de asalariados en Argentina tienen ingresos superiores a 1.000 dólares al cambio libre (el mínimo no imponible fue de 330.000 pesos hasta diciembre de 2022, y se elevó a 400.000 pesos en enero de 2023).
Por último, el empleador también paga impuestos en base al salario bruto. Cerca de 29 por ciento tras los aportes jubilatorios, Pami, obra social, Fondo de Empleo, ART y nuevamente cuota sindical.
En números, para que el asalariado recibiera un salario de bolsillo de 157.000 pesos en diciembre último, el costo salarial para el empleador fue de 250.000 pesos. Dicho de otra forma, por cada 1 peso de salario de bolsillo, el costo salarial fue de 1,59 pesos.
El costo salarial de Argentina es de los más altos del mundo y según este informe del BID, el más alto en Latinoamérica. El 72 por ciento en Argentina, 49 por ciento promedio en la región, y Chile con 38 por ciento.
En definitiva, Argentina dejó de crecer en 2011 y desde entonces que no crea empleo asalariado privado registrado. Hay cerca de 6 millones desde entonces. El único empleo asalariado que se creó esta década fue casi un millón en el sector público (principalmente en provincias y municipios).
La falta de nuevos puestos de trabajo en blanco en la última década derivó en que aumentara en 2 millones los empleos informales y un millón el monotributo en las primeras dos categorías, con ingresos por debajo de la línea de pobreza. Simple, la economía no crece, pero la población sí, dejando como única opción la informalidad con ingresos todavía más bajos que en el mundo formal.
Pero la falta de crecimiento económico es sólo la mitad del problema. Argentina se debe una reforma laboral que baje costos impositivos, y en paralelo una reforma sindical que devuelva al ciudadano el dinero de las obras sociales y el aporte sindical. Y con el dinero nuevamente en la mano, que el trabajador decida en plena libertad si quiere afiliarse al sindicato, si quiere una obra social o una prepaga, tal como sucede en cualquier país.
La falta de crecimiento y la ausencia del debate público de estas reformas sólo hacen que aumente cada vez más los trabajadores informales en Argentina.
El autor es Licenciado y Maestría Economía UBA, Director y Economista Jefe Econométrica Economic Research & Forecasts.
Por Ramiro Castiñeira
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