SE RECUPERA LA CONFIANZA. Desde el cambio de gobierno, las tenencias privadas crecieron un 12%. La sostenida compra de reservas que lleva adelante, desde hace un mes, el Bcra, tras el cambio de gobierno, está impulsando la sólida recuperación de los depósitos privados en dólares en el sistema bancario oficial. Esto evidencia una recuperación de la confianza derivada de las decisiones políticas tendientes a regularizar los pagos en otras monedas en la economía local. En el DNU ya vigente se dejó en claro que se puede pactar una moneda, que no sea de curso legal, y que los jueces no pueden modificar la forma de pago, pactada por las partes, modificando el art. 765 y 766 del Código Civil. Por lo demás, el Bcra lleva 27 ruedas consecutivas logrando saldos positivos en sus intervenciones. El viernes se alzó con otros 116.000.000, con lo que pasó a acumular u$s 5.125 millones desde el cambio de gobierno.
«Los que promueven el paro nacional de 12 horas apuestan a una gigantesca movilización esperando que los gremios, los gobernadores e intendentes opositores y el PJ muevan sus poderosas estructuras, y que los movimientos sociales contribuyan para dar fuerza a lo que consideran un necesario llamado de atención a la marcha del Gobierno. Los gremios, que fueron los que plantearon y lideran la protesta, tienen como «leifmotiv» la oposición a la reforma laboral. Luego de acicatear al kirchnerismo para que se sume, espera con la movilización canalizar el descontento de sectores de la población sobre los cuales impacta con fuerza el fenómeno de la inflación, y el ajuste puesto en marcha. Los organizadores hablan de una movilización de proporciones nunca antes conocida. En el Gobierno, que ha rechazado todo diálogo mientras no se baje antes el paro, relativizan la medida. «Podrán juntar 400.000 ó 500.000 personas que no son nada frente a los números de la última elección en que hubieron 15.000.000 de argentinos que votaron por el cambio», aseguran desde la Casa Rosada, donde el tema casi estuvo fuera de agenda, copada toda la atención en las idas y vueltas de las negociaciones en la Cámara de Diputados de la Nación que es el epicentro natural de la disputa política. Milei, desde Davos, realizó concesiones para habilitar a sus máximos referentes en la mesa de conversaciones para que la ley cobre forma. En lo sustancial la parte que más le interesa está blindada, y con ella apunta a consolidar el camino trazado, y a dejar sin sustento las impugnaciones judiciales que se tornarían abstractas con el aval del Congreso. Entre las exspectativas por el paro que a no todos los que quedaron de ese lado entusiasma y las idas y vuelta en las negociaciones de la ley estuvo el viaje del primer mandatario a Davos donde asistió a una cumbre que reúne anualmente a los lideres políticos y empresariales del mundo, escenario de primer orden en el que se esperaban las líneas que bajara el Presidente argentino sobre el cual mucho se habla en el mundo. La misma exspectativa tenía un amplio abanico empresarial que no perdió oportunidad para dialogar en profundidad con quienes formaban parte de la comitiva oficial argentina. Las repercusiones fueron variadas. De hecho no paso desapercibida la presencia del Presidente en ese exclusivo ámbito, en el que domina un formato acorde con la idea de quienes lo inspiraron y que en esta ocasión Milei podría decirse que lo rompió por la naturaleza de los temas que planteó. Los medios del mundo, dirigentes de distintas vertientes de la política internacional, se expresaron, la mayoría con sentido crítico, salvo excepciones. Lo propio ocurrió en el pais. Algunos hablaron de papelón, otros de ridículo y bochorno. Lo cierto es que en las usinas comunicacionales del Gobierno había satisfacción y esta satisfacción se alimentó por la opinión en los últimos días de las máximas autoridades del FMI, del propio Gobierno de los Estados Unidos en la actual gestión de Joe Biden como la no menos y quizás más importante referencia tan específica como contundente de Donald Trump, hoy ya favorito para las elecciones de noviembre venidero luego de un aplastante triunfo que tuvo la semana anterior en la primer disputa de las Primarias. Trump felicitó el paso de Milei por Davos y ratificó un apoyo que viene manteniendo desde el momento mismo del triunfo en las primarias. En este contexto no pareciera un hecho menor que el Presidente argentino esté bajo el radar de quien, todo indica, podría ser el nuevo Presidente pero, a la vez cuente con el sólido respaldo del actual, que ha operado de forma sostenida ante el FMI para cerrar los acuerdos que permitirá al país reflotar un acuerdo caído que impedirá la sombra del default. El éxito de todo programa, en la implementación de las medidas que lo conforman, depende en gran medida de la confianza que las mismas generen, y bajo esta óptica la opinión de quienes «cortan el bacalao» adquieren una significación mayúscula. En este marco tampoco fue menor la posición fijada por la banca Morgan, la principal expresión del sistema financiero americano que saludó el rumbo del Gobierno argentino con términos de una contundencia inesperada. Y quizás como la frutilla del postre, la atención que despertó el paso por Davos de quien es el hombre con mayor fortuna en el mundo, Elon Musk, que dedicó un par de tuits para referirse al Presidente argentino. No es la primera vez que lo hace, y no deja de ser importante que alguien excéntrico y controversial, por cierto como es Elon, tenga puesta la atención en el país donde apuesta a bajar una primera inversión varias veces millonaria para instalar internet via satelital, algo que será una formidable palanca de desarrollo y que, de hecho, ha sensibilizado a quienes venían operando en ese rentable mercado lo cual no fue obstáculo para que vía el DNU presidencial ya vigente se siga adelante con el proyecto que permitirá abaratar costos y llevar internet a todo el pais. Volviendo a los comunicadores gubernamentales, los mismos hacen un balance del paso del Presidente por Davos. Consideran que se ha logrado centralidad fundamental para poner al país en el centro de la atención mundial, incluso por aquellas definiciones que generaron críticas despiadadas hacia el líder libertario. Una vez más vuelve a quedar sobre el tapete aquello que decía un gran político correntino, el último gobernador peronista que tuvo la provincia, don Julio Romero: «Lo importante es que hablen. Que hablen mal, que hablen bien, pero que hablen». Esa máxima del legendario caudillo cuya esposa acaba de morir, cobra actualidad. Milei ganó la elección porque apeló a un discurso transgresor que rompió la natural indiferencia del electorado y generó expectativa sobre su figura. A partir de allí golpeó en los termas que ocupan y preocupan a la gente, y se ensañó con la llamada casta política capitalizando el descontento social que existe, particularmente en los jóvenes, que no veían un rumbo al país, y no se sentían contenidos por las políticas por momentos errática del Gobierno. A estas herramientas apeló el Presidente que se reveló como un gran comunicador con aptitud como para generar un nuevo escenario metiéndose, al principio como una cuña, entre ambos extremos de la grieta que dominó en las dos últimas décadas la política argentina, siendo a la postre el beneficiario final de este nuevo escenario que se fue dibujando primero con el paso al costado de Mauricio Macri y luego de Cristina Kirchner. Milei fue producto de las circunstancias. Un justicialismo en la gestión de gobierno que sumó contradicciones y mostró la imposibilidad de lograr un conducción política unificada y coherente, y en la vereda de enfrente la alianza opositora que desde tiempo atrás era la favorita para suceder a Fernández y que de tan segura que parecía estar del recambio que se produciría se autodestruyó en una lucha fratricida puertas adentro del PRO, y de la propia UCR que no supo administrar una interna descarnada, fuera de tiempo, que lo volvió a dejar como socio menor frente a los amarillos que aún fuertemente divididos lograron imponer el primer término de una fórmula que les valió poco, porque si bien llegaron en el segundo puesto en las primarias de agosto la puja interna hizo que quedaran fuera del ballotage, en una posición deslucida que acentuó la puja aún irresuelta.
Macri, sin estrategia, el primero en bajarse sin negociar antes termina por arrastrar a Cristina
Durante meses el ex Presidente «deshojó la margarita». Estaba claro que apuntaba, más allá que no lo admitía, a refichar. Lo que él dio en llamarse el segundo tiempo como título su segundo libro. En ese camino no perdió oportunidad de esmerilar de manera sostenida y progresiva a quien era su sucesor natural, y al que las encuestas daban como el favorito para las presidenciales, con un perfil a la medida para una eventual segunda vuelta. Se puso en papel de árbitro por sobre las aspiraciones de Horacio y a Patricia a quien él mismo impulsó a salir a la cancha, con la pretensión clara de que en la recta final podría ser prenda de unión. En el interin, casi de sorpresa se agregó Maria Eugenia Vidal, tímidamente al principio, pero con un alto impacto en la interna amarilla en la que quedó en evidencia que la puja había salido de control. En el medio, los aliados hicieron su aporte para desestabilizar al ex Presidente. Lilita Carrió apuntó los cañones a quien fue su enemigo, amigo, enemigo alternativamente según las conveniencias. A ello se sumó la UCR de la mano de Gerardo Morales que desafiaba con la candidatura presidencial de un radical (léase él mismo), aunque por lo bajo negociaba sin disimulo con Horacio Rodríguez Larreta en eso de las fórmulas cruzadas, un invento para suplir la ausencia de un candidato propio posicionado en la sociedad, y en línea con las aspiraciones individuales siempre presentes en política. Martín Lousteau, un recién llegado a la UCR, con paso reciente por el kirchnerismo, que venía cotizando alto en el electorado capitalino como opción al macrismo dentro de Juntos por el Cambio ayudado por su buen desempeño en la televisión, se convirtió en el aliado ideal de Morales que tenía a su favor el hecho de haber coaptado mediante los recursos de la política a la mayor parte de los convencionales que deciden las alianzas y la titularidad partidaria.
Dos nuevos actores en escena: Facundo Manes y Gustavo Valdés
El trabajo fino que venía realizando Morales puertas adentro, con recurrentes misíles hacia afuera dirigidos a Macri, enfrentó repentinamente dos focos perturbatorios.
Por un lado, otro invento de los medios, un outsider de la política como el neurocirujano Facundo Manes a quien se le ocurrió ser candidato a Presidente. Era en principio la opción ideal para el conjunto de la UCR de forma de sumar músculo que permita sobre el final establecer una nueva relación de fuerzas con el PRO, siempre socio principal de la alianza. Al propio Morales no le disgustaba porque tenía en claro que su mirada estaba puesta en el segundo término de la fórmula. Lo cierto es que Manes se embaló, y cuando se lo quiso frenar ya era tarde. Insistió en que el radicalismo debía ir con candidato propio, algo que, números en mano, la primera línea del ucerreismo decidió revisar. Es lo que suele ocurrir con los outsider, verdaderos llaneros solitarios que a la hora de la verdad pueden terminar saltando para cualquier lado, incluso fuera de la estructura partidaria.
¿Y Valdés?
El gobernador correntino puso de entrada su mirada en lo que es la conducción del Partido. Había logrado un posicionamiento privilegiado en la que influyeron también los medios nacionales que lo proyectaron como la figura joven atractiva para un radicalismo desgastado. La lucha quedó planteada entre el Amba, representado por Lousteau, (con el acompañamiento interesado de Morales, su sustento en el poroteo de la Convención) y el propio Gustavo Valdés que llegó a nuclear con un amplio abanico dirigencial, quizás sin fuerza en una Convención controlada por Morales pero con fuerza como para sembrar un punto de partida para los tiempos que se vienen.
El paso al costado de Macri
Con el PRO en efervescencia, con Patricia, Horacio y la propia María Eugenia en carrera, de los cuales los dos primeros decían que llegarían hasta enfrentar a Macri si se presentaba y, ante la realidad que la UCR y la Coalición Cívica le habían puesto bolilla negra el ex Presidente resolvió, siempre de manera personalísima, dar un paso al costado sin antes acordar dentro de su partido aspectos elementales que pueden hacerse naturalmente cuando se tiene el tino de negociarlos en su justo momento. No antes ni después.
El efecto sobre Cristina
Hasta entonces también Cristina hacía su juego. Para ambos era altamente conveniente estar de un lado y del otro del mostrador. La razón de la existencia del uno era el otro. Macri vivía porque enfrente estaba Cristina y vicerversa. Eran las dos caras de la misma moneda. Mutuamente se necesitaban. Al bajarse Macri, sin aviso previo, Cristina quedó fuertemente debilitada. Encolumnar al PJ era más fácil manteniendo a Macri como el enemigo a vencer. La ex Presidente comenzó a explorar salidas. Se fueron manejando distintos nombres hasta que un día, también en soledad como Macri y sin aviso previo, dio un paso al costado. No sería candidata a Presidente, algo obvio por demás porque no tenía posibilidad alguna en un ballotaje frente a ninguno, pero tampoco sería candidata a Senadora nacional, un lugar asegurado al menos por la minoría que fue lo que ocurrió cuando perdió frente a Esteban Bullrich. Lo cierto es que se bajó sin acordar los términos de ese renunciamiento. Y a partir de ahí todo fue cuesta arriba, aunque ella tenía la convicción de que la elección estaba perdida. Que remando se podría llegar a la segunda vuelta pero sin posibilidades en el ballotage. Habló antes que nadie de una elección por tercios, aunque admitió que al PJ no le sería fácil colarse en la segunda vuelta. Su objetivo estaba centrado en conservar la Provincia de Buenos Aires y en lograr la mayor cantidad de legisladores «tropa propia». En esa lógica la candidatura «aceptada» de Sergio Massa, un candidato que no tenía el perfil para una segunda vuelta pero le aseguraba llegar al ballotage, ubicar al Gobernador y tener la mayor cantidad de legisladores. Los que creen que a Cristina le doblaron el brazo, operadores de baja talla como los gobernadores de La Rioja o de Tucumán quizás se equivoquen. De ahí que nunca se anunció oficialmente, a contrario de lo que pasó con Alberto cuando ella un sábado anticipó su candidatura por tuit. En esa operación de dos tiempos Cristina, podría decirse, se dejó convencer consciente de que Wado, aun siendo un candidato con mucho más potencial que Massa para un ballotage, tenía todas las posibilidades de no llegar a la segunda vuelta. Así las cosas, se entra en la etapa de definiciones en el PJ de cara al tiempo que se viene.
¿Y ahora que?
Cristina no era precisamente la que pensaba que era tiempo de ir al choque frontal contra Milei. No simpatiza ni le gusta quedar como furgón de cola de los caciques gremiales que muchos consideran defienden sus privilegios y tratan de embarcar al resto del peronismo en una guerra santa quizás fuera de tiempo. Alberto, está claro, no puede seguir un día más, pero no solamente Alberto. La actual conducción claramente deslegitimada dista de tener un rumbo ni un Norte. Languidece. Y tal como lo dijo Sergio Berni, ninguno de los gobernadores tiene espalda como para cargar esa mochila de conducción. Aun así, el peronismo lejos está de estar fuera de carrera. Ni en la Nación ni menos en Corrientes o en el Chaco. Siguiendo lo que decía el general Perón, hay que poner en marcha los mecanismos que hagan efectivo aquello de que su heredero es el pueblo. Internas transparentes que lleven a la unificación mediante el voto. Recuperar la herramienta electoral que es el Partido, y definir una estrategia acorde con la realidad.»La organización vence al tiempo» y «la única verdad es la realidad». Si se entiende ésto, ni los libertarios, ni Juntos por el Cambio o como se llame lo que venga, pueden ser rivales de peso. El desafío queda en el propio peronismo de entender que es tiempo de una nueva melodía que sintonice con los nuevos tiempos.