Por la doctora María Laura Aquino *
Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, en Argentina, la hipertensión afecta a más de 3 de cada 10 adultos, cifra que se asemeja a lo que fui, a lo largo de mi vida como médica clínica, comprobando.
En efecto, puedo decir que de cada 10 pacientes, 4 son hipertensos. La característica común en ellos es: algún grado de obesidad, aunque bien sabido es que la presión alta no distingue raza, peso o talla.
Lo cierto es que la dinámica de la vida actual, donde se hace necesario poseer un alto nivel de tolerancia al estrés cotidiano, puede llevar a superar fácilmente la barrera del «ideal 12/8». Y así lo reflejan los registros en las guardias médicas de los distintos centros de salud, que se incrementan en invierno por la hipertensión y por la hipotensión (presión baja) en verano -aunque son menos-.
Tener controlada la presión es, para algunos, todo un desafío. Y mucho más en épocas de calor, cuando el consumo de líquidos colabora a que la presión baje. Es así que muchos pacientes llegan a la consulta pidiendo el retiro de la medicación o disminución de dosis en su antihipertensivo.
En esos casos, será el médico quien lo decida, dependiendo de la historia clínica y estado en ese momento.
Nunca se debe dejar de tomar la medicación por intuición o consejo de personas ajenas al ámbito de la salud. Se debe consultar al médico de confianza; quien le sugerirá además: continuar con la hidratación, especialmente en los adultos mayores, quienes deben tener un control especial.
Es muy importante reducir el consumo de bebidas alcohólicas, por más seductoras que parezcan para alivianar las molestias de la ola de calor. El alcohol en exceso con la medicación es un combo que se vuelve peligroso.
La sal, constituye una regla bien conocida por los hipertensos: si no se puede eliminar, al menos, disminuir su ingesta; al igual que los productos alimenticios que la contengan: mayonesas, pan, embutidos, etcétera.
Del mismo modo, es importante el control sobre las gaseosas que contengan alto nivel de sodio. Las mismas son útiles en personas que, por practicar algún deporte, la necesitan. Pero puede llegar a ser perjudicial en quienes no la requieren.
Recordemos que hablamos de hipertensión, cuando se registran valores por encima de 14/8, para mantenerla, es necesario además de lo dicho anteriormente: ejercicios físicos regulares, no fumar, y saber administrar preocupaciones y ansiedad.
Pero vayamos a preguntas habituales:
¿Qué daños puede provocar la hipertensión arterial?
Sin tratamiento, la hipertensión puede dañar las arterias, especialmente las del corazón, el cerebro y los riñones.
La posibilidad de daño es mayor en fumadores y personas que tienen diabetes, colesterol o triglicéridos altos.
¿Cuáles son los síntomas de alarma?
Si bien la hipertensión puede no dar síntomas, es frecuente que el paciente manifieste dolor de cabeza intenso; dolor de hombros o de nunca; mareos; destellos en la visión; entre otros.
Lo ideal es controlar la presión, a manera de prevención, aún sin ningún síntoma.
*MP 6306 – Resistencia-Chaco
[email protected]
¿Qué es una emergencia hipertensiva?
Partamos de una base: se considera hipertensión arterial cuando se registra una presión por encima de 140/80.
Puede haber una urgencia hipertensiva, que es la presión alta con cefalea, mareos y visión borrosa. Y la emergencia hipertensiva es cuando, además, se producen: vómitos, dolor en el pecho, falta de aire; entumecimiento u hormigueo, dificultad para hablar o cambios en la visión. En este caso, el paciente corre peligro de ACV o infarto de miocardio.
La mayoría de las urgencias hipertensivas se controlan con un fármaco por vía oral. Son los especialistas, ya en el centro de salud, los que guiarán el proceso de descenso de la presión, a fin de cuidar el cerebro y el corazón.
Tanto la presión arterial como la función neurológica, la función cardíaca y la función renal serán monitorizadas convenientemente.
¿Cómo actuar
ante una crisis?
Ante todo, dándole tranquilidad a la persona. Verificar la presión. Ubicarlo en un lugar cómodo y donde se sienta seguro. Dejarlo en reposo, si es posible con luz tenue. Descartar ataque de pánico o situación de estrés que lleve al paciente a esta situación extrema. Llamar a Emergencias, y contar el cuadro de situación.
Si posee medicación antihipertensiva (que haya olvidado tomar), brindarle la misma de inmediato.
¿Cómo tomarse
la presión?
Sentarse con el brazo a la altura del corazón, apoyado sobre una mesa. Debe ir al baño antes, a fin de vaciar la vejiga.
Evitar consumir café o mate, o fumar 30 minutos antes de las mediciones.
Apoye los pies en el suelo y no cruce las piernas ni hable durante la medición.
El consejo que siempre doy a mis pacientes, en el consultorio es llevar una alimentación saludable (verduras y frutas de estación) y evitar el sedentarismo; tomar agua y fundamentalmente: quererse tanto que lo lleve a adoptar este modo de vida.
Vivir sano y feliz debe ser un objetivo que nos motive.
Cuidarse es quererse.
Hasta la próxima.
.