En la tarde del jueves, en la Iglesia Nuestra Señora de La Merced, el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik ofició una misa y dedicó la homilía por la aparición con vida del pequeño
“Estamos aquí para presentarle a Dios nuestro profundo dolor y aflicción, porque aún no tenemos noticias de la vida del pequeño Loan. Seguimos acompañando con nuestra cercanía y oración a sus padres. Lo hacemos confiados en la poderosa intercesión de nuestra Señora de la Merced, mientras le suplicamos que cuide su vida, lo proteja de todos los peligros, para que, por fin, regrese a su hogar, que debe ser un lugar natural para su cobijo y protección”, inició.
Luego continúo con el mensaje: “La verdad, contemplada desde los ojos y el corazón de Dios, está unida al martirio. Así lo acabamos de escuchar en las lecturas que proclamamos. En la primera (cf. Jer 1,17-19) es muy consoladora la promesa que Dios le hace al profeta Jeremías: “Yo estoy contigo para librarte”. ¡Que alivio enorme sentimos hoy al escuchar esa promesa de Dios! Luego, en el Evangelio (Mc 6,17-29), nos estremece el relato del martirio de San Juan Bautista. Fiel a la verdad y confiado en Dios, es víctima inocente de oscuras intrigas. ¡Qué luminosa es una vida que se da por amor! Y, por el contrario, ¡qué triste es la vida de aquel que se la arrebata a los demás!”
Continuó: “Por su parte, la Virgen de la Merced, madre de su Hijo crucificado, nos deja un profundo mensaje mediante su histórica advocación como “Redentora de Cautivos”. Ella inspiró a cristianos generosos y valientes a ofrecerse como intercambio con los que habían caído en cautiverio, valerosos y convencidos de que la justicia, la verdad y el amor, son más fuertes que las oscuras fuerzas del mal, aun cuando éstas, actuando en las sombras, pretendan exhibirse exitosas. Confiamos serenos, perseverantes y firmes en mantener viva la búsqueda de la verdad, de toda la verdad que nos deben, y que aun incomprensiblemente continúa encubierta”.
Al finalizar expresó: “¡Nuestra Señora de la Merced, nos confiamos en tus brazos, no nos abandones en este doloroso camino hacia la luz y la verdad, que con certeza nos vas a conceder por la gracia de tu Hijo Jesús! Amén”.