Alberto, Cristina y Massa juegan partidos diferentes, sin unidad de criterio, y menos de acción, complicando la acción del Ministro que intenta, muchas veces en soledad, capear un temporal en el que el fuego amigo muchas veces es más desestabilizador que una oposición que lejos está de capitalizar, en beneficio propio, tantos yerros.
En los hechos, si lo del Frente de Todos fuera una estrategia, lo de mostrar sus propias diferencias a la luz del día, no sería mala en el efecto que está produciendo en la dirigencia del Frente que pretende ser opción electoral el año venidero.
En este contexto, crece la figura de Javier Milei, o la del propio Facundo Manes que comienza a tener una identidad propia, casi diferenciada tanto del radicalismo, como de los socios de la coalición.
Esto, en parte por el mérito de ambos, aunque, más por el efecto que produce en la sociedad ambos extremos de la grieta que no logran conjugar un discurso que tenga que ver con la agenda y las preocupaciones de la gente común, ávida de soluciones que no llegan, y con la angustia frente a una crisis que pareciera agravarse, en un contexto internacional complejo, al cual se le suma el efecto que causa la sequía en gran parte del país, con el daño en el volumen de las exportaciones futuras (al día de hoy 3 mil millones menos).
La inflación -en tanto- sigue siendo la principal preocupación de los argentinos con el agravante que, desde el Gobierno, no se pone freno a actores del propio Frente de Todos que contribuyen a incrementar las expectativas con reclamos que exceden a lo lógico, por citar sólo la ofensiva de Pablo Moyano que se ha convertido en un personaje como Grabois, algo más que complicados.
Mirando al 2023 algo está claro, y es que hay una proyección inequívoca de ballotage. No habrá Presidente en la primera vuelta. Hoy, el electorado se divide claramente en tres partes, aunque la dinámica política y muchas veces la irracionalidad, oportunismo y la suma de egos podría derivar en una inédita elección en la que haya cuatro ofertas electorales, algo, esto último, que comienza a ser una realidad por lo que se ve en oficialismo y oposición.
Así las cosas, el secreto está en hurgar en candidatos con perfil de segunda vuelta. No lo son Macri, Cristina ni Massa, por citar algunos. En esto cobra importancia las imágenes de cada uno de los actores políticos, así como la pregunta fatídica de a quién nunca votarían.
Lo anterior, para la elección presidencial.
Una cosa es lo nacional y otra las elecciones locales. En esto, entran a jugar las reglas de juego, que son un actor en sí mismo. En la primera vuelta no habrá Presidente, pero sí quedarán conformadas ambas Cámaras del Congreso Nacional y definidos los gobernadores, intendentes y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Si algo tiene la elección de octubre de 2023, aparte de quién será Presidente, es la pelea por la Provincia de Buenos Aires, donde se librará la madre de todas las batallas. Ahí gana quien saca un voto más, y pesa el arrastre de la elección nacional por elegirse la fórmula presidencial.
Para el peronismo es central asegurar su principal bastión electoral, más si existe riesgo en la elección presidencial. Contrariamente, para el PRO, que no es lo mismo que Juntos por el Cambio, el desafío es mantener el control de la Jefatura de Gobierno porteña, que es el reaseguro incluso frente a sus socios aliancistas.
Y, en este análisis, volviendo a la Provincia de Buenos Aires, hay que mirar muy bien a los intendentes quienes, antes que nada, intentan preservar sus territorios, y apelan, si fuera necesario, al corte de boleta para repartirla de acuerdo a la cara del cliente de modo de no poner en riesgo el dominio territorial.
En Provincia, Axel Kicillof no la ve fácil más allá que las encuestas muestran que conserva la base electoral de Cristina, sin filtraciones. De todas formas su relación con los jefes comunales dista de ser buena, percibiéndose, en la Gobernación platense, el movimiento de algunos jefes comunales que hacen un doble juego con la boleta, algo que preocupa porque los números son muy finitos y porque no se sabe cuánto de la torta llevará Milei por un lado, Espert por otro y la izquierda por el otro.
EL LIBERTADOR anticipó, hace ya meses, que Cristina encabezará la lista de senadores nacionales por la Provincia, y que el Gobernador será quien la secunde en esa categoría, un adelanto que, a la luz del escenario, tendería a confirmarse.
De la misma forma que este medio lanzó, también hace meses, al ruedo el nombre de Gustavo Valdés cuando nadie daba un peso por el gobernador correntino, EL LIBERTADOR puso en cartelera al ministro del Interior Wado de Pedro, en un anticipo que, con el correr de los meses, fue confirmado por los medios nacionales que hoy ya lo dan como una figura expectable que entra y sale del escenario con particular habilidad y que ha logrado que quienes lo conocieron quedaron con buena opinión, sean empresarios, diplomáticos, gobiernos extranjeros, medios de prensa o el propio Papa Francisco que le dispenso más de hora y media en una audiencia que no tuvo carácter público. No pareció un hecho menor en este derrotero el padrinazgo que asumió el Embajador de los EE UU en la Argentina que ofició de padrino ante los más altos funcionarios del país del Norte, y destacados empresarios americanos.
Valdés, hoy por Europa en búsqueda de inversiones, ha logrado un equilibrio tanto en la compleja interna de la UCR como en la de Juntos por el Cambio con tanta habilidad que su nombre aparece en todos los dibujos como potencial candidato a la Vicepresidencia, un cargo que, en el escenario que se viene, tendrá una importancia como nunca la tuvo en la vida institucional del país frente a un Senado en el que nadie tendrá mayoría propia, y donde aterrizará nada menos que los pedidos de acuerdo no sólo de infinidad de jueces sino, lo más importante, los dos nombres que recién en 2025 completarán la Corte, y la estratégica Procuración General de la Nación que finalmente podría cubrirse nueve años después de la renuncia de Alejandra Gils Carbó.
En la oposición, la disputa está centrada en dos nombres: Mauricio Macri, que actúa como candidato aunque no lo dice, y Horacio Rodríguez Larreta, que hasta hace poco era el nombre indiscutido. Desde atrás Patricia Bulrich y bastante más lejos, y casi sin posibilidades, María Eugenia Vidal.
Algo a tener en cuenta. El PRO apunta a mantener la Ciudad. Jorge Macri no lo garantiza frente a un Martín Lousteau que es un adversario temible. Asoma aquí la posibilidad, hoy sólo una posibilidad, de que Mauricio baje a la Ciudad, en cuyo caso el triunfo quedaría asegurado por la alta ponderación del ex presidente en su propio distrito.
Un tema de primerísimo orden no termina de definirse. Primarias sí, primarias no y, en su caso, algo más que importante, la reglamentación que cada Frente haga de las mismas. Más allá de la posición de los gobernadores peronistas y de la propia Cámpora, lo más probable es que Primarias haya.
Lo anticipó también EL LIBERTADOR cuando los gobernadores daban por hecho su caída.
En el Frente de Todos, Cristina, más allá que no sea candidata a la primera magistratura, será quien, llegado el momento, no antes, defina el nombre de quién irá por la Gobernación de Buenos Aires, que imagina como el reducto inexpugnable sobre el cual debe replegarse el kirchnerismo si la suerte electoral nacional fuera adversa.
Con el aporte de cerca del 40 por ciento de los votos del país, Buenos Aires y particularmente Cristina tendrán las mayores posibilidades de incidir en la nominación del candidato presidencial, algo que además le interesa porque irá en la misma boleta el presidente, los legisladores nacionales y el gobernador.
Todos jugando la suerte el último domingo de octubre de 2023.
En este marco asoma el nombre del Ministro de Interior. La jugada de máxima es la candidatura mayor, que parte de tener en cuenta que, en la primera vuelta, sólo se eligen los dos finalistas para el ballotage. Ergo, el candidato del Frente de Todos debe ser competitivo para el ballotage. Es decir, no generar rechazo, algo que es eliminatorio para el análisis. La jugada de mínima pasa por impulsar a Wado para retener la Provincia, con mayor grado de aceptación de los intendentes, algo que como se dijo es determinante en el resultado.
La carrera no se ha largado. Los caballos están en la gatera o los jugadores en el túnel. El partido no ha comenzado, y mucha agua pasará bajo el puente los siguientes seis meses, donde todas las miradas estarán en Sergio Massa, encargado de sortear el temporal. A partir de marzo a abril el escenario comenzará a tomar forma. Hoy se está sólo en los prolegómenos con proyectos que sorprenden por su torpeza e inviabilidad, por caso el anuncio sobre el impuesto a las ganancias a los jueces que, aunque terminara siendo aprobado en el Congreso de la Nación, no hay posibilidad alguna que la Corte Suprema de Justicia convalide su constitucionalidad.
Cuesta entender, en este aspecto, el análisis que se hace a la hora de las decisiones, y la conveniencia de seguir profundizando la pelea con la Justicia que a la hora de la verdad es una corporación con todas las letras, lo que se refleja en el accionar monolítico de los cuatro ministros de la Corte que han cerrado filas más allá de sus diferencias, y la lectura que deja que todas las listas que participaron de la elección para el Consejo de la Magistratura han elevado su voz de enérgica condena, quizás la prueba más elocuente de que el Gobierno debe repensar sus líneas de acción y que la oposición debe emprolijar su frente interno, que volvió a mostrar diferencias que no pasaron desapercibidas.
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